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Eloy Tizón (presenta 'Plegaria para pirómanos'): "Lo que no está tiene un gran peso en las narraciones del cuento"

Uno de los maestros del cuento contemporáneo en España presenta este martes su nueva obra en la librería Cálamo de Zaragoza

Eloy Tizón presenta en Zaragoza 'Plegaria para pirómanos'.

Eloy Tizón presenta en Zaragoza 'Plegaria para pirómanos'. / ISABEL WAGEMANN

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

ZARAGOZA

El madrileño Eloy Tizón está considerado uno de los maestros del cuento contemporáneo en España. Este martes presenta en la librería Cálamo (19.00 horas) 'Plegaria para pirómanos'.

–Empecemos por el principio, Dígame, por favor, de dónde viene el título del libro porque no es el de ninguno de los relatos.

–En mi libro anterior, en 'Técnicas de iluminación', tampoco el título respondía a un cuento concreto. Parece que me inclino más a insinuar una atmósfera más que otra cosa, es una invitación al lector. Son títulos que me producen cierta curiosidad a mí mismo cuando aparecen. En este caso, hay una contradicción interna que me resultaba sugestiva. La plegaria, el rezo y la oración no tiene nada que ver con el incendio y la piromanía, son cosas opuestas. Lo primero tiene que ver con la intimidad, con lo privado y el segundo con la catástrofe y la espectacularidad. Justo ese contraste me funcionaba bien a la hora de generar espacios literarios. En el libro hay pequeñas alusiones a la plegaria y al fuego de una manera discreta. Así que el título es un cierto reflejo del contenido del libro.

–Hablaba de contradicción y es curioso porque el cuento vive en cierta manera de la contradicción, ¿no cree?

–Sí, existe esa doble mirada. Por un lado es un acto introspectivo de mirar hacia dentro, de reflexionar sobre la escritura, sobre la propia vida, sobre la biografía y, por otro lado, está el mundo, que siempre se cuela por los resquicios, generalmente, de una forma bastante dramática. El mundo exterior siempre nos apela en forma de noticias a veces con mucha carga de dramatismo. Vivimos de ese equilibrio entre el mundo personal y las demandas del exterior frente a las que no podemos ser sordos.

–Los que no conocen el género siempre le achacan al mismo que no estan difícil como hacer una novela.

–Cada cuento lleva bastante trabajo, sobre todo, de corrección y de ajuste. Yo no conozco el desarrollo del cuento desde el primer momento, no planifico, hay algo de descubrimiento, de epifanía, en la escritura de cuentos, pero todo eso hay que encauzarlo, no puedes dejar que sea un simple arrebato de inspiración. Y eso, a mí personalmente me lleva bastante tiempo. Es un género exigente, llevo toda mi vida escribiendo cuentos y tengo la sensación de que no lo domino para nada, creo que nunca se llega a dominar del todo.

–¿De verdad?

–Yo veo en mis alumnos de los talleres un poco lo que decías. Alguno siempre dice que le interesa la novela y considera el cuento como un paso previo porque empezar con novela es muy difícil. Y claro, después de dar el curso y haber desmenuzado el juguete se dan cuenta de que el cuento presenta una gran dificultad y su mirada cambia, lo miran con más respeto. Es un género muy particular y fascinante para los que nos dedicamos a él pero hay que equilibrar bien los ingredientes y uno de los más importantes son los cabos sueltos, que no son descuidos sino que es un trabajo con lo que no se dice, con lo que está fuera de campo, con las elipsis… Algo a lo que el cuento le ha ido dando cada vez más importancia con la evolución del género. Desde Hemingway hasta ahora hemos trabajado con mucha conciencia en esa parte más secreta y oculta que no está y que tiene un gran peso en las narraciones.

"En Erizo hay bastante de mí, pero no todo. El libro no es autoficción"

–El trabajo de editoriales como Páginas de Espuma ha revitalizado el cuento que no hace tanto parecía un poco despreciado, ¿cómo lo ve usted desde dentro?

–Sí, sí, el trabajo de Juan (Casamayor) al frente de Páginas de Espuma es impagable, no es el único, pero su caso es significativo porque se ha dedicado en exclusiva al cuento. Sí tengo la sensación que desde que yo empecé a publicar en el género en los años 90, ha habido un reconocimiento mayor hacia la importancia del cuento. Todavía hay trabajo que hacer y pedagogía aunque todos hacemos nuestra pequeña tarea de convencer a los profanos o de seducirlos. Es un género que amamos y que nos gustaría compartir ese amor con muchos lectores más.

–¿Cómo se estructura un libro de cuentos? A mí me parece casi más difícil que escribirlo.

–Procuro llegar a la editorial con los deberes ya hechos, el establecer el índice es un tema que me preocupa mucho, lo voy haciendo al tiempo que escribo los cuentos. Cuando voy desarrollando el cuento ya me parece si es un cuento propicio para abrir el libro, para cerrarlo, para estar en medio,... Nunca es una visión cerrada, siempre estás a merced de los cuentos que no has escrito y que pueden cambiar la configuración pero yo siempre me planteo esa doble pregunta, ¿de dónde quiero partir, en qué lugar invito al lector a situarnos y a dónde quiero llegar? Esas dos preguntas es la que todos nos respondemos de una manera o de otra a la hora de ordenar los cuentos. Y una vez que tengo esas ideas voy ordenando las distintas piezas. Los del comienzo y los del final tienen una importancia enorme, son esenciales y son los que marcan el tono y el poso que te deja el libro en función de que acabe con uno o con otro.

"La literatura es, una historia que un ser humano le cuenta a otro de la manera que sea"

–Su personaje Erizo... ¿es usted?

–Hay bastante de mí, pero no todo. El libro no es autoficción, no es mi vida tal cual. El punto de partida suele ser más autobiográfico. Por ejemplo, en el caso de recuerdos de infancia, yo también fui ese niño que se burlaba de una niña que llevaba gafas en mi clase y luego la vida me lo ha pagado teniendo que llevar gafas. Eso es la semilla pero luego introduzco mucha ficción, a mí me da mucho placer, saber que parto de un terreno conocido, en tierra firme, con una época y música determinada, pero también me gusta mucho inventar, fantasear, plantearme situaciones que no he conocido directamente pero que da juego literario. Estoy con un pie en cada terreno, en lo autobiográfico y en la ficción.

–¿Cuánto de importante es la tradición oral en los cuentos?

–Mucho, hay algo magnético en escuchar una historia, en que alguien nos cuente una historia aunque no sea especialmente dramática ni espectacular. Creo que esa condición narrativa del ser humano se mantendrá al margen de que utilicemos una forma u otro. Hace poco leía la antología de cuentos de Menéndez Salmón al que yo admiro mucho. Él habla en el prólogo que él se considera parte de una estirpe de contadores sentados alrededor del fuego.

–¿Eso es la literatura?

–Esa es la imagen primordial de la literatura, es una imagen casi mitológica que refleja lo que la literatura es, una historia que un ser humano le cuenta a otro de la manera que sea. Y creo que ese elemento de oralidad a mí también me sirve para introducir ciertos giros coloquiales que yo siento que oxigena a veces. Yo hago una literatura de cierta densidad, a veces hay un lenguaje muy elaborado y de repente introduciendo una frase cazada al vuelo de la calle, del metro, del autobús, le quita esa solemnidad al lenguaje excesivamente literario. 

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