CULTURA Y 8-M

Violaciones glamurosas, cuerpos en detalle y desnudos porque sí: la mirada machista con que nos ha educado el cine

El documental 'Brainwashed: Sex-Camera-Power' de Nina Menkes, que TCM emite este 8 de marzo y en el que se analizan un buen puñado de clásicos incontestables que están en la cultura popular, es una lúcida guía sobre cómo el dominio masculino ha construido un lenguaje cinematográfico con efectos tan perversos como la cultura de la violación

Los títulos de crédito de ’Lost In Translation’, de Sofia Coppola: la mirada masculina también llega al cine hecho por mujeres.

Los títulos de crédito de ’Lost In Translation’, de Sofia Coppola: la mirada masculina también llega al cine hecho por mujeres. / Archivo

Carmen López

Los primeros minutos de la película Lost In Translation de Sofia Coppola sirven para presentar a los dos protagonistas. La primera imagen es la de una mujer tumbada de lado en la cama, de espaldas a la cámara, vestida con unas bragas rosas transparentes y lo que parece un jersey azul. La segunda prenda apenas se intuye, porque solo se ve la parte de su cuerpo que va desde las caderas hasta las rodillas, en un ambiente de luz tenue. La segunda es la de Bill Murray adormilado en un taxi que circula por las calles del centro de Tokio. Su cara expresa emociones y está en un espacio reconocible. De hecho, se sabe quién es el actor mientras que, para alguien que se enfrente al filme sin información previa del reparto, la actriz podría ser cualquiera (luego sabremos que se trata de Scarlett Johansson). Él es un sujeto activo que observa, mientras que ella es el objeto que es observado. Esos dos planos concentran la tesis sobre el sesgo de género en el lenguaje cinematográfico que la directora Nina Menkes expone en su impactante documental Brainwashed: Sex-Camera-Power (Manipulación: sexo-cámara-poder).

El canal TCM lo emite este 8 de marzo con motivo del Día Internacional de la Mujer, dentro de su ciclo Ellas crean programado a lo largo de todo el mes. Se estrenó originalmente en el Festival de Sundance en 2022 y creó un buen revuelo que le aportó a la directora muchas alegrías pero también algunos encontronazos. "Muchas de las mujeres que lo vieron en el festival son miembros del DGA (Sindicato de Directores de América), que es muy poderoso", dice Menkes a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, por videollamada. "Algunas de ellas eran parte del Comité Directivo de Mujeres en la organización y decidieron hacer un evento para proyectarlo en su sede, pero el DGA dijo que no con argumentos poco creíbles. Al final, nos enteramos de que la razón era que no querían ofender a sus miembros en su propia casa", afirma divertida la cineasta desde su casa en Los Angeles.

Nina Menkes, directora del documental 'Brainwashed: Sex-Camera-Power'.

Nina Menkes, directora del documental 'Brainwashed: Sex-Camera-Power'. / TCM

El documental es el tercer formato en el que Menkes difunde ese mensaje que tanto incomoda a los creadores de la industria, en su mayoría hombres blancos cis heterosexuales (de las 250 películas más importantes estrenadas en Estados Unidos en 1998, solo el 9% estaban dirigidas por mujeres y en 2018, la cifra había bajado hasta el 8%, se apunta en Brainwashed para atajar cualquier atisbo de duda). El origen de este trabajo es un ensayo titulado The Visual Language of Oppression: Harvey Wasn’t Working in a Vacuum (El lenguaje visual de la opresión: Harvey no estaba trabajando en el vacío), que Menkes publicó en la revista Filmmaker en 2017. Tuvo tanto éxito que la autora empezó a recibir invitaciones para dar conferencias, y finalmente utilizó los vídeos de dichas charlas para crear este filme. En él muestra numerosos clips de clásicos absolutos del cine para apoyar sus explicaciones, así como fragmentos de entrevistas a otras cineastas.

El ‘male gaze’ [la mirada masculina] nos dicta unas maneras de mirar tan específicas que casi parecen leyes”.

Nina Menkes

— Directora de 'Brainwashed: Sex-Camera-Power'

El machismo en la industria cinematográfica en aspectos como los papeles que se suelen asignar a las mujeres, la exigencia de la juventud o las diferencias salariales son temas que se han tratado en muchas ocasiones. Pero en su documental Menkes los aborda desde una perspectiva más técnica que parte del concepto que Laura Mulvey, teórica del cine feminista, expuso en su ensayo de 1973 Visual Pleasure and Narrative Cinema: lo que se conoce como ‘male gaze’, es decir, la mirada masculina. Esa perspectiva se traduce en un lenguaje visual que “nos dicta unas maneras de mirar tan específicas que casi parecen leyes”, afirma Menkes en su cinta.

Las claves son las siguientes. El diseño de los planos determina quién es el sujeto activo, el que mira (el hombre) y el pasivo, que es observado (la mujer). El encuadre muestra los cuerpos de los hombres enteros, mientras que los de las mujeres se enseñan fragmentados y, en cualquier momento, los desnudos pueden aparecer aunque no sean necesarios en la trama. El movimiento de cámara e imagen también es determinante: en el caso de las mujeres, la cámara lenta se utiliza para los momentos en los que se muestra su cuerpo para enfatizar su sexualidad mientras que, en el caso de los hombres, se utiliza en las escenas de acción o violencia. La luz que ilumina a los protagonistas masculinos en los primeros planos siempre es dura y directa, les da profundidad, pero la de las mujeres es más tenue y las ‘aplana’: ellos son tridimensionales, ellas bidimensionales.

