LA ENTREVISTA DE ABRIL
Cristina Rivera Garza, escritora: "Nuestra trinchera es la del lenguaje"
La autora mexicana, premio Pulitzer 2024 por el libro que escribió sobre el feminicidio de su hermana, concede una entrevista a ABRIL, suplemento literario de Prensa Ibérica, con motivo del 8M semanas antes de que llegue a las librerías españolas 'Terrestre', su nueva obra

La escritora Cristina Rivera Garza
Inés Martín Rodrigo
Es, Cristina Rivera Garza (Heroica Matamoros, México, 1964), esa Penélope moderna, contemporánea, insumisa, indómita, que con cada nuevo proyecto, en cada nueva obra, para cada nuevo texto, deshace el tejido trenzado, ya asimilado, compartido, vivido. Desaprende, por tanto, aquello que la escritura le ha brindado hasta ese momento, experiencias, potencialidades, conceptos, conversaciones, y se entrega a otra narración, distinta, sin saber dónde la conducirá esta vez, por qué caminos deberá transitar, qué preguntas habrá de atravesar, plantearlas, al menos.
Lo cuenta con calma, como si toda la charla fuera un extenso poema recitado, desde Ciudad de México, sin premura pese a la intranquilidad, inquietud, de saber que su hijo, residente en París, padece una miocarditis derivada de un virus que contrajo en un vuelo que tomó para ir a ver a su abuelo, ya mayor. Mañana será ella, Cristina, la madre, quien se suba a otro avión para estar al lado de ese hijo, que también es nieto, en el hospital francés donde está ingresado.
Ahora es Cristina, la tejedora de versos, de silencios, de ritmos, de palabras, de relatos, de libros que se rebelan ante la ficción, la subvierten, especulan con lo que es para llegar a lo que tal vez sea, la que contesta a las preguntas mientras su interlocutora intenta no perder el ángulo crítico, incluso con eso que amamos, sobre todo con ello, sí.
“Todos los libros son comunales, se sabe”, escribe en uno de sus poemas. ¿Es la literatura, para usted, un ejercicio comunal, la entiende así, desde esa perspectiva colectiva?
Es algo que he estado argumentando desde hace algunos años, en efecto, nunca perder de vista que la práctica de la escritura se hace en comunidad. Para empezar, nos servimos de un lenguaje que no nos pertenece, pertenece y es actuado por comunidades enteras de hablantes. Por eso digo que en la literatura no hay soledad. El lenguaje con el que trabajamos viene con historia de multitudes, con fricción, con turbulencia, con esperanza también, con luminosidad. Y todo eso no se construye a solas, todo eso forma parte del quehacer de muchos. Después, ningún libro existe aislado de otro, hay diálogos en los que participamos, lo sepamos o no, a mí siempre me ha parecido mejor saberlo y tener claro cuál es el ecosistema dentro del cual viven nuestros libros, nuestras ideas, nuestras palabras.
Según Alejandra Pizarnik, que “decir yo es anonadarse, volverse un pronombre, algo que está fuera de mí”. ¿Qué es el yo para usted?
Judith Butler decía que para dar cuenta de uno mismo uno necesita el tú, tiene que haber un destinatario de ese discurso. Yo agrando esa imagen diciendo que un yo siempre necesita el nosotros, primero es el nosotros y después está el yo. En muchos sentidos, el yo es una careta, el yo es un efecto también del lenguaje, el yo es una construcción. El gran peligro de las así llamadas literaturas del yo es el ensimismamiento, es esa creencia en el yo individual como si fuera eso posible. El yo individual es una construcción de una ideología neoliberal que quiere retratar al mundo como esta batalla en contra de todo que establece en el individuo. Mucho de lo que hago literariamente va en contra de esta idea. La escritura es una práctica que forma comunidad, que nos puede conducir a establecer lazos cercanos y no digo que necesariamente armónicos, turbulentos a veces, pero lazos al fin, con el mundo.
La escritura es una práctica que forma comunidad, que nos puede conducir a establecer lazos cercanos y no digo que necesariamente armónicos, turbulentos a veces, pero lazos al fin, con el mundo
¿Y el yo de una escritora es distinto al yo de un escritor?
En la escritura siempre estamos explorando las experiencias de otros, incluso si ese otro es el yo. El yo, una vez que está en la escritura, ya no forma parte de ti mismo, es ajeno a ti. El trabajar con experiencias de otros conduce a toda suerte de preguntas éticas, desde el quién tiene derecho a escribir qué hasta cómo invitamos, cómo atraemos a esas experiencias de otros. Esas preguntas éticas nos competen a todos los que escribimos. El atravesar esas preguntas, no contestarlas pero por lo menos atravesarlas y plantearlas, es lo que nos da el título de escritores como tal. Por muchos años, en la literatura, esa literatura dominada por escritores hombres y varones, se ha trabajado con el yo de maneras muy tramposas, esa tercera persona del singular por lo regular ha encubierto un yo que se establece como universal a través de la supuesta objetividad de la tercera persona. Yo creo que eso también hay que criticarlo y ponerlo en entredicho. Pero, igualmente, este yo que se presume como individual o un yo que en lugar de cuestionar su experiencia se presenta como una unidad que solo se explaya en el lenguaje también me parece problemático.
