MÚSICA

Crítica de Javier Losilla: Los gatos medievales y Le Chat Noir de la Ciudadela

El repertorio tuvo momentos de notable inspiración interpretativa, pero el pianista sobresalió más que la cantante

Ensemble Dialogos Katarina Livljanić presentó en Jaca el espectáculo ‘La Belle Époque… Médiévale’.

Ensemble Dialogos Katarina Livljanić presentó en Jaca el espectáculo ‘La Belle Époque… Médiévale’. / FESTIVAL EN EL CAMINO DE SANTIAGO

Javier Losilla

Javier Losilla

JACA

En la fachada del cabaret parisino Le Chat Noir (a partir de 1885, en su segunda etapa, cuando fue ubicado en la rue Victor-Massé), lucían dos lámparas neomedievales, obra del escultor, pintor e ilustrador francés de origen suizo Eugène Grasset. No fueron esas luminarias los únicos elementos de inspiración medieval que ambientaban uno de los cabarets más famosos de la llamada Belle Époque: la música tampoco se resistió al encanto de las tonadas de los trovadores. Si no me creen pueden preguntarle a Erik Satie, quien también frecuentó otros locales como Le Divan Japonais y L’Auberge du clou, donde conoció a Debussy.

Yvette Guilbert (1867-1944) fue una de las grandes artistas de ese despreocupado periodo que comenzó en 1870 y dijo adiós cuando la Gran Guerra de 1914 mostró sus fauces. Ivette debutó como actriz en 1887 y tres años después se trasladó a Montmatre para ser a estrella del Moulin Rouge (también pasó por Concert Parisien y Ambassaderurs). Fue inmortalizada por Toulouse-Lautrec y mantuvo correspondencia con uno de sus más rendidos admiradores: Sigmund Freud. Guilbert trabajó con poetas como Charles Paul de Kock, y esa colaboración produjo canciones como la exitosa 'Madame Arthur' («La señora Arthur es una mujer que dio mucho que dio que hablar mucho tiempo / sin periódicos, sin nada, sin publicidad/ Tenía multitud de amantes y todos querían ser amados por ella»). Pero Yvette, a partir de 1910, también rescató composiciones de la época medieval francesa, como 'Jésus Christ' ('Chateries du Moyen Age'. París, 1926) y 'La passion du doux Jésus ('Chansons de la vieille'. París, 1907).

Universo cabaretero parisino

Les hago este viaje por el universo cabaretero parisino con cadencias medievales porque el lunes, en la Ciudadela de Jaca, Ensemble Dialogos Katarina Livljanić presentó el espectáculo 'La Belle Époque… Médiévale'. El Ensemble lo forman la mencionada Katarina, musicóloga y cantante, y su compatriota (croata) el pianista Danijel Detoni. Las piezas que he mencionado formaron parte de un sugerente repertorio que tuvo momentos de notable inspiración interpretativa, pero en el que el pianista sobresalió más que la cantante, algo envarada, rígida en ocasiones y falta de matices en una voz de destacado rango, pero atrapada en un bucle de agudos y graves sin pasos intermedios. Con todo, dio lo mejor en piezas como 'Tendrement', 'Le diner à l’Elysée' y 'Chez le docteur', con músicas de Satie y textos de Vincent Hyspa (1865-1938). Por cierto: escuchando la última de las canciones mencionadas se adivina de dónde procedía alguna de las musas de Georges Brassens.

Debussy, con textos de 'Trois chansons de Bilitis', del pícaro Pierre Louÿs, y con instrumentales como 'Ondine' y 'Général Lavine', y J.A. Vignix con 'L’eloge des vieux', popularizada por Ivette Guilbert, formaron igualmente parte de un programa dominado en conjunto por el antiwagneriano y precursor de los caminos de la vanguardia Erik Satie ('Je te veux', 'Allons-y, chochote' e instrumentales como 'Chanson médiévale' y 'Réveries de l’enfance de Pantagruel', por ejemplo, además de un texto de sus escritos 'La journée du musicien'. Y de propina, otro gran divertimento de 'mademoiselle' Guilbert: 'Partie carrée (Les Boudins et les Boutons)'.

La Iglesia medieval tuvo la ocurrencia de asociar los gatos con la brujería, la oscuridad y el diablo. Pobres gatos, que fueron torturados y sacrificados en tremendos rituales de ailuromancia. Siglos más tarde, un gato libre de prejuicios y supersticiones, Le Chat Noir, fue paradigma de libertad y creatividad. Fue el que maulló el lunes en la Ciudadela de Jaca.

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