Reseña

Crítica de Luis Negro: La travesía del cachalote

El libro de Frank Thomas Bullen invita a una trepidante vuelta al mundo a bordo de un ballenero del siglo XIX

Una de las ilustraciones que se pueden encontrar dentro del libro.

Una de las ilustraciones que se pueden encontrar dentro del libro. / luis Negro

Luis Negro Marco

Luis Negro Marco

¿Buscas barco, forastero? –Sí ¿necesita marinero? –Bueno, necesito entre 50 y 60 marineros; hay muchos como tú, pero ya que has pasado por aquí, cada gota cuenta y no pareces mal tipo. –Al pasar por debajo de la popa del barco, el joven (18) Frank Thomas Bullen leyó el nombre del navío: Cachalote. Acababa, sin saberlo, de enrolarse en el espanto de un marinero: una travesía a bordo de un ballenero.

Sin embargo, aquel muchacho londinense, que en 1869, con tan solo 12 años de edad, se había hecho por vez primera a la mar viajando primeramente como grumete y más tarde, por su pericia e inteligencia, como primer oficial, iba a vivir una serie de extraordinarias aventuras a bordo de aquel buque que acabarían por transformar su vida.

Un mundo desconocido

"Extraordinario. No hay otra palabra que pueda definirlo mejor. Jamás he leído nada más interesante acerca de las maravillas que se esconden en las profundidades de los mares. Ningún otro libro hasta ahora había reflejado de manera tan fiel el trabajo de la tripulación de un ballenero. A lo largo de sus páginas abre usted las puertas a un mundo hasta ahora desconocido. Atentamente: Rudiard Kipling". El texto anterior se corresponde con la carta que el autor de 'El libro de la selva' y premio Nobel de Literatura en 1907, dirigió a Thomas Bullen el 22 de noviembre de 1898, tras haber leído su libro, 'The cruise of the cachalot. Round the world after sperm whales' (La travesía del cachalote. La vuelta al mundo tras la ballena de esperma).

Y es que, de las diversas especies de cetáceos, el cachalote es el único que suministró una antaño muy preciada sustancia, denominada esperma de ballena ('sperm whales', sinónimo en inglés de cachalote). En realidad un aceite que, extraído de su cavidad cerebral, fue profusamente empleado y demandado en farmacia y en la fabricación de bujías para el alumbrado público y privado.

Pero ya mucho antes que Bullen, Marco Polo había escrito sobre la abundancia de cachalotes en torno a las costas de Madagascar y cómo los hábiles e intrépidos pescadores malgaches arriesgaban sus vidas en la pesca de este majestuoso mamífero marino no solo para alimentarse de su carne, sino también para utilizar sus huesos en la fabricación de herramientas y vajillas; sus tendones para trenzar cuerdas y hasta sus intestinos para tejer túnicas. Y cómo no, para comercializar su antes citado aceite cefalico en África, la India, Europa y Ceilán, en donde era profusamente empleado como inigualable potenciador de las más exquisitas fragancias y perfumes.

El cachalote puede llegar a medir hasta 20 metros y pesar hasta 50 toneladas. Se diferencia de las ballenas en que carece de las láminas córneas (conocidas como ballenas) que éstas tienen en su mandíbula superior y en que, a diferencia de las ballenas (que no los tienen) el cachalote posee dientes, fijados en su mandíbula inferior, lo que los convierte en los mayores mamíferos dentados del mundo.

Entre las infinitas historias que Bullen nos detalla en este apasionante libro, el autor narra cómo en una noche de luna llena, a pocas millas de la isla Tristán de Acuña, en el Atlántico sur, fue testigo de la lucha que mantuvo un cachalote con un kraken (el temible calamar gigante de las profundidades) y cómo, tras la batalla, el kraken acabó por convertirse en presa del cachalote. Los amantes de Julio Verne ('Veinte mil leguas de viaje submarino)' y de Herman Melville ('Moby Dick') a buen seguro que también disfrutarán con la lectura de 'La travesía del cachalote', libro para todos los públicos.

Emoción de lectura

Una razón de más para adentrarnos en sus páginas, cuya lectura nos deparará la emoción de subirnos a una virtual máquina del tiempo para enrolarnos, como marineros VIP, en un ballenero del siglo XIX. Emprenderemos así un viaje de 3 años que viviremos en tan solo unas horas de agradable lectura, que nos permitirá navegar, acompañados de una variopinta tripulación, desde las costas de Europa, África, Madagascar, Nueva Zelanda, o el archipiélago japonés en el océano boreal, hasta las costas de Groenlandia, la Patagonia y las increíblemente hermosas, exóticas, agrestes y cuasi ignotas islas del Pacífico.

Con una exquisita sensibilidad, Bullen se desvela en 'La travesía del cachalote' como un mago de la sencillez narrativa, dotado de un vigoroso poder descriptivo que le permite convertir la realidad que sabiamente describe, en una apasionante aventura. A Milton (En busca del paraíso perdido) le habría fascinado.

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