Crítica de la Feria de San Jorge: Solitaria pero valiosa oreja sobre la campana para Zulueta

Mano a mano que no fue tal con cada novillero en su mundo, sin competencia alguna y un toreo de vulgar abasto de Marco Pérez

Javier Zulueta hace fluir el toreo con naturalidad al inicio de la faena.

Javier Zulueta hace fluir el toreo con naturalidad al inicio de la faena. / LAURA TRIVES

Carmelo Moya

Carmelo Moya

ZARAGOZA

El segundo mano a mano entre novilleros celebrado este martes en La Misericordia dentro de la feria de San Jorge solo fue tal porque se anunciaban dos actuantes. Por lo demás, cada cual fue a lo suyo ignorando la presencia de su pretendido rival. La empresa, en la enésima putada a su clientela la programó en día de labor y se verificó en modo casi clandestino -publicidad es palabra maldita en las oficinas de Zúñiga y toros, SL-.

La novillada de Montealto fue bien servida de carnes, honda, badanuda, con las culatas rematadas (ahí se ven los 'jurdós' que cuesta el pienso). Se salió del guión morfológico el tercero, terciado, más fino de líneas, hocico de rata.

Por lo general el resto salió con pies y huidizos de principio. El segundo formó una escandalera arrollado todo a su paso. Así, derribó al picador Pedro Morales mandándolo a la enfermería con un traumatismo. También a Rafael Campos al que recogió en el suelo perdonándole la cornada.

El sexto, la excepción

El sexto de la tarde fue la excepción pues tuvo muchas virtudes: fue al caballo con emoción y de largo en dos ocasiones. En banderillas persiguió a Manuel Reyes hasta alcanzarlo lanzándolo en alto vuelo hasta el callejón. Recuperado saltó de nuevo al ruedo para dejar un par que despertó al personal dejándole a Zulueta el público entregado.

A partir de ahí explotó las embestidas de ese novillo que le permitió deletrear el toreo por el lado izquierdo. Hasta se permitió el lujo de rematar una tanda de frente a pies juntos pintando de sevillanía ese modo parco, profundo, con sentido, que tiene el toreo bien hecho. La última tanda fue ya intentándolo de nuevo de frente y cuando se tiró a matar salió volteado sin consecuencias. La oreja fue incontestable.

En primer turno se las había tenido con un manso prófugo que se rindió apenas inició la faena doblándose y con el cuarto, menos chungo, no hubo qué.

Mientras, en la otra pista (como en el circo) Marco Pérez, a lo suyo: grande abasto de pases, suertes y recursos accesorios. Mucho de todo y por su orden fuera conveniente o no. Volcó todo el catálogo para llenar el tiempo en faenas eternas. Además, fallón con los aceros.

Tarde en general por debajo de las expectativas en la que, sin estar mal -claro que no- fue más bien traslúcido. Una presencia itinerante a remolque de sus novillos. 

La ficha

Tercera de feria. Novillos de Montealto: bien presentados pero bajos de raza excepto el sexto, el de mayor clase y duración. Mano a mano entre Marco Pérez (silencio tras aviso; silencio tras aviso y vuelta al ruedo) y Javier Zulueta (ovación; silencio tras aviso y oreja). Un cuarto de plaza. El picador Pedro Morales fue atendido de un traumatismo en hombro derecho con posible fractura de húmero, de pronóstico reservado. El novillero Ignacio Boné actuó como sobresaliente.

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