Crítica de Javier Losilla del concierto de Grupo Enigma: Ligeti, un sorbo de wodka y un par de notas

La formación residente del Auditorio de Zaragoza interpretó el programa 'Corrupción'

El Grupo Enigma durante su concierto del lunes en el Auditorio de Zaragoza.

El Grupo Enigma durante su concierto del lunes en el Auditorio de Zaragoza. / IVÁN ANADÓN

Javier Losilla

Javier Losilla

ZARAGOZA

En el principio fue el verbo. El de Samuel Beckett (1906-1989), recitando un extracto de un poema de su novela 'Watt', que relata el largo e infructuoso viaje del protagonista a través de tierras estériles: “Watt will not abate one jot…” Y en el final, una gozosa pieza discrecional de La Monte Young (1935), el radical compositor minimalista: 'Composition 1960 Nº7'. Y en medio, dos escrituras de Clara Iannotta, nacida en 1983, ('Troglodyte Angels Clank By' e 'Intent On Resurrection-Spring Or Some Such Thing') y una de las grandes creaciones de György Ligeti (1923-2006): 'Concierto de cámara'. Todo un programa esplendorosamente perturbador, con el Grupo Enigma en estado de gracia, dirigido por Asier Puga.

Con Ligeti no caben medias tintas: o lo interpretas como Dios manda, como diría aquel notario gallego que nos informó de que los catalanes hacen cosas, o lo jodes. No hay término medio. Su 'Concierto de cámara' (1970), para vientos, cuerdas, piano, teclado y clave, rompe el concepto grupo-solistas para conformar un todo en el que cada instrumentista es solista y conjunto a la vez. Por otra parte, plasma aquí su reflexión, comenzada años antes, sobre la interpretación sonora del espacio y su colorido, creando texturas, tramas, capas, timbres, rupturas de tempo y dinámicas. Ligeti trabaja con microfonías, una suerte de enloquecidas polifonías que no echan mano del contrapunto. Cuatro movimientos conforman esta obra excitantemente hermosa. La conjugación de melodía y acordes ('Corrente'), la expansión melódica ('Calmo sostenuto'), la aprehensión del tiempo ('Movimiento preciso e meccanico') y la explosión de libertad, que es tanto como decir una asombrosa telaraña rítmica en la que intervienen desde Schönberg hasta el jazz ('Presto') atrapan desde lo que parecen unas notas desganadas de inicio, hasta el ataque final que relaja hasta su conclusión como la defunción de una avispa. Ligeti es grande, y Enigma lo elevó el lunes a los altares laicos de la sensualidad.

Estreno en las Españas

Las dos piezas de Clara Iannotta se tocaban en las Españas por primera vez. Clara busca inspiración en los versos de la poetisa, periodista y artista irlandesa Dorothy Molloy (el programa de mano del concierto incluía una copia de su poema 'En busca de la madre', para que los espectadores lo leyesen para sus adentros entre las dos obras), quien falleció tempranamente de cáncer y habitó largo tiempo en nuestro país. Por ejemplo, el título de 'Troglody Angels Clank By' procede del último verso de un poema corto de Molloy titulado 'Sipping wodka' (algo así como beber wodka a sorbos, no a tragos). Para Iannotta, leer los textos de Dorothy Molloy “es como estar en una habitación cerrada en la que el aire está hecho de polvo. Al principio no podemos ver nada, pero luego nuestros ojos se acostumbran a la penumbra y podemos contemplar lo que nos rodea”. Partiendo de esa metáfora, Clara llena el espacio sonoro de todo tipo de ruidos, creados de las formas más diversas: frotando los arcos de las cuerdas sobre poliespan, arrugando papel de aluminio, rascando con las uñas las cuerdas del arpa o del piano, crujidos, glissandos… Pueden imaginar todo los que quieran. Poco a poco, esa nube de polvo-ruido va cesando y entra la luz. No se me ocurre mejor imagen que el traquetreo incesante de un polvo (el otro polvo) y el brillo final del orgasmo. Brutal.

La partitura de 'Composition 1960 Nº7', del ahora casi nonagenario La Monte Young, muestra un acorde formado por dos notas (un si natural y un fa sostenido) y este texto: “Mantener por mucho tiempo”. Enigma mantuvo ese acorde durante un tiempo prudencial, pero la clave no estaba en el tiempo, sino en la reunión de los instrumentos tocando a un tiempo, con sus timbres y sus manejos propios. El conjunto es una singular y excelente banda sonora, aplicable a varios géneros cinematográficos. Ese es La Monte Young: un tipo capaz de crear un enorme universo sónico con un acorde de dos notas. Y ahí estaba Enigma, y muy bien, para demostrarlo. Gran velada.

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