En El invencible verano de Liliana, el libro que escribió sobre el feminicidio de su hermana y con el que logró el Pulitzer, puede leerse: “El duelo es el fin de la soledad”. ¿Es así? Se lo pregunto porque yo pienso, así lo creo, que el duelo es más un estado de ánimo, nunca se termina, no llegas a atravesarlo del todo.
El duelo, esencialmente cuando está relacionado con muertes violentas, como es este caso, siempre es una cuestión bastante problemática, hecha de nudos, porque, además del sentido de pérdida, vienen los sentimientos de culpa e incluso de vergüenza, como manejo en el libro. A mí me interesaba mucho en el libro reflexionar sobre cómo siempre he tenido una relación muy cercana con mi hermana, una conversación, lo llamo yo, una sensación constante de su presencia que va quedando en evidencias inesperadas, encontrar huellas en lugares inesperados. Siempre he estado acompañada, en ese sentido, y al ir reflexionando de manera más sistemática para el libro pensé en que algo que yo he tomado como si fuera el común denominador de la experiencia humana realmente no lo es así. El duelo no es una práctica que podamos llevar a cabo en solitario, es un abrazo, ahora lo veo precisamente así. No nos podemos condoler en la primera persona del singular.
El duelo no es una práctica que podamos llevar a cabo en solitario, es un abrazo. No nos podemos condoler en la primera persona del singular
México cerró 2024 con 70 asesinatos diarios, diez de ellos feminicidios. La otra noche, cuando volvía con mi pareja del cine, a una hora prudente, antes de las diez, las dos nos sentimos intimidadas, muy incómodas, por un tipo que venía muy cerca de nosotras caminando, cada vez se nos pegaba más. Al final, optamos por meternos en un supermercado. Al llegar a casa, le dije: imagínate lo que supone ser mujer en países como México u Honduras.
Los índices de violencia contra las mujeres son enormes a nivel global. Rita Segato menciona el concepto de la guerra contra las mujeres como un fenómeno que no está delimitado por fronteras geopolíticas, se manifiesta de múltiples formas. Ciertamente, hay sociedades que han protegido su espacio público mucho más que otras. Los datos son terroríficos para lugares como Honduras o México, pero siempre hago hincapié en que en EEUU, donde se habla muy poco de violencia de género, donde ni siquiera se menciona la palabra feminicidio, donde la palabra feminicida no existe, tres mujeres son asesinadas al día por sus parejas. Hablamos más de esa violencia en Latinoamérica porque ha estado muy presente, pero también porque hay un movimiento feminista, de jóvenes sobre todo, muy aguerrido, que ha insistido en introducir en las políticas públicas esta cuestión de la violencia. Introducir el crimen de feminicidio en los códigos penales es tan relevante que presidentes tan xenófobos y misóginos como Milei han intentado borrarlo del Código Penal. Si la derecha está tan enfocada en querer quitar el delito de feminicidio es porque es fundamental que esté ahí y tenemos que estar vigilantes, es algo por lo que hay que seguir luchando.
En ese sentido, ¿cómo de necesario es el lenguaje para identificar, denunciar y luchar contra la violencia sexista? ¿Es nuestra principal arma, más que herramienta?
No sé si sea la principal, pero definitivamente es una absolutamente necesaria. Tener claras esas palabras, no tener ninguna duda de que eso es control, eso es dañino, esto no se vale, no es amor, eso no son celos, es manipulación, esto no es romance de oficina, es acoso laboral, tener a la mano ese lenguaje que nos va indicando con mucha claridad los niveles de peligro de la violencia de género ha sido fundamental.
¿Qué significado tiene el feminismo en su vida y en su obra?
Es una palabra que siempre entiendo en plural, son feminismos, feminismos en continua contestación, en continua examinación, con sus fricciones y su disenso. En la base, luchar por igualdad de sueldo por igualdad de trabajo es básico, ver las condiciones estructurales de desigualdad que definen la vulnerabilidad de mujeres en nuestro entorno, reconocer eso es común a todos los feminismos. Ahora, me interesa muchísimo un feminismo interseccional, al que no se le olvida que hay diferencias de clase y de raza y de etnicidad que nos configuran como humanos y agregan complejidad a nuestra experiencia. La lucha trans es parte de este feminismo. Entender la importancia política de conceptos como género, a diferencia de la idea biológica de sexo, me parece importantísimo. El concepto de género nos dio lentes para ver algo que ya está en la realidad, y es que no somos binarios, hay una plasticidad enorme y la experiencia humana tiene un abanico muy amplio en términos de identidades. Hay cosas básicas que son lenguaje en común y son fundamentales, y hay muchas más que tendremos que seguir discutiendo, porque los feminismos son pensamientos y prácticas vivas.
