La crítica de Javier Losilla de la obra 'Pájaros en la cabeza': Fuera del texto no hay salvación

Le Plató de Teatro representa esta hermosa pieza en el Teatro del Mercado durante este fin de semana

Carmen Marín y Marissa Nolla son las actrices que entran en la piel de los personajes de una obra con final sorprendente.

Carmen Marín y Marissa Nolla son las actrices que entran en la piel de los personajes de una obra con final sorprendente. / Teatro el Mercado

Javier Losilla

Javier Losilla

Zaragoza

Dos mujeres quedan accidentalmente atrapadas en un edificio durante un tiempo. Amigas y cómplices en el pasado, una de ellas trabaja para la otra, quien gozó, de fama y dinero. Este es el punto de partida de 'Pájaros en la cabeza', hermosa pieza llevada a escena por Le Plató de Teatro, escrita y dirigida por el dramaturgo y creador escénico Rafael Campos. Carmen Marín y Marissa Nolla son las actrices que entran en la piel de los personajes de una obra con final sorprendente, que lógicamente no voy a desvelar. La escenografía es simple y el texto, complejo; no porque presente dificultad para ser entendido, sino por la enjundia de los asuntos que aborda. No obstante, el humor y la ironía, marca de la casa, acuden de cuando en cuando al rescate para liberar las tensiones de la pareja protagonista y las de los espectadores, claro. Puntualmente, la música escrita por Jaime López, premeditadamente repetitiva, puntúa la trama acentuando la sensación de no poder escapar: ni de la sala, ni del argumento.

Así que ahí tenemos a esas mujeres, encerradas con un único entretenimiento: sus vidas. Las que van desgranando a golpe de reproche, de choque de temperamento, de declaraciones de amistad, de gritos y susurros. Y en ese espacio braseado de confidencias, reflexiones, miradas hacia atrás y recuerdos de luces y sombras compartidas asoman, inevitablemente, los fantasmas de la soledad, de la interdependencia, de los cuidados que una necesita y la otra le proporciona; situaciones a las que, en definitiva nos arrastran el tiempo y las circunstancias. Pero otro asunto atraviesa estos 'Pájaros en la cabeza': la memoria, la única propiedad del cerebro que nos permite seguir en el mundo sabiendo, más o menos, quiénes somos. Uno de los personajes es actriz y la está perdiendo, es decir, está olvidando los textos de las obras que ha representado, que es tanto como decir que está extraviando la escritura de su vida.

'Pájaros en la cabeza', cuya situación de encierro de los personajes remite a 'Fin de partida', de Samuel Beckett, no se lo pone fácil a las actrices, pues por su propia naturaleza (teatro dentro del teatro, con citas de Lorca y Calderón, por ejemplo; drama, comedia, etcétera), les obliga a manejar no pocos registros, sin contar que solo son dos para llevar todo el peso de la obra. Mas la pericia de Carmen Marín y Marissa Nolla hizo el viernes volar a esas aves con soltura, salvados los inevitables fallos propios del estreno y algunos pasajes que, más o menos a mitad de la función, ralentizan el ritmo del discurso teatral. Nada que no pueda subsanarse en próximas representaciones, tal vez con un pequeño golpe de timón en la dirección.

Dos mujeres quedan accidentalmente atrapadas… Sí, dos. Pero cada una es el espejo de la otra; como un personaje desdoblado, gozoso recurso dramático que el autor ya usó en 'París', la pieza que estrenó el año pasado. Dos mujeres quedan accidentalmente atrapadas… Son mujeres al borde de ese abismo de ficción que nos mantiene alerta y nos recuerda nuestra propia fragilidad, pero que también nos libera, durante hora y media, de la sima real que espera bien abierta fuera de la escena. Pero esa es la grandeza del texto: fuera de él no hay salvación.

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