Entrevista |
Fernando Lalana: "Soy un escritor sin vocación, escribo luchando contra el aburrimiento"
El autor zaragozano, que acaba de publicar 'La muñeca rusa', ya divisa su adiós de la literatura
"Hay gente que piensa que los escritores no se jubilan nunca pero hay algunos que sí y yo quiero ser uno de ellos", subraya

El zaragozano Fernando Lalana, que ha escrito más de 150 libros, acaba de publicar ‘La muñeca rusa’.

El zaragozano Fernando Lalana es uno de los escritores de Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) más reconocidos del país. Tras más de 40 años de trayectoria y a pesar de haber recibido los premios más importantes de su sector (entre ellos el Nacional de Literatura Juvenil), el aragonés huye deliberadamente del halo de misticismo que rodea en ocasiones a algunos autores y asegura incluso que él escribe «luchando contra la pereza y el aburrimiento». Tanto es así que el autor de 'Morirás en Chafarinas' ya divisa el final de su carrera. «Hay gente que piensa que los escritores no se jubilan nunca pero hay algunos que sí y yo quiero ser uno de ellos», subraya Lalana, que acaba de publicar el que podría ser uno de sus últimos libros, 'La muñeca rusa'.
-Una cosa es dejar de publicar y otra dejar de escribir. ¿Qué va a hacer usted?
Mi intención también es dejar de escribir, aunque luego ya veremos. Si veo que lo necesito por cuestiones meramente económicas igual tengo que envainármela (ríe). Eso sí, escribir para no publicar ya te garantizo que no lo voy a hacer. Para mí, escribir nunca ha sido una afición. Fue algo que descubrí que se me daba bien y que se convirtió en mi profesión de manera inesperada. Pero escribir por gusto como que no. Yo por placer hago otras cosas.
-Ha asegurado en alguna ocasión que incluso le aburría escribir...
Sí, es cierto. De hecho, creo que me he dedicado a esto de la literatura infantil y juvenil porque los originales son más breves. Enfrentarme a una novela para adultos de la extensión habitual me ha dado siempre una pereza tremenda. Habrá gente que lo pase en grande, pero no es mi caso. Me parece un trabajo estupendo pero no veo fuegos artificiales cuando escribo ni me siento en éxtasis. Escribo luchando contra la pereza y el aburrimiento y me levanto de la silla cada diez minutos. Soy incapaz de estar media hora seguida en la silla.
-¿Quiere mantener su relación con la literatura de alguna manera?
Bueno, lo que me gustaría es seguir yendo a colegios e institutos para charlar con los escolares. Lo he hecho desde siempre y los últimos años me he sentido muy cómodo con los alumnos de secundaria, que creo que son mis lectores preferidos. Lo bueno de la literatura infantil y juvenil es que los libros tienen un mayor recorrido. Si los míos siguen funcionando, querría continuar haciendo ese tipo de encuentros.
-¿Cómo surgió lo de ser escritor?
Pues de auténtica chiripa. Yo quería estudiar Arquitectura, pero no pude por razones de índole familiar y ya me quedé en Zaragoza y empecé Derecho, que nunca llegó a gustarme. En uno de esos veranos universitarios descubrí las bases del Premio El Barco de Vapor y dije, ‘voy a probar’. No gané pero me quedé entre los finalistas y me llamaron de la editorial para decirme que les interesaba mi original ('El secreto de la arboleda'). Dio la casualidad que el libro salió a la venta justo cuando me iba a la mili. A la vuelta me encontré con las primeras liquidaciones de derechos y con la sorpresa de que se podía ganar bastante dinero con la literatura infantil. Así que borré otros planes y me propuse probar más en serio porque en esa época se movía mucho dinero con la literatura infantil.
-Pero, ¿para participar en un premio así algo le interesaría de ese mundo, no?
Sí, sí, algo me atraía. Además, yo sabía que tenía facilidad. En el colegio ganaba los concursos e incluso me presenté a algún premio de ámbito municipal de relato breve y sabía que se me daba bien porque casi siempre quedaba bien clasificado. Pero insisto, no era algo que me apasionara, lo hacía cuando tenía el aliciente de participar en un concurso o algo. Siempre he dicho que soy un escritor sin vocación. De niño no escribía, aunque hacía muy bien las redacciones que me mandaban los profesores. Si tenía vocación de algo, seguramente sería del teatro. Me hubiera encantado ser actor.
-Y en cambio usted solo ha sido escritor.
Así es. Es la única profesión que he tenido. No he ganado dinero de otra forma y eso es algo que muy pocos españoles pueden decir.
"Renuevo a mis lectores porque los empujo hacia otros autores que me gustan más que yo"
-¿Pensó en algún momento pasarse a las novelas ‘de mayores’?
Nunca. A raíz de publicar mis primeros libros en El Barco de Vapor empecé a relacionarme con las editoriales del sector. Para pasar a las de mayores tendría que haberme relacionado con otras editoriales donde no conocía a nadie. Además, siempre me ha ido francamente bien en la LIJ y se adapta bien a mi pereza de enfrentarme a originales no demasiado largos.
-¿Considera que se minusvalora la literatura infantil y juvenil?
En general, los autores que escriben para público adulto tienden a mirar por encima del hombro a los de infantil y juvenil. Sobre todo los que nunca han intentado escribir un buen cuento infantil. Es algo con lo que he batallado mucho y no he conseguido nada, así que me despido de la profesión con la misma sensación.
Su papel es clave para crear lectores...
Para mí es la literatura más generosa, la que busca convencer a los jóvenes a que lean para que luego puedan pasar a otros autores. Yo renuevo a mis lectores porque los voy empujando hacia otros escritores que me gustan más que yo.
-'Morirás en Chafarinas', la novela que publicó en 1990, marcó un punto de inflexión en su carrera.
Sin duda. Tengo que estar muy agradecido a esa novela y a su editor, Emilio Ortega, que confío más que yo en ella. De hecho, se la mandé pidiéndole consejo y pensando que era una novela, si no fallida, sí sin acabar de redondear. Él la decidió publicar tal y como estaba y la verdad es que funcionó muy bien desde el principio. Luego vino el Premio Nacional, que me cambió la vida y que además lo gané muy joven, con 32 años.
-Tras más de 150 libros, publica ahora ‘La muñeca rusa’.
Es un libro que escribí con dos historias que tenía por ahí descartadas, pero se ha convertido en una novela de esas de final de etapa donde me despido de algunos de mis personajes más conocidos. El título hace referencia a la estructura de la novela, en la que hay cosas dentro de otras y varios tiempos.
-¿Será su última novela?
Bueno, tengo un cuento infantil queme gustaría terminar y luego tengo dos libros pendientes de publicar: uno infantil con la editorial Bruño que se titula 'El abuelo repe' y una novela juvenil, que es la última de la serie del detective Escartín. Ambos saldrán para principios de abril de 2024. Posiblemente podrían ser mis últimos libros, aunque tengo al menos dos novelas en manos de editores escritas desde hace tiempo que no sé si serán publicadas.
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