Bombony Montana, productor musical: "Quien haga esto por puro ego se está equivocando de función"

Nacido en Zaragoza, sus producciones e instrumentales están detrás de muchos exponentes de la música urbana del panorama nacional

Bombony Montana, en su estudio.

Bombony Montana, en su estudio. / Jaime Galindo

Creció en el barrio de La Jota, en una ciudad que fue cuna del hip hop nacional. Estudió en el instituto Pilar Lorengar, en la época de las maquetas en cinta, donde rondaba el espíritu de un ilustre exalumno, Kase.O, cuyas canciones retumbaban en los oídos de cientos de jóvenes (y hoy día se descubren en los cascos de otros miles). "Mucha gente venía a conocer el barrio como si fuera un destino turístico. Ya quisiera tener cualquier ciudad ahora lo que entonces sucedía en Zaragoza", recuerda.

Su primo mayor también jugó un importante rol, pues él le descubrió los sonidos que venían pisando fuerte desde el otro lado del charco, como Mobb Deep, que sigue siendo para él una cita ineludible. En un festival de Zaragoza Ciudad llegó incluso a tocar con Havoc, integrante de este mítico dúo, y a quien pudo enseñarle sus ritmos, "que le hicieron flipar en colores, hasta se llevó algunos 'beats'".

Pero volviendo a los inicios, con ese puzle de influencias —y en ese preciso barrio— parecía imposible que en el joven Carlos Oyarzabal no despertara la pasión por la cultura urbana. Y al cabo de poco, su alias, Bombony Montana. Artista prematuro, empezó a escribir y producir sus propias canciones con 13 años y en 2010 despuntó en Zaragoza con su grupo La Jota Nostra, en el que rapeaba y, secretamente, componía las instrumentales. Nacía un productor. 

El productor musical, una sombra que alumbra

Cuando uno dice que quiere dedicarse a la música se le suele preguntar si canta o toca un instrumento. Pero pocas veces se le imagina como productor. Esta figura, que cada vez cobra mayor peso en el conocimiento del oyente, como valor musical y como marca personal, siempre ha merecido un gran respeto en el gremio.

"Desde dentro, el productor se concibe como una pieza indispensable, es el que guía al artista y hace crecer su producto. Yo escogí este rol porque me permite estar en constante creación, trabajar con diferentes músicos y llevarles al punto que yo quiero, para el que me siento a producir." En definitiva, la posibilidad de jugar con distintos duendes, pero dejando siempre en cada canción un sello reconocible, como sucede con el color de una voz.

Siempre a la caza del 'beat' perfecto.

Siempre a la caza del 'beat' perfecto. / Jaime Galindo

Aunque su nombre retumba con fuerza en el hip hop, jamás ha querido limitarse a estos sonidos. Sharif, Lone, Mxrgxn, ToteKing, Juancho Marqués, Hijos de la Ruina o Al Safir son algunos de los artistas en los que Bombony ha dejado su impronta musical, pero pocos imaginan que sus manos también están detrás de composiciones de soul, letras de música urbana y melodías para medios de comunicación.

"Muchas veces los productores no estamos en el lugar más visible, pero sí en un lugar muy importante. Quien haga esto por puro ego se está equivocando de función dentro de la música. Lo que importa en un productor es el peso específico que tiene en la creación del arte, no el peso que tiene en la foto".

Los tiempos cambian, pero el espíritu permanece

Bombony entiende que los momentos cambian, que "todo dura lo que tiene que durar" y que ese movimiento que existía en aquella época no se puede perpetuar eternamente. Recuerda con un halo romántico la Zaragoza de su juventud, los mismos rostros acudiendo a los conciertos, salas como Muffin Club y exponentes del rap, el grafiti o el breakdance que abrieron caminos en el panorama nacional.

"Lo que tiene más números no siempre es mejor. Es una ecuación que solo funciona económicamente"

En cuanto a la escena presente, considera vital diferenciar calidad, industria y cultura. Especialmente en un contexto en el que, a menudo, priman más las visualizaciones que el valor del producto, algo que ve perjudicial para la proyección de los artistas. "Lo que tiene más números no siempre es mejor. Es una ecuación que funciona económicamente, pero no en cuanto a la mejora del arte", sentencia. "En nuestra época, con tal de trabajar bien ya te colocabas en un espacio de visibilidad". 

Una vida a la luz de un micro.

Una vida a la luz de los micros. / Jaime Galindo

Esto no significa que se ancle en el pasado ni rechace los nuevos movimientos. Sencillamente, para él, los nuevos exponentes del hip hop "marcan tendencias a nivel musical pero no cultural". "Un chaval puede escuchar o hacer rap sin que tenga las connotaciones que tenía entonces para nosotros, y tampoco es necesario", afirma.

AiBeatz, música urbana con inteligencia artificial

La mirada siempre curiosa del productor marcó un punto de inflexión en su carrera hace dos años, con el proyecto AiBeatz. Junto a su primo, "entrenaron un algoritmo" para crear composiciones de música urbana con inteligencia artificial. Con ello buscan facilitar la tarea a los productores en su bloqueo creativo y dar la oportunidad a vocalistas de tener acceso a sus propias composiciones.

Entre beats anda el juego.

Entre canciones anda el juego. / Jaime Galindo

Si bien el proyecto tiene raíces en Berlín, su músculo principal se encuentra en Zaragoza, pues a él están vinculados varios artistas de la ciudad, la Universidad de Zaragoza y una escuela de producción musical.

Aun así, reconoce que todavía se sienta a componer al piano, con papel y boli y el ordenador apagado. Sin olvidar a ese adolescente de La Jota.