Clara Peya hacía en el Mercat de Música Viva de Vic, que este año ha celebrado su trigésima quinta edición, la prepresentación de Corsé, su nuevo y reciente disco. De las canciones que lo conforman dijo que son una defensa de la imprecisión. Gran paradoja, puesto que estamos hablando de un puñado de composiciones perfectamente construidas, con margen para la improvisación, pero redondas. Es lo que se llama la belleza de la incertidumbre.
El de Clara Peya fue, junto con los de Marco Mezquida y Marc Parrot, uno de los conciertos más sobresalientes del último (por ahora, claro) Mercat de Música Viva de Vic. A él llegaremos, claro, pero antes hay que anotar la magia de las teclas y las cuerdas (del piano) de Marco Mezquida, ese creador e instrumentista que reúne todas las músicas, todos los ritmos, todas las emociones. Mezquida, acompañado por Masa Kamaguchi (contrabajo) y Ramon Trats (batería), facturó el concierto de apertura del Mercat; es decir, lanzó a los espectadores un torrente de creatividad, pasando de la furia a la calma, del jazz a lo clásico, de l folclore a la vanguardia, de la invención a la revisión. El piano es para él una extraordinaria caja de pandora de la que extraer gozosas propuestas, compartidas en vigoroso diálogo con sus colegas de escenario. Marco es único, así, como suena. Y suena tremendo.
Clara Peya y Marc Parrot
Clara Peya también es compositora y pianista. Programaciones, teclados y sintetizadores, batería, percusiones y las extraordinarias voces de Carmen Aciar y Aina Zanoguera armaron con ella un provocador espectáculo, musicalmente brillante y escenográficamente atractivo, repleto de grandes canciones, de luces y sombras, de búsquedas y encuentros. En el disco, que suena menos orgánico que el directo, cuenta, entre otras, con las voces de Sílvia Pérez Cruz y Albert Pla, pero la propuesta en vivo que mostró en Vic es arrolladoramente incontestable.
Con guitarra y voz, músicas pregrabadas y dos grandes pantallas móviles de buen juego escénico, el no siempre bien valorado Marc Parrot facturó una actuación excelente en la que revisó diferentes aspectos de su repertorio. Marc puede presentarse como un gran discípulo del art rock o como un renovado y galáctico epígono de Jaume Sisa. Excitante.
Guinevere, Bia Ferreira, Nomades...
Y más allá de esta trilogía, la amplia y casi inabarcable programación de Vic ofertó también pulsiones de grupos y solistas de gran interés. Imposible dar cuenta de todos, salvo que se tenga el don de la ubicuidad y, además, no cenes. Pero ahí quedó el pop de cámara de Guinevere, aromatizado con especias folk, y una formación de guitarra, chelo y voz; la vitaminada mixtura de rock, funk y rap de la brasileña Bia Ferreira, feminista y socialmente comprometida, heredera de Fernanda Abreu y creadora, de la iglesia lesbiteriana.
Además, el jazz de acentos orientales del cuarteto francés Nomades (saxo, flauta o ud árabe y tuba), una creación sinuosa, instrumentalmente original y conceptualmente abierta; tanto, que incluso se atreve con Erik Satie. Étienne Lecomte lidera la formación. Y hermosa resultó la singular propuesta del italo-catalán Alessio Arena (una voz espectacular) y el trío napolitano Suonno D’Ajere, que cuenta con otra voz de lujo: la de Irene Scarpato. Marcelo Smigliante (mandolina y mandoloncelo) y Gian Marco Libeccio (guitarra) ponen los instrumentos en un compendio de música antigua y folclórica, aderezado con un interesante audiovisual, que pone en solfa los textos de Garcilaso de la Vega.
Lia Kali, Amorante...
Yendo más allá de esa falsa etiqueta conocida como música urbana, Lia Kali, que ha debutado este año con el disco Contra todo pronóstico, tiene un innegable tirón popular, con un lenguaje directo y contando historias nada complacientes.
Y siempre es un revulsivo escuchar al artista vasco Amorante, etnomusicólogo y multiinstrumentista que hermana lo ancestral con lo nuevo, la memoria con el porvenir. Presentó Harriherrihar.
También de Euskadi llegó al Mercat Maite Larburu (voz, guitarra y violín), acompañada por Carlos Tarocher (clarinete bajo) y Karlos Arancegui (batería). Una formación bastante inusual para unas canciones que encuentran la diferencia en los arreglos y en los textos. ¿Más? Claro, pero es complicado recorrer todo el paisaje sonoro de un Mercat tan vivo.