EL VISOR DE CHUS TUDELILLA

El visor de Chus Tudelilla: Encarnación Cabré Herreros, primera arqueóloga española

Encarnación Cabré creció rodeada de los materiales arqueológicos que, progresivamente, ocuparon las estancias del palacio de Santa María de Huerta, residencia de verano de los marqueses de Cerralbo

Familia Cabré y el grupo de trabajadores en Las Cogotas, c.1927

Familia Cabré y el grupo de trabajadores en Las Cogotas, c.1927 / Chus Tudelilla

Chus Tudelilla

Chus Tudelilla

Los jardines del palacio de Santa María de Huerta (Soria), residencia de verano de los marqueses de Cerralbo y lugar donde Enrique de Aguilera y Gamboa, el marqués, organizaba sus campañas arqueológicas, son el escenario de las primeras fotografías que Juan Cabré hizo a su hija Encarnación Cabré Herreros (Madrid, 1911-2005).

En aquella propiedad que había sido una fundación monacal cisterciense hasta que, con la Desamortización de Mendizábal, fue adquirida en 1846 mediante subasta por Inocencia Valle Serrano y Cerver, futura marquesa de Cerralbo, Encarnación Cabré creció rodeada de los materiales arqueológicos que, progresivamente, ocuparon las estancias del palacio; allí conoció a los más destacados historiadores y arqueólogos nacionales e internacionales que, deseosos de ver los hallazgos de las campañas del marqués, acudían al palacio e intervenían en las tertulias científicas y literarias.

Desde muy temprano Encarnación Cabré acompañó a su padre a los yacimientos, donde aprendió la estricta metodología de trabajo que caracteriza la singular aportación de Juan Cabré a la arqueología: diario de excavación, levantamiento de planos, registros gráficos generales y en detalle para contextualizar los hallazgos que, tras la limpieza, catalogación y, de ser precisa, restauración, se fotografiaban y dibujaban; operaciones a las que Encarnación Cabré aportó su formación universitaria que la convertiría en la primera mujer arqueóloga de España y en la primera arqueóloga de campo, como subraya Isabel Baquedano, estudiosa de su trayectoria.

Encarnación Cabré HerrerosPrimera arqueóloga española

Encarnación Cabré examinando restos en La Osera c.1932 / Chus Tudelilla

En el verano de 1927 Juan Cabré, director del Museo Cerralbo desde 1922, empezó las excavaciones de Las Cogotas en Cardeñosa (Ávila), primera campaña en la que participa Encarnación Cabré sobre la que tratan sus primeras publicaciones: Manifestaciones del culto solar en la cerámica de las Cogotas, único estudio realizado por una mujer española en el IV Congreso Internacional de Arqueología celebrado en Barcelona en 1929; o El problema de la cerámica con incrustaciones de cobre y ámbar de Las Cogotas, que presenta en el XV Congres International d’Anthropologie et d’Archéologie Prehistorique Portugal 1930 publicado en París en 1931. Era tan extraña la presencia de una mujer española en congresos científicos que la prensa publicó la fotografía de Miss Congress, como la llamaron.

En otoño de 1931, Encarnación Cabré se hizo cargo de la excavación en el yacimiento ibérico del Cabezo de Azaila (Teruel), que su padre y Lorenzo Pérez Temprado habían iniciado en torno a 1919. La primera fase de la campaña terminó en 1935, y la segunda se realizó entre 1940 y 1942. Son numerosas las fotografías de aquellos años que Juan Cabré tomó del yacimiento junto al que posan su mujer, Antonia Herreros, y sus hijos, Encarnación y Enrique. A las excavaciones en Las Cogotas y Azaila siguió, a partir de 1932, una nueva campaña en la necrópolis de La Osera en Chamartín (Ávila), al tiempo que, una vez finalizados sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, Encarnación Cabré inicia el doctorado sobre «Las espadas de la Edad de Hierro en la Península Ibérica», que no concluiría.

Encarnación Cabré HerrerosPrimera arqueóloga española

Encarnación Cabré en la zona de piedras hincadas junto a la rampa de asalto del Cabezo de Alcalá, Azila, c.1931 / Chus Tudelilla

En 1933 participó en el Crucero Universitario por el Mediterráneo que, a iniciativa del profesor Manuel García Morente, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, partió el 15 de junio del puerto de Barcelona en el barco Ciudad de Cádiz convertido en un aula en marcha, que así lo llamó. En el proyecto docente, que reunió a cerca de 200 personas entre profesorado y alumnado, las clases y conferencias introducían las visitas a los principales yacimientos arqueológicos del Mediterráneo; una propuesta educativa novedosa que contó con el apoyo de Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública, quien facilitó la concesión de ayudas a estudiantes que no podían costearse el viaje.

