Entrevista |

Alana S. Portero (autora de 'La mala costumbre'): «La masculinidad clásica convierte a los hombres en víctimas»

La escritora ha presentado este miércoles su quinto libro en la librería La Montonera de Zaragoza.

La escritora Alana S. Portero, este miércoles, en el Hotel Palafox de Zaragoza.

La escritora Alana S. Portero, este miércoles, en el Hotel Palafox de Zaragoza. / Andreea Vornicu

Álvaro Jordán

Álvaro Jordán

Narrada desde una singular y desgarradora voz en primera persona, la autora Alana S. Portero recorre la adolescencia de una niña atrapada en un cuerpo que no sabe habitar, que intenta comprenderse a sí misma y al mundo en el que vive. Desde su infancia en un barrio de clase obrera arrasado por la heroína en los ochenta hasta las noches clandestinas en el centro del Madrid de los noventa. 

Quinto libro y primera novela. ¿Qué sensaciones está teniendo tras su publicación?

Son espectaculares, estoy muy sorprendida. Las críticas están siendo buenas, la prensa está siendo muy generosa y la acogida de los lectores ha sido muy inesperada. Estoy muy feliz. 

¿Cómo surgió esta obra?

El proyecto surgió alrededor del año 2017. En un principio, mi idea era crear una novela de infancia. Pero conforme la iba desarrollando decidí optar por una novela de crecimiento. Es un género que le da más juego a los personajes y a sus historias, con espacio a más perspectivas. 

Un tiempo más tarde, la novela acabó siendo un éxito en la Feria del Libro de Fráncfort el año pasado. ¿Cómo recuerda ese momento?

No me lo creía. Me enteré gracias a una amiga y a mi agente, cuando me llamaron para contarme que la novela estaba captando los intereses de todos los editores. Es algo que me pilló en pijama, literalmente. Aunque confieso que todavía sigo en pijama, ya que no termino de adaptarme a toda esta repercusión, teniendo en cuenta que no soy una persona tan conocida. Que mi primera novela vaya a traducirse a nueve idiomas y publicarse en once países es algo increíble

En esta historia destaca esa relación con la épica griega, con el mito del héroe y la veneración de los iconos pop como si fueran dioses.

Totalmente. Por un lado, las figuras pop cumplen la función de santoral: están en continuo cambio y se reinventaban constantemente en los 80, parecían personas distintas de un disco a otro y daba a la gente trans unas figuras a las que aferrarse en sus días malos. Por otra parte, los mitos griegos son un elemento siempre presente en mis obras, me crié con esos cuentos clásicos y creo que combinar esa magia con la dureza de un barrio es un cóctel con mucho potencial

¿’La mala costumbre’ es una novela autobiográfica?

Diría que el 80% de la novela es ficción. Yo creo que intento revisitar mi pasado para cambiarlo y hacer ficción con él. La estructura de la novela sí que tiene cierta inspiración en mí. 

¿Puede decir algunos ejemplos de esa inspiración?

El barrio de la protagonista, San Blas, es mi barrio; las zonas de Madrid que visita son sitios que conozco muy bien e, incluso, los personajes surgen a raíz de combinaciones con varias personas de mis círculos sociales. 

¿De qué forma ha cambiado el barrio de San Blas hasta la actualidad?

No tiene nada que ver con lo que era antes. Casi todas las viviendas que había se han derruido y se ha perdido bastante su tejido social. La vida del barrio antes era mucho más comunal, con muchas asociaciones de vecinos. Pero ahora se ha vuelto demasiado individualista, demasiado diferente. Al final, creo que es por el efecto de gentrificación que está habiendo en Madrid. Le quita esa antigua esencia casera a todos los barrios.

«La generación de los 80 acabó perdiendo todas sus esperanzas por la heroína y el SIDA»

¿Madrid también ha cambiado?

Desde luego. La veo con mucha pena y preocupación, no se parece en nada a la Madrid en la que me crié. Se está convirtiendo en un franquiciado, lleno de consumismo por todas partes. Madrid siempre ha sido una ciudad grandilocuente, pero también contaba con esa atmósfera íntima, de callejones y personas. Aún mantengo la esperanza de que la ciudad resista y recuerde su pasado. 

¿Cómo fue convivir con la ‘Generación Perdida de la Droga’ en primera persona?

Terrorífica, fue una situación que se llevó a gente muy joven, ya no solo por la heroína sino también por el SIDA. Recuerdo ver a madres arrancando de rabia las carnes de los cadáveres de sus hijos, entre llantos. Se perdió muchísimo talento, era la primera generación que vivía con completa libertad después del franquismo. Toda la sociedad tenía puestas las esperanzas en ellos, y esas esperanzas se acabaron perdiendo

Otro tema presente en la obra es la masculinidad clásica. ¿Qué opinión le merece?

Son unos valores que recibí en mi infancia, pero que no compartía. Creo que ese tipo de masculinidad convierte a los hombres en víctimas: estrecha sus capacidades de pensamiento, de expresión e, incluso, de movimiento. 

«El movimiento trans se respeta cada vez más, pero es una realidad muy frágil en España»

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¿Cuál es el mensaje de la obra que más le gustaría que se quedase en los lectores?

Que no hay tantas cosas que diferencien a mi colectivo del resto. Nuestras vidas son muy parecidas si uno se aleja de los prejuicios. 

¿Cómo ve la situación de la transfobia en España actualmente?

El movimiento se respeta cada vez más, pero es una realidad muy frágil afectada por un discurso político y evangélico proveniente de Estados Unidos. Las redes sociales no ayudan en este tema. Les debo mucho, ya que han promocionado mi trabajo, pero son muy peligrosas. Por ejemplo, el debate que hubo en Twitter sobre la Ley Trans es algo que no se tendría que haber puesto de esa forma. Se puede debatir si estaba bien o no, perfilar si estaba mejor o peor hecha. Pero deshumanizar ese proceso es algo que no ayudaba ni a la víctima ni al atacante.