El reflejo de la Antigüedad en el siglo XXI: Las familias monomarentales son modelos del pasado

Lidia González Estrada imparte la conferencia ‘Maternidades en solitario: historias ‘invisibles’ de la Antigüedad’ dentro del ciclo Museos y Mujeres

Lidia González Estrada en el Museo del Foro Romano de Zaragoza.

Lidia González Estrada en el Museo del Foro Romano de Zaragoza. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

ZARAGOZA

El ser humano tiende a pensar en su carácter único y en que sus problemas son específicos de su contemporaneidad y su forma de estar en el mundo, pero, la realidad, es que casi todo está ya en los orígenes. También los debates sobre los tipos de familia... y la mirada a las monomarentales, «las que están protagonizadas por mujeres o que para el cuidado y asistencia de la estructura familiar es la mujer la que se encarga de ello», explica la historiadora Lidia González Estrada, que ha abordado el tema en la conferencia 'Maternidades en solitario: historias ‘invisibles’ de la Antigüedad' que, dentro del ciclo Museos y Mujeres, ha pronunciado este jueves en el Museo del Foro Romano de Zaragoza.

Y es que la figura de las familias monomarentales ya existía en la Antigüedad: «Para estudiarlas, hay que ver qué actores son los que condicionan y los que provocan que esto ocurra de esta manera. Por ejemplo, unos muy claros son la guerra o los viajes. En algunos casos los hombres tienen que alejarse del entorno familiar durante un tiempo muy prolongado para hacerse cargo de asuntos económicos, o el abandono, la violencia, etc». Todo forma parte del libro 'Familias monoparentales en la Antigüedad' (Ediciones Trea) del que es coautora la propia Lidia González Estrada.

El debate de los modelos de familia

Es decir, todo estaba ya hace muchos siglos instalado en la sociedad: «Por eso, nosotras nos proyectamos hacia la antigüedad. Los debates sobre los distintos modelos de familia actualmente están en el debate público y son estas preguntas las que nos inspiraron para proyectarlas hacia la antigüedad y ver qué respuestas obteníamos de eso». Y es por eso que Lidia González Estrada ha buscado respuesta a preguntas como con qué desafíos se enfrentaron estas mujeres o con qué redes de apoyo contaron buceando y reinterpretando las fuentes ya existentes: «Es cierto que siempre que hablamos de la historia de las mujeres o la historia de los estudios de género invisibilizados, desde el punto de vista del oficio del historiador y de la historiadora, a veces no se han abordado estos temas por desinterés o incluso por una convicción 'a priori' de que no existían esas fuentes. Pero desde hace unos cuantos años, con el desarrollo los estudios de historia de las mujeres y de género se ha visto que no eran invisibles, o sea, que sí que existían esas fuentes, que sí que podemos acceder a ellas con limitaciones y que por tanto, son temas que son tan válidos en el discurso, en la reflexión histórica como cualquier otro», razona Lidia González Estrada.

Así que la pregunta es obligada, ¿cómo trataba la sociedad a las familias monomarentales en la Antigüedad? «Depende de lo que llamamos la interseccionalidad, es decir, por ejemplo, del estatus socioeconómico de esa mujer. Una mujer rica tiene muchos más recursos económicos, redes de apoyo y capacidad de navegar los problemas que puede suponer la monomarentalidad que una mujer pobre o una mujer esclava, por ejemplo, a la que ni siquiera se le reconoce el vínculo con sus propios hijos de forma legal. Por tanto, dependerá un poquito de qué mujeres estemos hablando». De hecho, hubo casos, dice González Estrada, de mujeres «que no son capaces de hacer frente a estos retos y que tienen que abandonar a sus hijos o darlos en adopción o mujeres que son muy exitosas y ricas y consiguen mantener la economía del grupo familiar y que sus hijos se sitúen en posiciones de poder dentro de la estructura humana, que sean por ejemplo magistrados», razona la historiadora, que ahonda un poco más en el concepto: «La interseccionalidad surge en el feminismo negro estadounidense para hablar de esas otras mujeres racializadas que se enfrentan a problemas por ser mujeres y a otros derivados de factores sociales. Y eso pasa también en la historia reciente, en la América de los 50 y en las mujeres herederas directas de la esclavitud transatlántica».

Lo que también es una realidad es que las perspectivas de género están cada vez ganando más terreno en los estudios históricos: «Todavía hay luchas, caballos de batalla que quedan por ganar, pero ya desde hace tiempo se está introduciendo con mucho éxito la historia de las mujeres, con grupos muy serios, con proyectos de investigación muy importantes», concluye González Estrada. 

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