Historia de una canción 'expoliada' (I)

No hay mucho dinero: 'Espaldas mojadas', de Tam Tam Go!, o cómo la industria vampirizó un 'hit' de los 90

La historia de aquel éxito, que se adelantó a todos en denunciar la situación de los inmigrantes, ilustra bien el funcionamiento abusivo de la industria musical española de las pasadas décadas

Nacho Campillo, el líder de la banda Tam Tam Go!, en su casa de Madrid.

Nacho Campillo, el líder de la banda Tam Tam Go!, en su casa de Madrid. / Alba Vigaray

Carlos H. Vázquez

Diciembre de 1990. Tam Tam Go! se sitúa en lo alto de Los 40 Principales con Espaldas mojadas. El trío formado por Nacho y Javier Campillo con Rafael Callejo publicaba ese año su tercer disco, el segundo con EMI después de Spanish romance (1989), sucesor de aquel debut titulado Spanish shuffle (1988), lanzado con Producciones Twins. Tanto el elepé como el single del mismo título (Espaldas mojadas) fueron el cenit comercial de Tam Tam Go! Sin embargo, ellos firmaron un contrato –como tantos otros artistas de la época– que les “arrebató” los derechos editoriales de Espaldas mojadas.

La canción

“He dejado mi casa / Me persiguen y no sé qué me pasa / Sin pasaporte y sin Visa voy / Navego contra la corriente y la brisa...”. Explica Nacho Campillo que la versión auténtica y verdadera del origen de la canción Espaldas mojadas viene por un viaje que realizó entre 1980 y 1981 acompañando a una amiga, la actriz Patricia Adriani, que sería a la postre la protagonista del videoclip del citado tema. “Le surgió la posibilidad de hacer una película en Estados Unidos y, como no hablaba bien inglés y yo acababa de llegar de Londres, me convenció para que la acompañara como mánager. Me puse un traje, viajamos a Los Ángeles y durante quince días estuve haciendo labores de representante”. La película se titulaba Good King Harry e iba a estar dirigida por Ken Kwapis y producida por Brian Grazer.

Patricia hizo la prueba con éxito, pero la película nunca se llegó a rodar. Campillo prosigue con el relato: “Nos alojamos en Beverly Hills, nos pusieron una limusina... Todo pagado por la productora. Conocimos a todo el staff del Beverly Hills Hotel, que era mexicano. Uno de ellos nos contó la historia de su vida, cómo había llegado hasta allí cruzando el Río Grande, sin papeles y de manera ilegal”. En el avión de vuelta, Nacho esbozó algo de la letra y años más tarde, sobre 1986, cuando montaron Tam Tam Go!, surgió la letra entera. “Yo escribí la letra y la música, pero rematamos la canción como grupo en una prueba de sonido. Mi hermano Javier hizo el estribillo y Rafa hizo el riff famoso. Entre todos la construimos”.

Para conocer la otra versión del nacimiento de Espaldas mojadas no hace falta el avión. Javier Campillo, hermano de Nacho y miembro también de Tam Tam Go!, habla de los contrabandistas que cruzaban el río Caya para transportar café desde Portugal hasta Badajoz: “Nuestra manera de componer era un poco atípica. Siempre hemos tenido un cierto compromiso con la sociedad: la homosexualidad, el travestismo, el desempleo, la vejez... Y queríamos hacer una canción de inmigración. Mi hermano vino con la idea de Los Ángeles y yo con la de Portugal, pero la hicimos juntos”. “Es cierto que llevamos en el A.D.N. la frontera”, apostilla Nacho. “Vivíamos a pocos kilómetros de Portugal y, de chicos, con ocho o nueve años, veíamos el río Caya desde el balcón de nuestra casa y cómo por allí pasaban los contrabandistas con las mochilas de café. Creo que eso se nos quedó en el subconsciente y salió también de ahí la necesidad de hacer esa canción”.

De por vida

Aunque Espaldas mojadas fue concebida en los primeros años de la década de los 80, no se publicó hasta 1990, dentro del elepé de título homónimo Espaldas mojadas, donde se encontraban también temas como Crimen pasionalJennifer BonesAsí baila el pelícanoMujer de papel o Un juramento entre tú y yo, además de los cortes en inglés (Better waysEste payo y Kiss me that way) o parcialmente en el idioma natal del autor (Asunción en avión). “Nosotros empezamos cantando en inglés y las ideas en castellano las echábamos a un lado hasta que decidimos, un poco antes de 1990, empezar a cantar en castellano”. Según Nacho, Spanish romance vendió muchísimo menos que Spanish shuffle, que despachó 200.000 vinilos. Duda, sin embargo, que con la segunda entrega alcanzaran las 50.000 copias vendidas. “Tuvimos un disco de oro pero pelado”, añade. “En EMI estaba Javier Lozano de A&R y el director de marketing era Carlos San Martín, junto con Ricardo Ortiz. Fue cuando empezaron a plantearnos que cantáramos en castellano”. “Vendimos 37.000 copias de Spanish romance. La Cadena SER dijo que promocionaría a los grupos que cantaran en castellano, no a los que cantaban en inglés. Entonces lo pararon, no nos dejaron hacer promoción, y no entró de número uno ninguna canción de aquel disco, así que tuvimos que hacer otro, que fue Espaldas mojadas”, añade Javier Campillo.

Nos obligaban a firmar con su editorial. Ahí nos la colaron; firmamos el copyright de las canciones de por vida y recibíamos el 50%

En EMI, Tam Tam Go! seguían con Isabel Casado, su representante desde los tiempos de Twins. “Ella fue la que también se peleó luego con Paco Martín porque nos quería obligar a grabar otro disco con las mismas condiciones que el primer álbum. Teníamos por contrato un disco y una prórroga. Nos podía mejorar un poco el contrato, pero nos negamos. Paco se rebotó, nos demandó, fuimos a juicio y ganamos”. Entonces llegó EMI con un contrato mejor y Tam Tam Go! firmó por tres discos: Spanish romanceEspaldas mojadas y Vida y color. “Nosotros no teníamos mucha idea todavía porque acabábamos de llegar. Llevábamos un par de años en la industria, pero según Isabel, que era muy peleona, el contrato con EMI era bueno para aquella época”. Campillo aporta que recibieron un adelanto de entre 6 ó 7 millones de pesetas y un 10% de royalties, “pero nos obligaban a firmar con su editorial. Ahí nos la colaron; firmamos el copyright de las canciones de por vida y recibíamos el 50%”. En la actualidad, ya no se puede firmar de por vida con la editorial. Nacho aventura que si se pusieran a pleitear, seguramente recuperarían parte de los derechos, pero lamenta que no es fácil.

El 12 de abril de 1996 entró una nueva ley que cambió todo aquello. Eso les permitía litigar con más ventaja con las compañías y las editoriales. “Hemos ganado dos o tres demandas en nuestra vida y meternos en otra es agotador, aunque la justicia dé el beneplácito al artista, porque nos han estado tangando durante muchísimos años. Yo tengo mi propia editorial y trabajo con Peer Music, que me tratan muy bien, pero las editoriales y las compañías han robado mucho a los artistas”. A partir de entonces, el 60% era para el autor y el 40% restante para la editorial. “Pero esa es una norma tácita”, matiza Javier Campillo.