Guardando las distancias: Una Sinfónica para todo Aragón

Es hora de poner punto y final a una anomalía cultural que no existe en toda la Unión Europea

La música sinfónica cuenta con un público fiel.

La música sinfónica cuenta con un público fiel. / ÁNGEL DE CASTRO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Que Aragón haya estado tantos años sin contar con una Orquesta Sinfónica (me refiero de titularidad autonómica) es, sin duda, una importante carencia cultural que ha repercutido fundamentalmente en la gran mayoría del territorio. Sin una formación pública de estas características, es harto complicado llevar producciones a municipios más allá de una capital como Zaragoza. Esa es solo una de las causas (que no me parece ni mucho menos banal) por las que el Gobierno de Aragón se puso manos a la obra con un proyecto (que no viene ni mucho menos de un año a esta parte) para dotar definitivamente a la comunidad de una Orquesta Sinfónica de Aragón. Ha habido a lo largo de la historia muchos proyectos que se quedaron en nada pero, ahora, al contar con el apoyo de todos los grupos políticos y, sobre todo, al tener ya definida la estructura que se quiere acometer (todo se gestionará a través de una fundación), parece que la apuesta va en serio.

Digo parece no porque no me lo crea, sino porque los plazos son los que son y las elecciones y, con ellas, la composición de un nuevo gobierno sea del color que sea, están a la vuelta de la esquina. Lo que supone eso no hace falta explicarlo, pero, básicamente, es que, si no logra llevarse a buen puerto en esta legislatura este proyecto, tendría que pasar que el nuevo gobierno siguiera creyendo en el mismo y no solo eso sino que apoyara sin fisuras todo lo que se ha trabajado en esta legislatura para sacarlo adelante. No digo que no fuera a suceder pero, a priori, parece algo a lo que no tendría que ser necesario llegar si, insisto, se tiene en cuenta que todos los grupos con representación en las Cortes de Aragón han apoyado la creación de una Orquesta Sinfónica de Aragón.

La importancia de que sea

Los pasos se van dando, la parte del presupuesto correspondiente está comprometida y firmada... pero, desde fuera, da la impresión de que sigue sin agilizarse la creación de la fundación que debe ser la que ponga en marcha la Sinfónica. Ojalá me equivoque. El presidente Javier Lambán en las Cortes de Aragón aseguró que sería en el primer trimestre de 2023 cuando esto sucediera. Ese plazo parece que no se va a cumplir pero si llega, ya hasta daría igual este hecho.

Es hora de poner punto y final a una anomalía de tal calibre que ahora mismo no hay ninguna capital en la Unión Europea de más de 300.000 habitantes que no cuente con un proyecto sinfónico sufragado desde el erario público. Así están las cosas.

A estas alturas de la jugada no es baladí recordar que contar con una Orquesta Sinfónica de Aragón permitirá llevar la marca cultural de la comunidad muy lejos o incluso permitirá ofrecer trabajo digno a titulados superiores que ahora mismo tienen que buscarse la vida fuera de nuestras fronteras (después de que hayamos sufragado su formación en nuestros conservatorios, no lo olvidemos).

Junto a todos estos argumentos, todavía se pueden dar más como el aprovechamiento que se puede hacer de la cultura como conexión con otros ámbitos como la educación, turismo, industria y empleo. Virtudes que, por otro lado, ya se han escuchado en las propias Cortes de Aragón de boca de los responsables culturales de la DGA. Por lo tanto, no conviene dejar de lado que el crear una Orquesta Sinfónica de Aragón es un beneficio para toda la comunidad y, por supuesto, podría ser una muestra más de una apuesta cultural clara, decidida y rotunda para que todos los aragoneses podamos acceder a ella de manera sencilla y directa. ¿La vamos a desaprovechar? 

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