“No hay obra de arte que no haga un llamado a un pueblo que no existe todavía”. La afirmación pertenece a Gilles Deleuze, sin duda uno de los filósofos más influyentes y perturbadores del siglo XX. Forma parte (la frase) de su texto '¿Qué es el acto de creación?', del que escuchamos un fragmento sobre el sueño, grabado en vídeo, en el concierto 'Soliloqui(os)', que la Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza Grupo Enigma, dirigida por Asier Puga, ofreció el lunes en la sala Luis Galve.

La propuesta, además de reflexionar sobre el sonido, pretendía traspasar las barreras del concierto canónico para acercarse a otras disciplinas artísticas. De ahí el soliloquio de Deleuze y el fragmento del monólogo de Segismundo, de 'La vida es sueño', con el que comenzó el espectáculo. El contratenor Carlos Mena, invitado especial, recitó el texto (luego descubriríamos que es mucho mejor cantante que actor).

Anotemos ya la presentación, tras Segismundo, de la pieza (grabada) 'Bye Bye Butterfly', de Pauline Oliveros, una agitadora deconstrucción electrónica de la ópera (no completa, claro) de Puccini, porque lo que siguió fueron dos espléndidos estrenos: 'The Land of Heart’s Desire', firmada este mismo año por Núria Giménez-Comas, y 'Voice', también de 2023, escrita por Iñaki Estrada. Eran dos encargos de Asier Puga, y resultaron todo un acierto. 'The Land Of Heart’s Desire' toma el título de una pieza teatral del poeta y dramaturgo irlandés W. B. Yeats, de donde proceden las partes cantadas de la obra, que, en combinación con los textos (recitados o grabados) del filósofo Paul B. Preciado, quien ha hecho su propia transición de género, configuran, con la música, el corpus narrativo de una composición, en el fondo muy 'deleuziana', no solo por la presencia del deseo; también por su aproximación a los elementos que ya no están, a un vacío en el que prima el movimiento (no los llamados movimientos musicales) sobre el móvil. Carlos Mena hizo con la voz un trabajo excelente y el septeto de Enigma brilló bajo la batuta de Puga.

Trascendiendo al propio hecho de la composición

Iñaki Estrada, por su parte, utiliza la voz del contratenor (otra vez de gozosa factura) como un productor de sonido no discursivo, trabajando con el lenguaje no articulado, mezclado con grabaciones alteradas de castrati. Y de nuevo, la orquesta echando fuego en una composición que, sin desechar cierta apariencia melódica, transita más por una abstracción en la que el movimiento lo marcan el extraordinario tratamiento de la complejidad dinámica y tímbrica. Así, 'Voice' se muestra como un corpus musical liberado de las ataduras del relato, un vibrante cuerpo sin órganos (tomo la frase del título del libro sobre Deleuze, escrito por José Luis Pardo) que trasciende el propio hecho de la composición.

Y de postre, la obra para seis instrumentos (percusión, trompa, clarinete, flauta, cello y violín) 'Finito ogni gesto' (2008), de Francesco Filidei, enérgica y radical, que bien pudiera estar escrita para un ballet en el que el movimiento sea puro gesto. Espléndida. Por cierto, no se pierdan la próxima temporada de Enigma en el Auditorio porque se presenta agitadora.