Boris Micka (museógrafo del Centro Goya): "Lo peor que te puede pasar es ir a una exposición y que sea eso, una exposición"

Recién llegado de Croacia y con encargos en todo el mundo, explica que los museos se han deshecho de esa concepción clásica en la que no tenían cabida los discursos expositivos que permiten adentrarse en la piel del artista. 

¿Qué pensó cuando le llamaron para esta propuesta?

Ha sido un desafío y más como extranjero. Para mí, Goya ha sido el artista español más importante que existe, pero siempre lo conocía como pintor, no como persona. Pero de repente, tener este empuje para entenderlo ha sido muy fuerte. Me gustó mucho que pensaran en mí y, además, el edificio es de los que me gustan, racionalista, que tiene su complejidad, pero al final en el fondo es un muy buen edificio y ha sido un placer trabajar en el espacio tan tan limpio.

A priori llama la atención que se hayan elegido las plantas superiores para el discurso expositivo permanente.

Hay varios motivos por lo que lo hemos hecho. El más importante es porque el edificio crece para nosotros con las alturas por lo que necesitábamos una bóveda al final y eso solo se puede hacer creando un nuevo espacio y eso solo podía ser en la quinta planta. Pero, además, queríamos crear una doble circulación. Se sube por una escalera y con la bajada se crea un circuito super lógico para la gente que desde que entra a comprar la entrada hasta la apoteosis de ahí arriba y, luego, desciende por otros espacios. Es un circuito muy limpio.

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¿Tenía muy claro lo que quería hacer?

Lo que sí tenía claro después de leer e investigar algo es que había que crear dos espacios, uno para que entiendas el crecimiento de Goya y su aprendizaje, para llegar al punto del Goya que conocemos, y otro espacio dedicado a su drama, su dicotomía, su diálogo entre la obra pictórica y lo que realmente él piensa y opina. Y estos son dos espacios diferentes. Primero es entender su trayectoria histórica y su vida, y luego, una vez entendido esto, puedes entrar en su mundo.

Según el anteproyecto presentado, parece que tienen la misma importancia la obra original de Goya y las proyecciones virtuales.

Hay una cosa importante que tengo que agradecer a Pedro Olloqui. Y es que nos permitieron la posibilidad de traer la obra en formato virtual, lo que nos permite muchas cosas porque siempre las colecciones son cojas, nunca tienes una colección completa. Y, por tanto, solo podrías contar una parte pequeña de su trayectoria, pero ahora mismo, trayendo las cosas virtualmente podemos explicar toda su vida.

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¿Qué me dice de la quinta planta?

Es sumergirte dentro del cerebro de Goya, de su pensamiento. Es muy bonita porque tienes por fuera los retratos de los reyes y todos los cuadros nobles y, luego, un espacio oscuro con los columpios dentro, donde tú podrás ver todos los grabados transformados. Quería crear algo impresionante. Yo lo quiero acercar a la gente joven porque la gran pelea mental de Goya era muy parecida a lo que vivimos hoy, es un mensajero de futuro impresionante.

¿Para atraer a la gente joven hay que romper el concepto tradicional de museo?

Sí. Aunque hay que tener claro que la gente joven ya está en la interactividad digital porque tienen en su mano un teléfono. Es decir, que están acostumbrados a ello, pero aquí te puedes realmente meter dentro de un espacio que sea diferente, tener una experiencia diferente. Los columpios en la bóveda va a ser algo muy atractivo. Es un guiño a un Goya que está mentalmente muy joven pero su cuerpo ya no puede más. Los espacios que tienen cierto dramatismo, que no son solo los cuadros y que tienen un desarrollo diferente, siempre funcionan bien.

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¿Esa ola digital de la fachada la ‘encontró’ pronto?

Era algo que yo veía muy importante porque tú conoces esos porches y son muy tristes. Yo quería decirle a la gente ‘venir para acá’, que hay un espacio de Goya aquí y ese espacio casi tenebroso de los juzgados, convertirlo en una gran habitación.

¿El Centro Goya será un paradigma de la museografía contemporánea?

Yo trabajo mucho en todo el mundo y lo que se está notando es que la gente pide unos espacios que le sorprendan, una visión diferente a lo que esperan. Lo peor que te puede pasar es que vayas a una exposición, y sea eso, una exposición. Lo que necesitas en una exposición es que cada esquina, cada giro sea diferente, con diferentes paisajes y tamaños.

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¿Usted formó parte de este cambio de la museografía en el mundo?

Esta visión estaba muy avanzada, pero en un momento se metió gente nueva y se retrasó otra vez a una cosa muy clásica, aunque fuera digital. Pero esta forma teatral de hacer un discurso estaba ahí hace años. Estamos creando un mundo fantástico y yo creo que eso es importante porque cuando coges un panel y cuelgas un Goya, pues es una obra fantástica, pero hay que meterle dinamismo.

¿Se refiere a que la gente busca una experiencia?

Tú tienes que crear inquietudes y esas se generan por sonido, por imagen, por olores... Es que imagínate que pasas delante de una panadería y hueles a pan recién hecho, lo que te pasa por la cabeza es tu juventud cuando compraste un pan recién hecho. Todas estas cosas son súper importantes. Nosotros no podemos quedarnos apalancados en presentar una cosa, tenemos que intentar llamar la atención o despertar las inquietudes de la gente con diferentes formatos.

¿Cree que levantará expectación este Centro Goya?

Si alguien viene y lo comprende, va a traer a más gente. Hay exposiciones de pintores muy famosos que son inmersivas, pero yo creo que no son tan espectaculares como esto porque no transmite la información. Nosotros nos quedamos justo en la espectacularidad pero transmitiendo el mensaje que queremos, que es muy fuerte