El encuadre muestra los cuerpos de los hombres enteros, mientras que los de las mujeres se enseñan fragmentados y, en cualquier momento, los desnudos pueden aparecer aunque no sean necesarios"

Entre los clips seleccionados para el documental, se pueden ver ejemplos flagrantes de este lenguaje. Uno de los más llamativos es el de Carrie (Brian De Palma, 1976): después de una primera escena en la que la protagonista aparece jugando mal al voleibol, la cámara pasa al interior del vestuario donde ella y el resto de jugadoras se están duchando sin que esa colección de desnudos venga a cuento para nada. Cada vez que una ‘chica Bond’ –Ursula Andress, Halle Berry– sale del mar lo hace de forma ralentizada, y en La dama de Shanghai (Orson Welles, 1947) Rita Hayworth se pasa la mayor parte del tiempo en bikini rodeada de hombres vestidos y bien iluminados. Por supuesto, Alfred Hitchcock no podía faltar en la lista con La ventana indiscreta (1954), una especie de oda involuntaria a la mirada masculina en el cine.

"Empecé a pensar en estas cosas hace 25 años, cuando comencé a hacer mis propias películas. Fui consciente desde el principio de que mi perspectiva como mujer no está representada en las películas", explica Menkes. "En la escuela de cine, nadie creía que hubiese mujeres directoras. Godard era Dios, y si se te ocurría decir algo sobre la forma en la que mostraba a las mujeres, te miraban como si estuvieras loca". "Ahora parece que tras el movimiento MeToo la gente está más preparada para escuchar estas cosas", sostiene.

Si eso es lo que vemos siempre, es invisible, es el aire. No te percatas del aire, por tanto es igual de posible que una mujer reproduzca ese tropo que que lo haga un hombre”.

Amy Ziering

— Productora y directora de títulos como 'Allen v. Farrow'

Su filmografía está bien nutrida. Su primera película fue A Soft Warrior (1981), protagonizada por su hermana Tinka Menkes que también aparece en otros de sus títulos como Magdalena Viraga (1986), The Bloody Child (1996) o The Crazy Bloody Female Center (2000). Además de Brainwashed, en 2022 Menkes firmó el corto The Lioness. "También soy la directora de fotografía de mis propios trabajos. Mi manera de pensar en el marco que voy a aplicar o dónde irá la cámara es muy automática", dice para explicar cómo se libra de ‘la mirada masculina’ que sí afecta a otras realizadoras como la mencionada Sofia Coppola. ¿Cómo es posible que una mujer tenga esa perspectiva de hombre cis heterosexual? Amy Ziering, productora y directora de títulos como Allen v. Farrow, lo explica de manera muy clara en Brainwashed: “Si eso es lo que vemos siempre, es invisible, es el aire. No te percatas del aire, por tanto es igual de posible que una mujer reproduzca ese tropo que que lo haga un hombre”.

Menkes desarrolla que este lenguaje visual que se utiliza en el cine tiene una influencia directa en la discriminación laboral así como en el abuso y la violencia sexual contra las mujeres. La cultura de la violación se alimenta constantemente desde la pantalla–escenas de sexo en las que la mujer dice no para finalmente ceder a los deseos del hombre y mostrarse complacida, la glamourización de la agresión– y se perpetúa en la realidad. De hecho, el MeToo sacó a la luz que el 94% de las mujeres de Hollywood son víctimas de acoso o agresión sexual. "Un conocido director de fotografía con el que trabajé en mi película Phantom Love (2007) me dijo que todas las mujeres jóvenes corren peligro en los platós de cine", recuerda Menkes.

"Es cierto que está cambiando y la aparición de figuras como los coordinadores de intimidad han supuesto un gran avance", sostiene. Estos se encargan de que los actores y actrices estén cómodos cuando graban escenas de sexo y no haya situaciones inesperadas como desnudos o acciones no especificadas en el guion. "Pese a todo, cada día sale una noticia en los medios relacionada con este tema. Pero bueno, por lo menos ahora tenemos conciencia de lo que pasa, antes nadie hablaba de ello", afirma.

Cuerpos de película

El jueves 9 de marzo, Movistar Plus+ emite el documental Cuerpos de película, dirigido por Kristy Guevara-Flanagan. Estrenado en el Festival de Tribeca en 2022, también está centrado en el tema de la cosificación e hipersexualización de la mujer en el cine por la ‘mirada masculina’ de la que habla Nina Menkes (de hecho, algunas entrevistadas como la actriz Rosanna Arquette aparecen en ambos trabajos), aunque no lo trata desde un punto de vista técnico. En la cinta se muestran los retoques digitales para rejuvenecer a las actrices, la realidad de los dobles de cuerpo, la formación que siguen las coordinadoras de intimidad o cómo se muestra la sexualidad de las personas transgénero o con discapacidad en el cine, entre otras cuestiones.

Hay algunos puntos en los que inciden ambos documentales, como el gran número de escenas de violación en la pantalla. La actriz Rose McGowan, que en 2017 denunció a Harvey Weinstein por haberla violado y ha sido una de las voces más destacadas del MeToo, sostiene en el documental que “muchas veces, los guionistas creen que la única forma de que un personaje femenino se haga fuerte es que la violen sin ninguna razón aparente. Eso no son mujeres fuertes. Son mujeres maltratadas que tienen que sobrevivir y estar guapas mientras lo hacen”.

La realizadora también utiliza escenas de películas como ejemplos y entrevistas a otros personajes como Jane Fonda, cuyo testimonio como protagonista de Barbarella es crucial para entender el temor histórico de las actrices a los desnudos. Pero todas las declaraciones, los clips de los filmes y las teorías que tanto Menkes como Guevara-Flanagan muestran en sus trabajos llevan a la misma conclusión: mientras la mirada del cine sea la del patriarcado, las mujeres seguirán siendo el objeto pasivo de la historia.