Me interesa muchísimo un feminismo interseccional, al que no se le olvida que hay diferencias de clase y de raza y de etnicidad que nos configuran como humanos. La lucha trans es parte de este feminismo
He de confesarle que, hace unos días, mientras preparaba esta entrevista, me emocioné leyendo su poema titulado, precisamente, Las feministas. “¿Mencioné ya que eran brutales?”, se pregunta en él, repetidas veces.
[Ríe] Yo crecí en un mundo en el que todavía pronunciar la palabra feminista era signo de… te veían mal. Por fortuna, la situación se ha transformado radicalmente y ahora nombrarse feminista es una cuestión mucho más común y mucho más amplia. Me parece mucho mejor un mundo en el que resulta automático y casi natural decir que eres feminista a un mundo donde hay que esconder la palabra. El poema tiene que ver con eso, con la necesidad de mencionar la palabra, de dejar que la palabra haga su trabajo de crítica y de subversión en el mundo, pero sin romanticismos. No me interesaba esta visión romántica de la heroína feminista, sino esta otra experiencia de a pie. Y, como bien sabes, a las feministas, a veces de manera tendenciosa, se las critica por ser tajantes, el concepto de la feminista aguafiestas que llega a destrozar la armonía de la sociedad, todo eso me parece fundamental. Me parecía importante reconocer que sí hay rabia, hay brutalidad y a veces la feminista es tajante, como otras personas pueden ser otro tipo de cosas. Es una discusión tan viva, con tantas aristas, tan importante, tan fundamental para nuestros tiempos que no reconocer esta diversidad y esta incluso oposición sería no honrar la capacidad, la profundidad, la potencia, todavía incluso ahora, de conceptos como feminismo.
Su escritura es "versátil y comprometida", dijo el jurado del Premio José Donoso. ¿Se reconoce en esos adjetivos?
[Ríe] Ay, Dios mío, es que versátil suena como diversa, ¿verdad?
Sí, o adaptable.
Siempre he tenido una relación compleja con la ficción. Y creo que mi tarea en múltiples ejercicios ha estado informada por esta incomodidad con la ficción. Creo que cuando estamos haciendo preguntas profundas, de vida o muerte, que te mueven a estar trabajando en un proyecto por años enteros, eso requiere por fuerza atravesar definiciones estrictas de género. Interesante que en español género literario y género de cuerpo sean lo mismo. Estar cuestionando estas definiciones es fundamental en mi trabajo, porque considero que la escritura es una tarea crítica. Todos contamos historias, pero despertar al lenguaje, contribuir a una conversación crítica sobre nuestro mundo es una de las grandes capacidades y de las grandes potencias de la escritura. Si no creyera eso profundamente, no estaría escribiendo. Si a eso se refiere el jurado con versátil y comprometida, yo diría que sí, exactamente, cada uno tenemos nuestros adjetivos, pero en ese sentido en el que lo estoy explicando creo que sí.
Todos contamos historias, pero despertar al lenguaje, contribuir a una conversación crítica sobre nuestro mundo es una de las grandes capacidades y de las grandes potencias de la escritura
De lo que no tengo duda es de que concibe cada nuevo libro, cada nuevo texto, como una aventura.
Sí. Este campo de la escritura es uno de los pocos en los que las cosas no funcionan por acumulación. Es decir, en otros campos empiezas a hacer algo, entre más lo haces lo sabes hacer mejor y aprovechas esa acumulación de conocimiento y de práctica para tus siguientes proyectos. Pero, en términos de la escritura, si realmente estás iniciando un nuevo proyecto estás iniciando de cero y la tarea es más bien desaprender. Como una Penélope moderna, deshacer el tejido que sostuvo un proyecto para realmente empezar con el contacto y proximidad de tus materiales, hacerles caso y saber dónde van. A veces, lo más difícil es desaprender. La ventaja de eso es que cada nuevo proyecto viene con su carga de aventura, de riesgo, a veces es absolutamente aterrador porque no sabes adónde vas y tampoco puedes no ir, porque ya estás metida en eso, pero bienvengo esa posibilidad. En todos los otros aspectos de la vida, uno tiene que recurrir a cosas ya hechas y ya dichas para facilitarte la vida, pero aquí, si es verdadero, cada nuevo proyecto te pone al borde del abismo y tienes que saltar.
