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Ignacio Martínez de Pisón (presenta 'Castillos de fuego'): "En la década de los 40 en España, el valor de la vida humana era cero"

El escritor zaragozano presentó este miércoles su nueva novela en el IAACC Pablo Serrano de la capital aragonesa

El escritor zaragozano Ignacio Martínez de Pisón, autor de 'Castillos de fuego', en su Zaragoza natal.

El escritor zaragozano Ignacio Martínez de Pisón, autor de 'Castillos de fuego', en su Zaragoza natal. / ÁNGEL DE CASTRO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

El zaragozano Ignacio Martínez de Pisón sitúa su nueva novela, 'Castillos de fuego' (Seix Barral), en el Madrid de los años 40, los momentos más duros de la posguerra, un periodo poco abordado por la literatura.

–Parece que la posguerra todavía era peor que lo que nos habían contado.

–Sí, realmente es que no se ha prestado demasiada atención a esa etapa y es una etapa atroz, de persecuciones, represión, devastación por la guerra, hambre, escasez de viviendas y, al mismo tiempo, para algunos, era una etapa de lujo y esplendor. Mientras en Europa se están matando unos a otros en Madrid en la Gran Vía estaba la que era la sala de fiesta más lujosa de Europa. Había esos contrastes. ¿Por qué los novelistas no han prestado más atención a una etapa como esa donde hay tanto dramatismo e historias que contar? Es como si hasta el 1 de abril de 1939 hubiera mucho que contar pero ya el 2 de abril no hubiera nada, es un poco raro.

–¿Por qué ha pasado esto?

–Creo que porque en su momento no se podía contar por la censura y cuando ya se ha podido contar, en democracia, por lo que sea no ha interesado demasiado remover las cosas. Se hizo un pacto de silencio en la transición para no exigirse responsabilidades unos a otros y los propios novelistas, tampoco hemos tenido especial interés en escarbar en el pasado. La primera novela que toca estos temas es de los años 90, de Umbral, Madrid 1940, en la que sale un cínico periodista que no le importa nada con tal de medrar en el sistema y es capaz de mandar al fusilamiento a uno porque es un chico al que le gusta su chica. En aquella época, el valor de la vida humana era cero, si estabas donde tenías que estar podías decidir sobre la vida y la muerte de la gente.

–Es que no hablamos solo de censura, acabada la guerra se seguía matando a gente.

–Hubo 50.000 fusilados en solo cinco o seis años, ¡es muchísimo! Y luego había miles de personas en las cárceles, medio millón que se había tenido que ir… Era un país roto. A diferencia de otras guerras civiles, las carlistas, en las que más o menos se intentaban cerrar las heridas, en este caso la guerra continuó por otros medios.

"A diferencia de otras guerras civiles, en este caso la guerra continuó por otros medios"

–Un país con mucha miseria económica, pero también moral.

–El que estaba del lado malo, no es que tuviera que temer solo por su vida sino también por su prosperidad, no tenían oportunidades laborales y algunos de ellos les echaban de sus cátedras o departamentos. Los que habían estado con el alzamiento desde el principio eran los que tenían prioridad para luego ocupar las plazas que iban quedando libres porque se estaba depurando a los docentes. Era un cuerpo sospechoso, responsable de formar a las nuevas generaciones, y cualquiera con leve afinidad a la república o a la libre enseñanza era expurgado.

–¿Por qué quería un protagonismo coral en la novela?

–La idea era acotar un territorio y una etapa histórica y vamos a contarlo todo. Voy a ver si consigo crear tantos personajes que abarquen la sociedad al completo y que haya hombres y mujeres de diferentes ideologías, profesiones y clases sociales para ver si consigo dar un panorama global de lo que fue aquello.

"Si estabas donde tenías que estar podías decidir sobre la vida y la muerte de la gente"

–¿Es su mejor obra?

–Yo no sé distinguir, sé cuáles son mis libros malos. Este no es de los malos y tiene mucho trabajo detrás y madurez técnica. A los 30 años no sabía las cosas que sé ahora, las técnicas también se aprenden y también cierta familiaridad con la Historia, con la sociedad española… Es difícil ser muy buen novelista a los 20 años, se puede ser muy gran poeta con 20 años y hacer el poema de tu vida con inspiración, pero el novelista siempre está aprendiendo. Con las novelas me propongo aprender nuevas técnicas, nunca había escrito una novela con tantos protagonistas y era también un reto para mí interesante.

–¿Le molesta la etiqueta de escritor realista?

–No, al revés, me halaga, me parece que es la tradición que mejores obras ha dado la literatura española y en buena medida a la europea y me siento muy cómodo ahí. Cuando empecé no quería estar relacionado con la etiqueta realista pero en los 80 cuando empecé a leer el realismo sucio norteamericano, pensé por qué no hacemos nosotros lo mismo pero ambientado en España. Y ya desde los 90 descubrí que me gustaba el realismo y estaba muy cómodo ahí y ya llevo 30 años y lo que queda.

–Volviendo a la novela, llama la atención la esperanza de cambio que se ve en algunos personajes.

–Era un tiempo muy inestable, el hecho de que Franco durara luego treinta y tantos años más no estaba predeterminado, podría haber cambiado las cosas, del mismo modo que los norteamericanos liberaron Italia podrían haber liberado España. Y en el año 1944, Franco llegó a temer por su continuidad y es cuando sella las fronteras con bunkers y es el momento en el que se toman decisiones. Cuando la guerra mundial acaba, Franco ya ha sabido presentarse ante los americanos y los británicos como el adalid del anticomunismo y eso le va a garantizar 30 años más de dictadura. Eso sí, suavizada, ya no puede hacer las brutalidades que estaba haciendo hasta entonces.

"Por suerte, el enconamiento actual se desarrolla en el metaverso"

–Una vez construidos los personajes, ¿estos vuelan solos?

–Lo que tengo claro es que todos tienen un ciclo, tienen que cambiar, que transformarse a lo largo de la historia, y que entre que los presento y les abandono les ha pasado algo lo suficientemente importante como para que cambien, se transformen. Y para mí es la máxima que tenía que seguir, crear unos personajes que tuvieran una evolución, luego soltarlos y que se relacionen unos con otros.

–¿Qué hacemos ahora que vuelve el enconamiento?

–Por suerte, el enconamiento actual se desarrolla en el metaverso. Si un fenómeno tan tenso como el 'procés' no se cobró ninguna vida humana, ya tenemos que pensar que las cosas han cambiado para bien. En aquellos años cuando había ese tipo de insurrecciones morían personas, en el año 36, de hecho, hubo un golpe de estado que acabó en una guerra fratricida. Lo que me parece peligroso es cierta pulsión autoritaria que parece que se está abriendo camino, seguramente porque olvidamos cosas de nuestra historia, porque los años más duros de la dictadura quedan tan lejos que ya nadie se acuerda. Las tendencias autoritarias de ahora no son como las de entonces, ahora el enemigo ya no es el que no piensa como tú sino el de fuera. Por desgracia, esa pulsión existe siempre y momentos en los que dices, ¿por qué hay gente que vota a partidos que tienen esas tendencias y ese sesgo autoritario? Será porque dentro de cada persona hay una parte elemental, bruta y cavernícola que a veces lleva a desear que en lugar de vivir en democracia, se imponga la mano dura. 

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