Guardando las distancias: Las raíces de unos premios 'aragoneses' que son de sus creadores

Decía Javier Macipe esta semana en el coloquio que tuvo en la Academia de cine junto con el resto de nominados a los Goya en la categoría de dirección novel que el rodaje de 'La estrella azul' no comenzó bien. Como era su ópera prima, la productora le sugirió que se rodeara de gente experimentada en los cargos importantes de la película como dirección de fotografía, por ejemplo. La consecuencia es que Macipe se encontraba cohibido en esos primeros días de rodaje, veía que algo no funcionaba. Fue curiosamente la llegada del covid y el desastre de tener que suspender el rodaje nada más comenzar lo que le propició el cambio más trascendente al filme. El dinero empezó a caerse y Macipe vio cómo su película iba a contar con menos dinero, pero eso le dio la oportunidad de colocar en sus puestos de confianza a la gente con la que había ya trabajado en sus cortos. Eso hizo que el cineasta volviera a ser él mismo y que ya se viera mucho más reconocido en 'La estrella azul'. El resultado es ya conocido. La película ha sorprendido y está inmersa ahora en la carrera por los premios del cine español.

'La virgen roja' ha sido, en muchos aspectos, el acceso de Paula Ortiz a otro tipo de hacer cine, me refiero a algo que tiene más que ver con la producción y la inversión económica que con la creación en sí. El mundo del cine, en demasiadas ocasiones, depende más de factores externos que internos. Sin embargo, la aragonesa no ha renunciado a su sello característico y La virgen roja, una gran producción de Amazon, destila la forma de hacer cine de Paula Ortiz, tan sutil como bella, tan minimalista como penetradora en el espíritu del ser humano, sin renunciar a las posibilidades que da un cine de altos vuelos. Pase lo que pase en las galas que vienen, la zaragozana ya ha dado un paso más en la historia del cine español.

Mirar a los orígenes

Cuando Pilar Palomero tuvo entre sus manos la adaptación de 'Un corazón demasiado grande', de Eider Rodríguez (que luego ha sido su película 'Los destellos'), tuvo muy claro que la quería llevar a la tierra donde pasó buena parte de su infancia, Horta de Sant Joan. Sabía que la fortaleza de su filme iba a ser los lugares que ella ya conocía y donde quería retratar vicisitudes que ella misma había vivido. No le cabía otra opción en la cabeza. Le pidió permiso a la autora del relato y, una vez concedido, la película empezó a volar hasta llegar muy lejos. Alabada por la crítica, cuenta con cuatro nominaciones a los Goya y está también en la carrera por los Premios Feroz.

Las nominaciones a los Goya: Aragón brilla con fuerza en un día histórico

La importancia de las raíces está más que demostrada. Ellos son los protagonistas de las tres grandes películas dirigidas por aragoneses en 2024 (no hay que olvidar tampoco el documental 'Marisol, llámame Pepa', de Blanca Torres, firme candidato a llevarse el 8 de febrero el Goya tras haberse hecho con el Forqué) y son la punta de lanza de ese ADN que ahora todos queremos abrazar y aragonesizar. 

Formación a muchos kilómetros

Conviene no olvidar, en cualquier caso, que para llegar hasta donde están ahora, los tres tuvieron que recorrer un periplo lejos de aquí. Si Javier Macipe estuvo estudiando cine en Cuba, Paula Ortiz lo hizo en Los Ángeles y Pilar Palomero en Sarajevo. Esfuerzos individuales que conviene que no olvidemos para entender que nuestros creadores necesitan mucho más apoyo que el que les damos. No basta con abrazarles cuando sus trabajos llegan a la cima optando a los premios más importantes. Y mientras no tengamos esta reflexión desde un punto de vista serio y con ganas de empezar a cambiar las cosas, todo va a seguir igual. A ver cuánto tardan en hacer suyos (ya han empezado) los logros en forma de premios que llegarán. Y así todo.