“Nadie sabe nunca que no tendrá tiempo”, escribe en una de las páginas de Terrestre, su nuevo libro, que llegará a las librerías el próximo 10 de abril. ¿Cuándo fue usted consciente de esa limitación, la del tiempo?
En Terrestre había varias cosas que me interesaba mucho reflexionar, pensar, que tenían que ver con el cuerpo de la mujer joven, con la relación de esa juventud con el globo, con las maneras de deslizarnos sobre la superficie terrestre. Y, por lo tanto, tiene que ver con el tiempo, precisamente. Nunca he estado más consciente del tiempo que ahora, ahora que tengo 60 años, ahora que tengo que cuidarme, hay unas condiciones muy prácticas, evidentes, cotidianas, que le ponen límites y cuerpo al tiempo en cuanto tal. Escribir estos relatos que yo llamo de no ficción especulativa tiene que ver con esta experiencia del tiempo.
También en Terrestre, cita el discurso que Joan Didion dio en la Universidad de California, creo que en 1976, en el que decía: “No te digo que hagas un mundo mejor. Te digo que vivas en él. No que lo aguantes, no que lo sufras, no que lo atravieses, sino que vivas en él. Que lo veas. Que te tomes tus riesgos”. Pero, claro, precisa usted, ella vivía "cómodamente en una playa de Malibú" [ríe].
Ricardo Piglia decía que la verdadera historia de la literatura estaba en los diarios, en las vidas de los autores; en sus condiciones de producción, yo diría con más especificidad, desde dónde las decimos, qué es lo que facilita que tengamos este u otro discurso. Pensar en esas condiciones de producción muchas veces lanza preguntas interesantes. Didion escribió libros fabulosos, tuvo una vida muy interesante, fue una gran periodista, una gran escritora, pero si ves fotos de su casa en Malibú, guau, era otro mundo. Reconocer eso yo creo que le pone aristas necesarias a cualquier cosa que oigamos o en la que creamos. Me parece importantísimo no perder ese ángulo crítico, incluso con aquello que amamos, o sobre todo, debería decir, quién sabe...
“Este libro -decía de El invencible verano de Liliana- es para celebrar su paso por la tierra y para decirle que, claro que sí, lo vamos a tirar. Al patriarcado lo vamos a tirar”. Teniendo en cuenta el momento y el mundo en que vivimos, ¿sigue creyendo que conseguiremos acabar con el patriarcado?
Una tarea importante de la escritura, precisamente en su potencia crítica, es esta posibilidad de ir señalando los talones de Aquiles de todo lo que nos rodea desde nuestra trinchera, que es fundamental y poderosísima, que es la del lenguaje. Cada una de las cosas que voy haciendo para mí tiene esa capacidad de ejercer esa crítica constante, molesta, aguafiestas, inescapable en nuestro entorno. Y claro que va a caer, por supuesto que va a caer, y eso no lo creo nada más yo, esto me lo dicen, lo escucho de estos movimientos tan poderosos de jóvenes en el mundo. A veces este bombardeo y esta estrategia comunicativa del terror, que tiene su expresión máxima en el régimen trumpista actual, funciona porque quiere hacernos creer que no tenemos poder, que sólo tenemos esa alternativa, que esto es eterno. Pero nuestra tarea, o al menos la que yo asumo y que puede ser crítica y esperanzadora a la vez como una postura vital, es eso que decía Eduardo Milano en un verso: "Yo sólo quiero hacer un daño mínimo en el centro de la civilización". Imagínate, ese contraste. Cada palabra, cada coma, cada silencio, cada ritmo, cada elemento con los que trabajamos tan cerca en el lenguaje para mí tiene esa posibilidad al menos, palpita ahí esa potencia de subvertir, de hacer ese pequeño daño que puede ser central en esa civilización de miedo y terror.
- Pastelería XXL, la nueva tendencia que se está adueñando de Zaragoza: 'Te llama por los ojos y por la boca
- Pasapalabra' confirma la entrega del bote y busca nuevos concursantes
- Renfe se prepara para el corte de la línea de tren entre Zaragoza y Madrid a partir del 1 de abril
- Investigado el conductor de un camión por circular 10 km en dirección contraria por la AP-2 en Zaragoza
- Así serán y esto costarán las futuras piscinas del Distrito Sur de Zaragoza: estarán acabadas en febrero de 2027
- Adiós al bar de Zaragoza que dio la vuelta al mundo por sus chistes en la pizarra
- Rosa y Manu ya conocen cuál será su nuevo trabajo tras dejar Pasapalabra: 'Os quieren contratar
- Este es el mejor colegio de Aragón según la revista Forbes