OPINIÓN

Guardando las distancias: Sin mirar al origen no hay futuro

No basta solo con la recuperación de la figura de Petronila desde la sociedad civil

Una recreación de Petronila y Ramón Berenguer IV.

Una recreación de Petronila y Ramón Berenguer IV. / EL PERIÓDICO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

ZARAGOZA

Aunque pasó casi inadvertido, hace una semana se cumplieron 850 años del fallecimiento de Petronila. No es una reina cualquiera, no solo estuvo al frente de Aragón en uno de los momentos más complicados por lo difícil que fue la sucesión de Alfonso I (ya saben, hubo que sacar a toda prisa a Ramiro II el Monje para que diera descendencia y asegurar la continuidad del reino) sino que fue la que propició el nacimiento de la Corona de Aragón y, por lo tanto, también de lo que ha acabado siendo España.

Como bien decía esta misma semana Domingo Buesa en la presentación de su último libro, 'El secreto de la catedral de Jaca', solo conociendo nuestra Historia vamos a saber quiénes somos y de dónde venimos, desconocerla no solo nos convierte en ignorantes sino que nos deja al albur de los acontecimientos sin, en muchas ocasiones, tener respuestas para nada, y sin posibilidad de protegernos. Digo esto porque el hecho de que se cumpliera este aniversario creo que bien hubiera merecido un acto, una celebración, un reconocimiento de la figura de Petronila por parte de las instituciones más allá de los pequeños actos que tuvieron lugar en Barbastro. Me refiero a un acto por parte, por ejemplo, del Gobierno de Aragón.

Recuperación de su figura

Es cierto que la figura de Petronila tras estar silenciada e incluso denostada durante muchos años por la historiografía que ya saben que dejaba de lado a las mujeres, se está recuperando gracias al trabajo de muchos historiadores y a la publicación de libros como los de José Luis Corral ('La reina olvidada'), Cris Bernadó ('Un cuento para Petronila') o incluso a través del libro ilustrado de los Caballeros de Exea en colaboración con Xcar Malavida ('Petronila. La continuidad del reino'). Pero eso no quita para que Petronila se hubiera merecido un recordatorio en clave institucional, no por nada, simple y llanamente para dejar claro que esas palabras que en ocasiones se dice de amor hacia Aragón desde determinadas instancias se basen también en recordar nuestros orígenes. Pero, sobre todo, porque conocer la Historia de Aragón, nuestra historia, debe ser un deber y una misión que no solo debe encomendarse a la sociedad civil.

Entiendo que recordar lo que fuimos es también una misión institucional que debe servir para conocernos en el camino de avanzar hacia un mundo mejor. La existencia de Petronila, además, es clave porque estamos ante una mujer a la que se le dejaba tener la propiedad del reino pero no podía gobernar. Lo hacía su marido Ramón Berenguer IV y, posteriormente, aunque sí lo hizo durante dos años a su fallecimiento, cedió su mandato a su hijo, Alfonso II. Y aún así, Petronila siempre fue una mujer firme en sus ideales que le dio a su reino lo que le tenía que dar y que, no conviene dejarlo de lado, inició la Corona de Aragón, una fórmula que pasó a la historia y que sirvió para que, ya fallecida ella, eso sí, se fuera expandiendo el reinado hasta alcanzar un poder inimaginable en la época.

Es por eso que la semana pasada hubiera sido un buen momento para recordar quién fue Petronila y, también, por supuesto, para redescubrirla por parte de la población que seguro desconoce quién fue y si me apuras hasta su existencia. Recordar los orígenes también es una forma de gobernar. Y sin mirar a la raíz no hay futuro alguno. 

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