A Fondo | El buen momento del cine ¿aragonés?

De las cinco películas con presencia aragonesa en los Goya, solo 'La estrella azul' cuenta con producción propia de la comunidad

Javier Macipe enseña su Goya a dirección novel por 'La estrella azul'.

Javier Macipe enseña su Goya a dirección novel por 'La estrella azul'. / CARLOS VILLAREJO

Gaizka Urresti

Este año se ha proclamado desde Aragón que estamos viviendo un momento excepcional para el cine aragonés. Esta afirmación se sustenta en la presencia destacada de varios cineastas aragoneses que han dirigido algunas de las películas más relevantes del año, recibiendo nominaciones y reconocimientos en la temporada de premios.

Es natural sentirse felices y orgullosos de que nuestros paisanos cosechen éxitos. Esto refuerza nuestra autoestima y sentido de identidad cultural. Mientras escribo estas líneas, los Premios Goya aún no se han celebrado, pero independientemente de lo que ocurra el 8 de febrero en Granada, ya es un hito que estas estupendas películas La estrella azul, Los destellosLa virgen roja y el documental Llámame Pepa, dirigidas por Javier Macipe, Pilar Palomero, Paula Ortiz y Blanca Torres, respectivamente, formen parte de las más aclamadas de 2024.

Además, junto a ellos, otros profesionales aragoneses han obtenido nominaciones en diversas categorías. Pepe Lorente compite como actor revelación, Nacho Blasco en montaje y Amelia Hernández como productora, todos por su trabajo en La estrella azul. Arantxa Ezquerro, por su parte, está nominada al mejor vestuario por La virgen roja. Estas cuatro películas, sumadas a Volveréis de Jonás Trueba, que cuenta con la actuación de Vito Sanz (primer aragonés nominado como actor principal), suman un total de 23 nominaciones.

En los últimos años, la presencia de películas y profesionales aragoneses en los Premios Goya se ha ido normalizando, algo que hasta hace poco era una rareza. Aún recuerdo la ilusión colectiva que se generó en 2011 cuando conseguimos nuestra primera nominación a los Goya con el cortometraje documental Un dios que ya no ampara. Recuerdo cómo, mientras caminaba por la calle con mi director de fotografía, Pepe Añón, un conductor tocó el claxon para darnos ánimos. A Pepe le pareció algo excepcional, porque en Madrid, donde él reside, algo así sería impensable.

Este auge podría parecer fruto del azar, pero no es así. Además del talento de nuestros creadores, el mayor apoyo en los últimos años por parte del Gobierno de Aragón, Aragón TV y algunas diputaciones y ayuntamientos, como el de Zaragoza, está permitiendo la consolidación de un tejido audiovisual acorde a nuestro peso demográfico, económico y cultural. Incluso me atrevería a decir que, en este aspecto, estamos superando nuestras propias expectativas. Desde hace tiempo, colegas de otras regiones me preguntan qué está ocurriendo en Aragón para que una comunidad de apenas un millón doscientos mil habitantes esté tan bien representada en el cine español.

Desde que vivo en Zaragoza, he escuchado el mantra de que Aragón es una tierra de cine porque aquí nacieron figuras como Segundo de Chomón, Florián Rey, Luis Buñuel, José María Forqué, José Luis Buñuel y Carlos Saura. Sin embargo, lo que rara vez se mencionaba es que todos ellos tuvieron que abandonar su tierra natal para desarrollar sus carreras, y que pocas veces rodaron en Aragón. Como bien apunta Luis Alegre, muchos de estos cineastas regresaban a su tierra en la etapa final de su carrera, como si existiera un anhelo de retorno a la infancia.

Lo preocupante es que, de las cinco películas con presencia aragonesa en los Goya, solo La estrella azul cuenta con producción aragonesa. La mayoría de estos profesionales han tenido que marcharse para desarrollar sus carreras. Sin duda, salir al mundo es una experiencia enriquecedora tanto profesional como personalmente. Yo mismo, con 22 años, me trasladé de Portugalete a Madrid para intentar hacer cine en una época que tampoco era posible hacerlo en Euskadi. Pero esta decisión debería ser una opción, no una obligación. Lo ideal sería que las y los cineastas aragoneses pudieran regresar y desarrollar su trabajo desde su tierra natal, contribuyendo así al enriquecimiento cultural y económico de la región.

Para lograrlo, nuestra sociedad debe tomar conciencia de que la cultura en general, y el cine en particular, no son un gasto sino una inversión. Se necesitan cambios normativos, mayor financiación y, sobre todo, ambición. Es imprescindible que el cine se establezca como un eje estratégico, al igual que se ha hecho con la industria automovilística en MotorLand o con el fútbol y la construcción de la nueva Romareda. Especialmente cuando, por alguna razón, el talento cinematográfico en Aragón es una constante que no logramos retener en el territorio. En Aragón, muchas personas disfrutan de las carreras de motos o del fútbol, pero también somos muchos los ciudadanos que valoramos y exigimos el derecho a contar con una oferta cultural de calidad y referentes que enriquezcan nuestra sociedad.

Si conseguimos consolidar una industria cinematográfica fuerte en nuestra comunidad, integrada por intérpretes, directores, maquilladores, músicos, técnicos de iluminación, sonidistas y un sinfín de profesionales esenciales para hacer posible este séptimo arte, lograremos una sociedad más rica tanto cultural como económicamente. Y, lo más importante, podremos contar nuestras propias historias y compartirlas con el mundo, como la de Mauricio Aznar, cuya memoria ahora brilla a través del cine.

Un texto de Gaizka Urresti, director y Productor, ganador de dos Goyas a Mejor cortometraje de ficción 2014 y mejor largometraje documental 2023

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