El 1 de agosto el barco regresó a Valencia. Entre el profesorado cabe mencionar a Gómez-Moreno, Obermaier, Pericot, Camps Cazorla, García Bellido, Carmen García de Diego, Lafuente Ferrari, Gregorio Marañón o Rafael Sánchez Ventura; y entre el alumnado, Encarnación Cabré participó de la experiencia junto a Martín Almagro, Antonio Tovar, Chueca Goitia, Juan Pérez de Ayala, Salvador Espriu, Isabel García Lorca, Soledad Ortega Spottorno, Julián Marías, Laura de los Ríos Giner o Jaime Vicens Vives.

La actividad docente de Encarnación Cabré, que compatibilizó con excavaciones en La Osera y en la cueva de Los Casares en Riba de Saelices (Guadalajara), cuyos resultados publicó en revistas nacionales e internacionales, comenzó el curso 1934-1935 como profesora de historia y geografía en el Instituto-Escuela de Madrid, fundado en 1918 con el propósito de introducir la pedagogía más avanzada de Europa; y en la Universidad de Madrid, donde obtuvo la plaza de profesora ayudante de la cátedra de historia del arte griego y romano.

Encarnación Cabré HerrerosPrimera arqueóloga española

Encarnación Cabré HerrerosPrimera arqueóloga española / Chus Tudelilla

También dio clases sobre arte musulmán en el Marruecos español. Obtuvo dos becas de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en 1934 y 1935 que le permitieron viajar a diferentes ciudades de Alemania, Francia, Italia y Suiza, para obtener información referida a su tesis; Juan Cabré, que no sabía idiomas, aprovechó el viaje de 1935 de Encarnación que fue su intérprete en las visitas programadas a los principales museos con el propósito de conocer instalaciones e incorporar las novedades museográficas en el museo Cerralbo. Encarnación Cabré tenía tiempo para todo, también para formar parte de las Misiones Pedagógicas.

Y estalló la guerra. Juan Cabré decidió no salir de Madrid y ocuparse de la protección de los bienes del Museo Cerralbo. Como siempre había sido, su mujer Antonia y sus hijos Encarnación y Enrique, se quedaron a su lado. Los nombres de Juan Cabré, Encarnación Cabré Herreros y Enrique Cabré Herreros figuran entre quienes participaron en la protección del patrimonio histórico español durante la guerra civil.

Los bienes del Museo Cerralbo se salvaron y Juan Cabré recibió las felicitaciones del marqués de Lozoya. Poco después le comunicaron el cese en la dirección del museo. Llegaron los expedientes de depuración para Juan Cabré y Encarnación Cabré que la obligaron a dejar la docencia y su tesis, tan avanzada ya. En 1939 se casó con Francisco Morán y tuvo ocho hijos. Cuando su padre murió, en 1947, se hizo cargo de su legado y quiso recordarlo con la publicación de trabajos que llevaban sus firmas. A partir de 1974 regresó a la investigación, si es que alguna vez la abandonó por completo, en colaboración con personas de su absoluta confianza.

Encarnación Cabré HerrerosPrimera arqueóloga española

Decoración cerámica ibérica, Azaila, c.1931 / Chus Tudelilla

Encarnación Cabré y su hermano Enrique sabían lo importante que era compartir conocimientos. Lo aprendieron de su padre, asiduo de bibliotecas y archivos públicos y privados. Era preciso donar a las instituciones el legado conservado para mantener activa, mediante la investigación, la memoria de Juan Cabré. En 1987 se inauguró en Calaceite el Museo Juan Cabré con las donaciones de Encarnación y Enrique Cabré al Gobierno de Aragón. Encarnación Cabré Herreros murió en 2005, y en junio de 2006 la Universidad Autónoma de Madrid recibió de la familia Cabré el legado documental y gráfico de Juan Cabré y Encarnación Cabré Herreros.

En el jardín del Museo Arqueológico Nacional de Madrid una placa la nombra.

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