CULTURA EN ZARAGOZA

Fernando Aramburu: "Simplemente por mi nombre ya voy a recibir críticas negativas"

El escritor presenta su nueva obra, 'Hijos de la fábula', en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza

Fernando Aramburu, ayer en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza antes de su comparecencia ante los medios

Fernando Aramburu, ayer en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza antes de su comparecencia ante los medios / Andreea Vornicu

Álvaro Jordán

Álvaro Jordán

El escritor vasco Fernando Aramburu continúa con la serie de Gentes Vascas por medio de ‘Hijos de la fábula’. Una obra que se presentó ayer en el Paraninfo de Zaragoza. Lo que Aramburu buscaba con este escrito era hacer un viaje a su tierra natal, para revivir de una manera crítica la historia de ETA y el País Vasco desde unas perspectivas más atípicas en este tema: el humor y la sátira. Conceptos a los que les quedaba poco espacio, según Aramburu. 

Asier y Joseba, los protagonistas del libro, son dos jóvenes vascos aspirantes a terroristas de ETA. Mientras esperan instrucciones de la banda en una granja de pollos, acogidos por una pareja francesa con la que apenas se entienden, se enteran de que ETA ha anunciado el cese de la actividad armada. Por lo que deciden continuar la guerra por su cuenta. El cómico resultado acaba criticando la obsesión a través de la ideología absoluta de ETA y cómo los jóvenes acaban dejando todo atrás por el acto de fe hacia la lucha.  

Uno de los rasgos más característicos de la obra es su lenguaje directo, con frases cortas de un solo verbo. Aramburu explicó que “fue un reto técnico muy grande desde el punto de vista artesanal. Tenía que contradecir constantemente mi habla cotidiana mientras escribía. Pero ponerme dificultades de este tipo me parece muy inspirador y productivo”. Se trata de una sintaxis muy concisa, con la que el escritor comentaba que puede parecer muy sencilla de leer, pero que resulta muy complicada de hacer. “El resultado da lugar a una música verbal que armoniza con la obsesión de los protagonistas por ver la vida a través de una ideología: con pocas ideas, pero claras”, continuó. 

"Si no contásemos historias sobre personas que no nos gustan, solo contaríamos historias de santos"

Con respecto a la representación de ambos protagonistas, el escritor afirmó que “son dos chicos incautos, pero no tontos, una alegoría a aquella juventud sometida por la propaganda y dinamismo de acción de ETA”. En todo momento durante la obra se ven dotados de volumen humano: tienen historias familiares, dolores físicos, momentos de melancolía y reflexionan sobre varios aspectos de la vida que no tienen que ver con la lucha armada. 

Guiños literarios

Asimismo, como es habitual en el escritor, el libro está salpicado por ciertos guiños literarios. Uno de los ejemplos es una referencia al también escritor colombiano Gabriel García Márquez. Aramburu señaló que no son imprescindibles de entender pero “me queda siempre la esperanza de que, si algún lector lo descubre, tenga un pinchacito de gusto”. 

Tampoco falta una referencia a la ciudad de Zaragoza, habitual en sus obras. La referencia de este último libro se trata de un capítulo entero dedicado al municipio de Garrapinillos. El vasco comentó que Zaragoza es una ciudad muy importante para él: “Yo viví tres años de juventud de estudiante aquí. Me licencié en Filología Hispánica, dejé muchos amigos y me llevé muy buenos recuerdos. La mención que le hago en este libro es un homenaje que le debía a la ciudad”. 

Frente a la posibilidad de críticas negativas por este enfoque humorístico, Aramburu declaró que ya las esperaba. “Simplemente por el hecho de que aparezca mi nombre en la cubierta ya sé que voy a recibir críticas negativas. Generalmente me producen un pinchazo de gusto considerando el rincón ideológico del que proceden”, prosiguió. A pesar de residir en Alemania y haber creado la obra con una perspectiva de distancia en su tierra, el escritor manifestó que, gracias a medidas como internet, la distancia para informarse es relativa. Aun así admitió que su perspectiva era peculiar. 

“Yo no estoy en el lugar de los hechos, pero esta perspectiva permite una visión panorámica. Quienes me hacen reproche, no la tienen en cuenta. Me perderé la conversación en un bar o cómo van vestidas las personas de una manifestación, pero yo tengo la posibilidad de ver el juego completo, como una partida de ajedrez. No diré que sea mejor perspectiva, pero me ha sido muy útil en mis obras literarias”, concluyó el escritor.