Crítica de Javier Losilla del concierto del Grupo Enigma en la Aljafería: La brisa de la libertad, entre los naranjos
El festival Manlor celebró una nueva sesión el miércoles,un concierto itinerante titulado 'El viento nos llevará',

El Grupo Enigma durante el concierto que ofreció el miércoles en la Aljafería. / JULIA CASTAÑO / CORTES DE ARAGÓN

La discreta brisa de la noche se colaba entre los naranjos del pórtico sur del patio de Isabel de Portugal, en la Aljafería. También la música, menos discreta que la brisa, de la compositora iraní Nasin Khorassani (1987) atravesaba las hojas de esos árboles que, puestos a imaginar, fueron testigos de los paseos o la meditación, en el siglo XI, de Al-Muqtadir, el soberano más notable de la taifa zaragozana. Un chelo, un violín y una viola interpretaban 'Growth' (2017), de Khorassani, pieza de remotos ecos iraníes y de más cercanos tintes de Mahler y Schostakóvich; una obra repleta de tensión y melancolía resuelta por el trío según las indicaciones de la autora: como una premonición muy visual que se expande como ramas que salen de la construcción principal.
Estábamos en el tercer escenario de un concierto itinerante titulado 'El viento nos llevará', como la película de otro iraní: Abbas Kiarostami. Antes, en el trayecto al pórtico sur, cada espectador recibió impreso, para recitar mentalmente, el poema 'Los violines', del palestino Mahmud Darvish (1933-2008), procedente de su libro 'