El Periódico de Aragón

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NOVELA HISTÓRICA

Laura Mas (publica 'Olimpia'): "En la Antigua Grecia no se concebía que una mujer pudiese ser tan astuta"

La escritora grancanaria recupera la figura de la madre de Alejandro Magno en su último libro

Laura Mas ha presentado este lunes en Zaragoza su nuevo libro, 'Olimpia'. ANDREEA VORNICU

Hay pocas personas que no hayan oído hablar de Alejandro Magno, el gran conquistador que expandió el reino de Macedonia hasta límites insospechados, desde Grecia hasta India, pasando por Egipto y Persia. Su padre, Filipo de Macedonia, también es relativamente conocido –más por padre que por rey–. Sin embargo, si a todas esas personas les preguntaran pquién era Olimpia de Epiro, muy pocas sabrían responder. Y eso es precisamente lo que la escritora Laura Mas trata de remediar con su segunda novela histórica, 'Olimpia' (Espasa), la cual ha presentado este lunes en la librería París de Zaragoza.

Tras el éxito de su anterior libro, 'La maestra de Sócrates', en el que la autora canaria también recuperaba otra figura femenina que se había perdido en el relato de la Antigua Grecia, Diotima de Mantinea, mentora del que fuera maestro de Platón, Laura Mas siguió estudiando la época, topándose con la figura de su nueva protagonista, la citada Olimpia de Epiro.

"Fue la madre de Alejandro Magno y, a pesar de su condición de mujer, pudo tener un importante peso en el ascenso de su hijo a la corona", explica la novelista a este diario. Y es que, en la Antigua Grecia, ni siquiera el hecho de ser reina alejaba a las mujeres de un papel relegado a las tareas domésticas, por lo que su papel político adquiere un mayor interés si cabe. Algo que la convirtió en una figura denostada por la historia: "Fue acusada de bruja, hechicera, arpía... Pero las decisiones que tomaba no eran distintas a las de los hombres de la época". "La diferencia", prosigue Mas, "es que no se concebía que una mujer pudiese ser tan astuta y se atreviese a invadir ese terreno de poder tan limitado a los hombres".

Una mujer rechazada en la Macedonia del siglo IV aC

Circunstancias históricas que, sumadas a su condición de extranjera, hicieron de Olimpia una mujer rechazada en Macedonia. En ese sentido, una de las decisiones políticas más características de su hijo fue la adopción de las costumbres de los pueblos conquistados, algo en lo que ese rechazo pudo influir. Un desprecio que, por cierto, también llegó a salpicar al mismísimo Alejandro Magno. "Fue repudiada públicamente por el rey Filipo, acusándola de adulterio, lo que provocó un fuerte enfrentamiento entre padre e hijo", contextualiza la autora de 'Olimpia'.

Su extranjería no fue la única causante de este rechazo en la corte. A ella se unía un peculiar gusto por las serpientes, recogido por historiadores de la época como Plutarco. "Cuenta la leyenda que Filipo descubrió a Olimpia yaciendo con una serpiente", asegura Mas. Algo que, en cualquier caso, debe contextualizarse en una sociedad muy devota y politeísta, tal y como recalca la escritora: "Zeus, dios de dioses y de los hombres, se encarnaba en este tipo de animales para manifestarse. Olimpia, en ese sentido, llegó a tener el convencimiento de que su hijo era un semidiós, algo comprensible, pues era muy devota". Una devoción que, según algunas fuentes –hay que tener en cuenta las lagunas históricas–, pudo convertirla en sacerdotisa en algún momento de su vida.

Laura Mas, este lunes en la librería París. ANDREEA VORNICU

Pero si por algo destacaba la sociedad griega era por su papel como fundadora de la filosofía occidental. Pese a que Macedonia era un reino muy desprestigiado culturalmente por Atenas, el rey Filipo se encargó de que su hijo Alejandro tuviese la mejor educación, reclutando a Aristóteles para instruirle. Un hecho que, indirectamente, pudo influir en los pensamientos de Olimpia.

En cualquier caso, estamos ante una mujer excepcional que desafió los roles de género y la política de la época. Una de tantas olvidadas por la historia, pero sin la que, seguramente, Alejandro no hubiese sido Magno. "Fue una pionera", sentencia Laura Mas.

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