MÚSICA
Crítica del concierto de Estrella Morente: La desazón flamenca
La artista andaluza deleitó al público más entregado (la mayoría) y decepcionó a los espectadores más críticos
Corta de voz y sobrada de abanico, mantón y aires de diva, la que temporalmente fue la reina del flamenco contemporáneo actuó el lunes en Zaragoza para deleite del público más entregado (la mayoría de los espectadores) y decepción de los espectadores más críticos. Estrella Morente, o sea, cantaora y cantante que embruja con el carisma de sus cuerdas vocales cuando estas le responden y no tiene prisa por abandonar el escenario.
Solo hay que escuchar las grabaciones y ver en vídeo sus directos de hace unos años para observar la sima que se abre entre ese tiempo y el actual. José Carbonell 'Montoyita' y José Carbonell Monty (guitarras), Ángel Gabarre y Antonio Carbonell (palmas y coros) y Pedro Gabarre 'El Popo' y Curro Conde Morente (percusiones) acompañaron a Estrella en un concierto algo más corto de los previsto y profundamente irregular.
Poca fluidez y emoción
Y poco importa si el programa presentado es flamenco, mucho flamenco, que diría Mariano, o poco flamenco; y tanto nos da que la artista eche mano de piezas que fueron cantadas por su padre y permanecen en la memoria del espectador. Lo esencial es que el cante fluya, emocione, atrape, apasione. Y poco de eso hubo el lunes en el principal. Tal vez el inicio por alegrías, los fandangos que les siguieron y la recreación de 'Habanera de lo imposible', de Carlos Cano.
Pero no brotó la magia en 'El lenguaje de las flores', que Morente padre incluyó en el disco dedicado a García Lorca, ni en las tarantas 'Soy del reino de Almería', ni en 'Si yo encontrara la estrella' (otro arrebato del gran Enrique), ni en 'Una espina clavada', ni el final rumbero, rematado por tango (argentino, no flamenco), de 'La noche de mi amor', canción escrita por la brasileña Dolores Duran y que, además de ella, cantaron, cada una en su estilo, Chavela Vargas y Lola Flores. Qué lástima, que diría León Felipe. Y hablando de poetas: el lunes, escuchando a Estrella, fue imposible no recordar la desazón del lenguaraz Quevedo plasmada en 'Roma sepultada en sus ruinas': "¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura, huyó lo que era firme y solamente lo fugitivo permanece y dura!".
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