Crítica de Javier Losilla del concierto de Maria Rodés: Françoise Hardy se pasea por el Mediterráneo

La Aljafería acogió la actuación de la barcelonesa el viernes dentro del Festival Manlor

Maria Rodés durante su actuación del viernes en la Aljafería.

Maria Rodés durante su actuación del viernes en la Aljafería. / ALICIA SÁNCHEZ / CORTES DE ARAGÓN

Javier Losilla

Javier Losilla

ZARAGOZA

Si ustedes conocen la obra 'El Trovador', sabrán de las andanzas de Manrique y Leonor, protagonistas de esa ópera que Giuseppe Verdi situó en el zaragozano Palacio de la Aljafería, y que escribió inspirado por el drama romántico de Antonio García Gutiérrez. Entenderán entonces por qué el festival organizado por las Cortes de Aragón se llama Manlor; es decir, un acrónimo formado con los nombres de los dos protagonistas de la citada ópera. Es un título algo rebuscado, pero de alguna forma hay que llamar a una programación que persigue la excelencia, pero quiere llegar a todos los públicos.

La cosa comenzó el 21 de junio con la soprano Ruth Iniesta y el pianista Rubén Fernández Aguirre, continuó el 24 con la música medieval de L’Incantari, y siguió el viernes pasado con la actuación de Maria Rodés, y ahí estuvimos: escuchando a esa Françoise Hardy mediterránea, barcelonesa nacida en Cabrera de Mar, escritora de las estrellas y coplera de tronío sin peineta ni bata de cola. Maria reúne, sin aspavientos, la vitalidad de las músicas populares para llevarlas más allá de las fronteras de las taxonomías más arraigadas.

Entre el batir de los abánicos

Llegó Maria, pues, a la Aljafería, hermoso monumento repleto de esa memoria que algunos quieren olvidar y hacernos olvidar a los demás, y entre el batir de los abanicos que combatían con poca fortuna el calor reinante, cantó copla y cuplé, chotís y ranchera, rumba y pop. Lo hizo acompañada por Isabelle Laudenbach, guitarrista excepcional, fundadora que fue de Las Migas; Marcel Fabregat y sus teclados puntillosos, y Guillermo Martorell, guitarrista eléctrico que pespunteó las canciones con sobrios pero eficaces destellos sesenteros. Lo dicho: la Françoise Hardy mediterránea.

Ahora se cumplen 11 años desde que Maria editó 'Maria canta copla' y de ese álbum ofreció 'Tengo miedo', 'Flor del mal', 'El día que nací yo', 'Marinero de la barca', 'Manos Vacías', 'Que nadie sepa mi sufrir', 'Agua que no has de beber', 'Tatuaje', 'Ay pena, penita pena', 'Tengo miedo','Tres puñales'… Y más: 'Me quedo contigo', 'La Bruja'… Pero también hermosas canciones propias como 'Te voy a querer igual', 'Fui a buscar el sol', 'Luciernaga en el suelo'… Maria, guitarra y voz, transitando con mirada contemporánea por un cancionero de amores y despechos, de ausencias y presencias, de declaraciones poderosas, de noches perturbadoras… Maria canta, copla y lo que le echen, con ese eco pop, algo lánguido, que despoja de polvo a las canciones para otorgarles el brillo de una mirada acuosa. Puede que en ocasiones le falte algo de brío, pero creo que en ese caminar ligero reside precisamente su encanto. Se despidió con 'Ojalá que te vaya bonito', del gran José Alfredo Jiménez, cómo una Chavela Vargas pasada por Montparnasse.

Manlor continúa el 2 de julio con Grupo Enigma, el 4 de julio con Tanzensemble Pealztheater Kaiserslautern, y el 10 de julio con arias, dúos y concertantes de 'L’elisir d’amore'.

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