Copiloto lanza su nuevo disco, ‘interior/noche’
"Ante las infinitas posibilidades que te ofrece un estudio, respetar los sonidos y ruidos que se colaban me pareció muy adecuado", asegura.

El oscense Javier Almazán, nombre que se esconde detrás de Copiloto. / JAIME ORIZ

'interior/noche' es el séptimo álbum de Javier Almazán, conocido musicalmente como Copiloto, y en él hace testigos a los oyentes de una historia de amor y desamor moderna y sin aspavientos. Aquí no hay culpables, ni víctimas, ni rencor ni odio (ni siquiera cuando el narrador intenta sentirlo, como ocurre en la canción 'Estúpido'). Hay dolor y tristeza y anhelo por lo que fue y ya no será.
Grabado a caballo entre Yeste (Huesca) y Zaragoza, entre lo rural y lo urbano, 'interior/noche' se fue levantando sobre estructuras monolíticas y una buscada economía de medios. «Ante las infinitas posibilidades que te ofrece un estudio de grabación hoy en día, poner límites a los recursos instrumentales y respetar los sonidos y ruidos que se colaban accidentalmente por los micrófonos me pareció muy adecuado», dice Almazán al respecto. De modo que en el disco se usaron muy pocos instrumentos (unas condiciones de trabajo que ya exploró en su disco de 2021 'Abrazos salvavidas') se repitieron muy pocas tomas, no se doblaron líneas de voz ni se añadieron coros. «La voz de Copiloto nunca antes había sonado así, casi fuera de plano, muy narrativa, muy presente. Una voz al servicio de los textos en una narración que nos van llevando de hito en hito a lo largo de esta historia», asegura su hoja promocional.
Podría decirse que 'interior/noche' no sigue las tendencias de consumo actuales. Tras 'Fundamental (10 revisitaciones y 1 canción desnuda)' (2024), disco en directo con banda completa y cinco 'singles' independientes, Almazán propone frenar y hacer una escucha más pausada y consciente.
Un repaso a las canciones
En cuanto a las canciones, 'Contacto cero' sirve a Almazán de obertura y no juega con nosotros, desde esta primera canción sabemos cómo va a terminar el asunto. A partir de ahí, el oscense va marcando el camino. Desde la ilusión de los primeros encuentros, los primeros recuerdos construidos como pareja, el deseo y el sexo (presentes en 'La activista y el cónsul' o en el bolero ruidista 'De ti', 'Venecia'), la seguridad de estar en el momento, el lugar y con la persona con la que se desea estar ('Por algo'), la ruptura y el dolor de sentirse rechazado ('El elegido', 'Una calathea'), la sensación de vacío ('Haces magia') hasta llegar al último acto que es, a la sazón, un nuevo punto de partida ('Amanezco').
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