EL PATRIMONIO HISTÓRICO DE ZARAGOZA

Cadrete da un nuevo paso para rescatar su castillo musulmán

La fortaleza del siglo X acogerá pronto una nueva restauración con el reto de retomar las visitas

Imagen panorámica del castillo de Cadrete, una fortaleza islámica que mandó levantar Abderramán III en el año 935.

Imagen panorámica del castillo de Cadrete, una fortaleza islámica que mandó levantar Abderramán III en el año 935.

Rubén López

Rubén López

La torre del castillo de Cadrete lleva más de mil años divisando desde las alturas el valle del Huerva a su paso por Zaragoza. La construcción de esta fortaleza de origen islámico fue impulsada por Abderramán III en el año 935 con motivo del asedio de Saraqusta, cuyo gobernador se declaró en rebeldía tras negarse a seguir ciertas órdenes dictadas por el califa. Tras la expulsión de los moriscos aragoneses en 1610, la fortificación quedó completamente abandonada durante casi cuatro siglos hasta que el esfuerzo de los vecinos y del propio ayuntamiento impulsó la primera restauración entre febrero de 2011 y agosto de 2012.

El castillo, ubicado a apenas doce kilómetros de Zaragoza, se prepara ahora para acoger su cuarta intervención arqueológica y de reparación después de las realizadas en 2019 y 2021. Los trabajos comenzarán a finales de este mes o principios de febrero, se prolongarán a lo largo de cuatro meses y se invertirán los 356.000 euros procedentes de unas ayudas del Ministerio de Fomento.

Entre otras actuaciones para seguir restaurando el interior de la fortaleza, se prevé trabajar para descubrir una posible rampa de entrada que tendría la fortificación, según los arqueólogos. Cuando finalice esta cuarta intervención, el ayuntamiento prevé retomar las visitas guiadas al fortín. «El castillo es uno de nuestros buques insignias y queremos seguir poniéndolo en valor», ha subrayado este lunes el alcalde de la localidad, Rodolfo Viñas.

Imagen de la torre en el año 2006.

Imagen de la torre en el año 2006.

Una de las personas más vinculadas con el proyecto y que más lo ha impulsado es el arquitecto y especialista en restauración Javier Borobio. Él dirigió la primera y la tercera fase de los trabajos (junto a los arqueólogos Francisco Javier Gutiérrez y Julián Ramos) y también liderará esta cuarta intervención. «El inicio del proyecto se remonta al año 2006. En esa época la montaña se había comido el castillo y su estado dejaba mucho que desear», recuerda Borobio, que asegura haber tratado el fortíni «más como un yacimiento que como un edificio».

Imagen de la torre en el año 2012.

Imagen de la torre en el año 2012.

Catalogado como bien de interés cultural (BIC) desde 2006, el castillo recibió su principal espaldarazo en la intervención de 2011 y 2012. De hecho, a esas obras se destinaron en torno a un millón de euros procedentes del Ministerio de Fomento y permitieron reconstruir una pared dañada de la torre, devolviéndole su aspecto anterior al último derrumbe de los años 60. «No fue necesario recrecer la torre porque seguía casi toda en pie, pero lo que sí hicimos fue instalar una escalera para que los visitantes pudieran subir hasta arriba», explica Borobio, que en 2015 publicó junto al arqueólogo José Luis Ona el libro 'El castillo de Cadrete. Del abandono a la visita guiada'.

Tanto la segunda como la tercera intervención fueron financiadas por la DPZ. En la de 2019 se destinaron unos 97.000 euros para restaurar y consolidar todo el recinto inferior del castillo, unos trabajos en los que se descubrió un horno y algunas pesebreras. «Hemos confirmado que tras su construcción en el siglo X se fueron añadiendo posteriormente nuevas estructuras», indica el director del proyecto.

Durante los trabajos realizados en los últimos años se han encontrado piezas de cerámica musulmana.

Durante los trabajos realizados en los últimos años se han encontrado piezas de cerámica musulmana.

La tercera intervención realizada en 2021, con una dotación de 75.000 euros, también sacó a la luz nuevas estructuras, al tiempo que permitió unir el «recinto» inferior con el intermedio. «La fortaleza está asentada sobre una especie de bancales y lo que hemos conseguido es que el visitante la pueda recorrer de forma continuada», explica Borobio, que recuerda que en estos años se han descubierto piezas de cerámica musulmana y grabados islámicos en los muros de una fortificación que a lo largo de su dilatada historia ha sido destinada a usos militares, civiles e incluso religiosos.