Muere Antonio Navarro Vega, artesano vidriero del taller Cristacolor de Zaragoza

Era junto a su hijo propietario de la empresa fundada en 1939, artífice de la mayoría de vidrieras que hay en Zaragoza

Antonio Navarro Vega en pleno trabajo.

Antonio Navarro Vega en pleno trabajo. / ARTESANOS DE ARAGÓN

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

ZARAGOZA

Antonio Navarro Vega, propietario y artista del taller Cristacolor en Zaragoza y artífice, como creador y restaurador, de buena parte de las vidrieras que se pueden contemplar en la capital aragonesa, falleció este miércoles, según ha anunciado su hijo, quien estaba actualmente a cargo del negocio.

Precisamente su hijo, que está al frente del negocio desde hace un tiempo, ha querido rendirle un sentido homenaje a través de las redes sociales de la empresa: “El taller lo era todo para él, su vida. Amaba su trabajo. Era un artista, aunque no le gustaba nada ese término, él era un artesano decía. Pero dominaba muchísimos oficios, sabía hacer de todo. Una de las muchas cosas que me gustaban de él era su cero ego, su humildad. Ha hecho vidrieras para muchas partes del mundo pero no las firmaba jamás. Para qué, me decía. No se le ha valorado y reconocido lo suficiente”. 

Cristacolor, que abrió sus puertas en 1939, es actualmente la única empresa de vidrieras artísticas que hay en Zaragoza y uno de sus últimos trabajos ha sido la restauración de las vidrieras de la Cámara de Comercio después de que dos rayos dañaran su sede central.

Casino Mercantil, el Pilar, el ayuntamiento...

Pero del taller de Cristacolor han salido buena parte de las vidrieras (bien creadas o restauradas) que se pueden contemplar ahora mismo en la capital aragonesa, la del palacio de Correos, las del Ayuntamiento de Zaragoza, las del Casino Mercantil, el Pilar o la Seo, las de Aula Dei, la iglesia San Pablo, en el Café Levante, en la Republicana… pero, además, su trabajo ha viajado por todo el mundo y su sello está también en el Colegio Español de Roma, la iglesia de San Juan de Puerto Rico, o la catedral de Agoo en Filipinas.

Desde Zaragoza Moderna también han querido rendirle un homenaje: “Antonio Navarro, artesano, artista y, sobre todo, trabajador incansable ha sido uno de las personas que más ha contribuido al desarrollo del patrimonio artístico reciente de nuestra ciudad. De su taller y sus manos, han salido algunas de las obras vitrales más importantes e increíbles de la arquitectura moderna reciente, tanto civil, como religiosa”.

Una de las vidrieras de la Cámara de Comercio restaurada por Cristacolor.

Una de las vidrieras de la Cámara de Comercio restaurada por Cristacolor. / CRISTACOLOR

La historia de la empresa

Leopoldo Navarro Oros y su primo Manuel Navarro Lopez, ambos con grandes conocimientos artísticos, fundaron en Zaragoza la empresa Arte Sacro Navarro en 1939, también conocida como Artes Decorativas Navarro o simplemente Navarro. Se dedicaron a la realización de todo tipo de trabajos relacionados con el arte religioso, como por ejemplo retablos con sus correspondientes tallas, pinturas, esculturas o restauraciones.

Las vidrieras del Palacio de Correos fueron restauradas por Cristacolor en 2012.

Las vidrieras del Palacio de Correos fueron restauradas por Cristacolor en 2012. / EL PERIÓDICO

El estudio-taller se situó en un principio en la calle Sepulcro de la capital aragonesa. Posteriormente, en 1948, se inauguró el gran edificio taller-vivienda de la calle Almagro, donde permanecerá hasta el año 2001.

Sobre los años 50, como consecuencia del descenso de trabajos de arte religioso, el taller se verá reducido casi en su totalidad a la sección de vidrieras artísticas, y el taller lo dirigirá Leopoldo en solitario.

El taller de Leopoldo Navarro absorbió a Talleres Quintana, a Vidrieras Aragonesas y a la sección de vidrieras de La Veneciana, tomando el nombre de Vidrieras de Arte Cristacolor, que es el nombre que mantiene hoy día, y así paso a ser el único taller de vidrieras artísticas que había en Zaragoza.

Poco a poco Leopoldo va delegando la dirección del taller a su hijo Antonio Navarro Vega, quien dirige el taller a partir de los años 70.

En el año 2001, como consecuencia de la muerte de Leopoldo y la venta del edificio taller de la calle Almagro, el taller se traslada a la calle Toledo número 7, que es donde permanece activo actualmente, dedicándose a la realización y restauración de vidrieras.

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