La crítica de Javier Losilla de 'La Estrella Azul Live': Homero anda suelto por Santiago del Estero

Pepe Lorente y Javier Macipe ofrecieron un concierto este viernes en sala Luis Galve del Auditorio

Pepe Lorente y Javier Macipe, este viernes en el Auditorio de Zaragoza.

Pepe Lorente y Javier Macipe, este viernes en el Auditorio de Zaragoza. / Javier Cebollada / Efe

Javier Losilla

Javier Losilla

Zaragoza

Hay una película armada con imágenes, diálogos y canciones (la premiada y aplaudida La estrella azul), y hay otra ficción confeccionada con canciones e historias (Pepe Lorente y Javier Macipe cantan a la estrella azul). Esta segunda es como una extensión de la banda sonora de la primera: a raíz del éxito de la cinta el grupo musical creado para el rodaje decidió girar con esa banda sonora extendida; pero también se ofrece ese espectáculo en pequeño formato: el dúo que forman Pepe Lorente (actor) y Javier Macipe (director) a los que vimos y escuchamos el viernes en una abarrotada sala Luis Galve del Auditorio de Zaragoza.

El actor que encarnó a Mauricio Aznar y el director que lo dirigió, transmutados ahora en folcloristas, en cantores de una aventura que no tiene fin. Voz, guitarra y percusiones, el primero; voz y guitarra, el segundo. Juntos y revueltos en una propuesta algo larga (más de dos horas) repleta de canciones, jugosas historias personales y profesionales, hilarantes algunas, sobre la producción y el rodaje de La estrella azul, y algún que otro chascarrillo. Chacareras, zambas, valses criollos, milongas e incursiones en el rocanrol dan cuerpo a una representación que excede el formato de concierto y es, a través de las músicas que le emocionaron, todo un homenaje a Mauricio Aznar. Justo, pues con él empezó todo.

A ver, Pepe Lorente y Javier Macipe no son músicos profesionales, cuando menos en el sentido que maneja el negocio musical. Y no hay duda que su espectáculo funciona mejor en banda que en dúo, pero el amateurismo no está reñido con el sentimiento ni con la capacidad de transmitir el espíritu de unas canciones y de unos creadores singulares. Y desde esa perspectiva hay que juzgar a estos payadores que no transitaron La Pampa sino otro territorio Argentino, Santiago del Estero, donde Carlos Carabajal ganó el título de padre de la chacarera. En el repertorio, más de 20 canciones: de los Carabajal, de Atahualpa Yupanqui, de Mauricio, de Horacio Guaraní, de Facundo Cabral, de José Larralde, de Daniel Reguera… En el extenso programa sobresalieron Vida y camino, Chacarera de las piedras y Ando velando.

Pero hay más: a destacar las participaciones de Johnny Sierra (saxo, en algunas piezas), Foncho Casasnovas, que ofreció una notable pieza propia (Silbando mi delirio) y Gabriel Sopeña (la carrera y la amistad de Mauricio Aznar estuvieron unidas a él): la hermosa Hay una cruz en el saso, CassCantores(para este escribano, una de las composiciones de Sopeña más inspiradas) y Apuesta por el rock and roll. En este tramo final también sonó la canción, escrita por Peteco Carabajal, que dio título a la película, y De los pagos del olvido, sobre una letra de Mauricio Aznar. Lorente y Macipe vinieron a recordarnos a José Martí, padre de la independencia de Cuba, quien escribió en La Pampa: "¿Para qué leer a Homero en griego, cuando anda suelto, con la guitarra a cuestas, por el desierto americano?" Martí se refería a los gauchos y a sus canciones, las payadas, pero pueden trasladar a Homero sin problemas a Santiago del Estero.

Al comienzo de la actuación, Pepe Lorente bromeó con una frase sobre Lola Flores, nunca escrita en el New York Times, pero adjudicada a ese periódico: “Ni canta ni baila, pero no se la pierdan”. Nada más que añadir, señoría. Bueno, sí: Lorente y Macipe cantan y tocan; sin lujos, pero con convicción. No se los pierdan.      

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