La Librería Central de Zaragoza baja la persiana: 45 años de amor incondicional por los libros
La capital aragonesa pierde un agente cultural de primer orden con el cierre de la librería, que previsiblemente dirá adiós de forma definitiva a finales del mes de marzo

Dos clientes salen de la Librería Central, este viernes, en la calle Corona de Aragón de Zaragoza. / LAURA TRIVES

El tejido cultural de Zaragoza perderá en los próximos días un activo de primer orden. La emblemática Librería Central bajará la persiana –previsiblemente a finales de este mes de marzo– y dirá adiós a casi 45 años de amor incondicional por los libros. La decisión no ha sido fácil para su fundador Joaquín Casanova y su hija Ana Belén, actual gerente, pero la delicada situación que atraviesa la librería les ha abocado irremediablemente al cierre. De hecho, se encuentra en concurso de acreedores desde principios de marzo y ahora es un administrador externo el que se encargará de gestionar la extinción de la empresa fundada en 1981.
«De momento nos han dicho que estaremos abiertos hasta finales de mes, pero quizá se extienda algo más», indica Ana Belén Casanova. Durante estos días, la librería de la calle Corona de Aragón deberá minimizar sus deudas y reducir lo máximo posible su elevado estoc, compuesto por más de 35.000 ejemplares. Así, la librería anima a sus clientes a canjear vales y cheques regalo antes de que se liquide toda la mercancía.
El anuncio del cierre, que también afecta a la papelería y a la editorial Mira, responde a un cúmulo de circunstancias adversas. La principal es la «decadencia de las ventas» debido a los nuevos hábitos de consumo y al auge de la venta 'on line', pero también han golpeado con fuerza los 'ebooks', la falta de liquidez y la demora de la DGA a la hora de pagar los libros de texto. «Ahora poco importa ya, pero ese sistema tiene que cambiar porque no es lógico que se pague a ocho meses vista y que las librerías tengamos que ejercer de bancos», denuncia Casanova.
Todo este coctel explosivo ha acabado de desgastar a la segunda generación de la empresa familiar, que ya se ve sin fuerzas para reflotar el negocio. «En los últimos años nuestras ventas 'on line' han subido, pero es muy complicado luchar contra los elementos. La gente se ha acostumbrado a comprar todo tipo de cosas en el mismo portal y las nuevas generaciones no priorizan tanto el trato personalizado y la especialización», lamenta la joven librera zaragozana.
La apuesta por este cierre ordenado también busca priorizar el pago a los 30 trabajadores que componen actualmente la plantilla de la empresa, entre la librería, la papelería y la editorial. «En los últimos años hemos mantenido a todos los empleados pese a la caída de las ventas y quizá eso ha provocado que la plantilla está ahora sobredimensionada, pero ellos han sido una parte fundamental de esta aventura», reconoce Casanova, que insiste en que el objetivo es «dejar todo bien liquidado».
Tras el cierre, Zaragoza perderá un agente cultural de primer orden, ya que la librería no se limitaba a vender ejemplares; también organizaba presentaciones de libros, firmas, cuentacuentos y diversas actividades para fomentar la lectura entre los niños.
Un sector amenazado
La pérdida es igual de dolorosa en el ámbito editorial, ya que Mira ha sido en estos últimos 40 años un gran altavoz para los autores aragoneses. De hecho, muchos escritores han encontrado en la editorial el apoyo necesario para publicar sus historias. Precisamente, fue el amor por los libros el que llevó a Joaquín Casanova a fundar Mira hace 40 años, una pasión que comenzó a germinar en 1963 cuando entró de aprendiz en la antigua Librería General, ubicada entonces en la calle San Miguel.
El cierre de la Central evidencia lo complicado que lo tienen las librerías independientes (y en general todo el pequeño comercio) para sobrevivir en un sector zarandeado por los nuevos hábitos de consumo. Su adiós, de hecho, no ha sido el único que se ha conocido estos útimos días en Zaragoza, ya que en las próximas semanas también cerrará sus puertas la librería Picaraza Shop, ubicada en la avenida Goya.
La pérdida más sonada en la historia reciente de la ciudad fue la de Los Portadores de Sueños. Situada en la calle Jerónimo Blancas, la librería se vio obligada a cerrar en enero de 2019 tras 14 años en la vanguardia de la cultura debido también a la caída de las ventas y la pujanza de Amazon. La Central se suma ahora a este reguero de 'víctimas' dejando un vacío difícil de llenar en el ámbito cultural de la capital aragonesa.
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