Guardando las distancias: Tiempos dudosos para las promesas

Para que se cumpla el pacto firmado esta semana lo que tiene que haber es una apuesta verdadera por la cultura

El Pacto por la cultura se firmó esta semana en el Pignatelli.

El Pacto por la cultura se firmó esta semana en el Pignatelli. / GOBIERNO DE ARAGÓN

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Llegan tiempos extraños, quedan apenas dos meses para unas elecciones y un poco más para las generales, y se agolpan las promesas y las revisiones de lo que se prometió y no se ha cumplido. La cultura, tradicionalmente, ha pasado de puntillas por los programas electorales de todos los partidos y siempre aparecía con vaguedades como «apoyo a la cultura», «inversiones en cultura», «creer en la cultura como industria» y pocas certezas ni apuestas. Es cierto que de un tiempo a esta parte, ha tenido también mucho que ver la movilización del sector, la cultura parece que, al menos, empieza a formar parte de las promesas de campaña e incluso en algunos programas vienen aspectos más concretos. Supongo que la victoria total se conseguirá cuando, además de hacer promesas, se cumplan, o si no se pueden cumplir por imponderables (otra cosa es la definición de imponderable), por lo menos se tenga que responder por no haberse llevado a cabo.

Empiezo así mi reflexión a raíz del Pacto por la Cultura que se ha firmado esta misma semana en la sede del Gobierno de Aragón por 21 instituciones de la comunidad. El pacto cuenta con varios puntos (algunos de ellos, en mi opinión, tan amplios que incluso no se podrá ni pedir cuentas por ellos), pero, fundamentalmente, habla de un compromiso del Gobierno de Aragón (al menos, del que hay ahora, a partir de mayo ya veremos) de que el presupuesto cultural del mismo llegue al 2% del total en 2031. Es decir, según las propias previsiones de la DGA, estamos hablando de que en ocho años el presupuesto cultural en la comunidad pase de 25 a 120 millones. O lo que es lo mismo, que se aumente en 95 millones de euros, lo que hace una media de casi 12 millones de euros más cada año y sin paso atrás.

No solo una apuesta monetaria

A priori, a mí me parece algo bastante complicado de conseguir teniendo en cuenta la trayectoria de los presupuestos de este siglo y dada la situación actual. Por supuesto, ojalá me equivoque y por fin haya, además de una apuesta de intención, una monetaria de calidad. ¿Por qué soy escéptico? Porque este incremento que se ha firmado (valga lo que valga eso a la hora de la verdad) no depende únicamente de que se destine más dinero sino que para que eso ocurra lo que tiene que haber es una verdadera apuesta por la cultura. Y eso implica que se coloque a la cultura por encima de otras prioridades de gobierno. Ese es el verdadero cambio que se debe dar en los gobernantes (y en la sociedad) porque, a partir de ese momento, desde que se considere a la cultura como una prioridad verdadera, el camino presupuestario será mucho más sencillo.

Mientras tanto, me quedo a la expectativa de ver si se produce ese calendario de llegar a los 120 millones de euros en cultura en 2031, pero con la sensación de que otra vez se está intentando construir una casa sin contar todavía con cimientos sólidos. Necesitamos un plan educativo que vaya de la mano con el cultural para que entre todos seamos capaces de comprender (y hacer comprender) que una sociedad solo avanzará sin freno posible cuando seamos capaces de ver nuestra identidad cultural como confrontación para hacernos mejores seres humanos.

Ojalá lleguemos a ese 2% firmado esta misma semana en la sala de la Corona del Edificio Pignatelli de Zaragoza por todo lo que eso significará, pero, de momento, prefiero quedarme a la expectativa. Son tiempos peligrosos para las promesas y los análisis. 

Suscríbete para seguir leyendo