Novedad editorial

Mauro Entrialgo: "Todos tenemos culpa de que lo malo nos parezca 'cool' y lo bueno de 'pringaos'"

El humorista gráfico acaba de publicar 'Malismo', un ensayo en el que reflexiona sobre un fenómeno cada vez más extendido: la ostentación del mal como forma de propaganda

Mauro Entrialgo, este miércoles en Picaraza Shop, donde ha presentado su ensayo ‘Malismo’.

Mauro Entrialgo, este miércoles en Picaraza Shop, donde ha presentado su ensayo ‘Malismo’. / Laura Trives

Rubén López

Rubén López

Humorista gráfico, guionista, dramaturgo, ilustrador, músico, historietista, tertuliano... Mauro Entrialgo (Vitoria, 1965) es una especie de hombre del Renacimiento, pero hasta ahora no se había animado a escribir un ensayo. El vitoriano acaba de sumar una faceta más al publicar 'Malismo' (Capitán Swing), un libro (sin dibujos esta vez) en el que reflexiona sobre un fenómeno cada vez más extendido: la ostentación del mal como forma de propaganda. 

El germen de este ensayo se remonta cinco años atrás, cuando Entrialgo comenzó a recopilar ejemplos de una forma de comunicar y comportarse que hace solo unas pocas décadas habría provocado asombro y críticas pero que parecía haberse convertido en una moda aceptada y hasta aplaudida. Perplejo ante esta tendencia, el historietista se propuso abordar el fenómeno. No para dar soluciones, pero al menos para ponerle nombre. Así fue como acuñó el término 'malismo' en clara contraposición al 'buenismo', con evidentes connotaciones peyorativas.

«Al final, lo que he pretendido es hacer algo muy propio de los humoristas: señalar la existencia de algo. Al ponerle un nombre a este fenómeno, podemos ser más conscientes de que eso está allí y espero que sea más difícil que nos la cuelen tan fácilmente», explica Entrialgo, que reconoce que no se ha atrevido a proponer recetas que frenen este 'malismo': «No sé cómo solucionarlo, ni tampoco de dónde viene todo esto. Al final yo no soy politólogo para decir cómo se puede combatir».

El prólogo del libro propone un marco de diez años en el que se analiza cómo ha evolucionado el fenómeno. El escritor parte del «que se jodan» espetado en 2012 en el Congreso por la diputada del PP Andrea Fabra después de que se aprobara un recorte de las prestaciones por desempleo, un suceso que Entrialgo califica de «protomalismo» porque fue algo espontáneo «y no lo dijo con la intención de obtener un beneficio político». Tras este punto de partida, el dibujante llega hasta épocas más recientes, como cuando en 2022 la exvicealcaldesa de Madrid Begoña Villacís posó para las cámaras mientras daba la orden de derribar unas chabolas o cuando Isabel Díaz Ayuso llamó «hijo de puta» a Pedro Sánchez y popularizó después el lema «me gusta la fruta».

Su ensayo aporta otros ejemplos más lejanos (como cuando Elon Musk alardeó de haber echado a la calle a miles de trabajadores tras la compra de Twitter), que evidencian este malismo como «un síntoma de una enfermedad social muy grave». «Todo esto nos demuestra que algo va mal en nuestra sociedad, porque este fenómeno no existiría si no hubiera gente aplaudiéndolo. Todos tenemos algo de culpa de que nos parezca cool lo malo y de pringaos lo bueno». 

En este sentido, Entrialgo apunta que la propia implantación del término buenismo es un ejemplo de malismo, porque esconde un intento de ridiculizar a gente que tiene buenas intenciones: «Resulta absurdo que cuando alguien confiesa que ha hecho algo malo se venda como ‘qué sincero es’ y, sin embargo, si alguien dice que ha hecho algo bueno se entienda como que nos quiere engañar». 

De hecho, y en opinión del autor, el fenómeno empieza a rozar el delirio y ya hay gente que se hace pasar por más mala de lo que es: «Esto se ve mucho en los tertulianos y columnistas que sueltan barbaridades que no se creen ni ellos. La gente cada vez tiene menos miedo de decir barbaridades. Ahora los soldados sionistas tienen un canal de Telegram en el que comparten sus crímenes de guerra y de momento no les pasa nada».

En 'Malismo', Entrialgo explica que esta moda de hacer alarde de la propia maldad es un fenómeno estrechamente vinculado a la evolución de las redes sociales. «No sé decir de dónde viene esta tendencia, pero está claro que las redes han sido un campo de pruebas para que se desarrolle. Han servido para ir calibrando el efecto que generaba decir barbaridades sin necesidad de dar la cara y han demostrado que quien la suelta más gorda obtiene notoriedad. Primero fue de forma anónima y luego se subieron al carro políticos con nombre y apellidos», explica el dibujante vitoriano.

¿Dónde está el límite?

Pero este malismo (o al menos algo que se le parece en cierta manera) no está afectando solo a la clase política. Ha llegado hasta los medios de comunicación en forma, por ejemplo, de 'clickbaits': «Sí, sí, se basan en el malismo o en decir una cosa un poco delirante y que no se entiende bien y que hay que pinchar en busca de una aclaración. Es preocupante que esto nos vaya afectando a todos y que no nos demos cuenta, porque convierte a lo malo en la norma. Yo, sinceramente, creo que la mayoría de la gente no es mala, lo que pasa que se deja llevar muy fácilmente por las modas».

Ante toda esta deriva, la pregunta parece obligada. ¿El malismo tiene límite? Entrialgo quiere pensar que sí: «Yo creo que habrá un momento en que nos hartaremos de esto por saturación. Pero es cierto que ha habido veces en que he creído que a alguien se le iba a caer la estrategia y no ha sido así. Ahí está el ejemplo de Alvise Pérez. Le pillan cobrando una mordida de 100.000 euros, al día siguiente lo reconoce y resucita porque encima la gente lo elogia por ser sincero». 

Tracking Pixel Contents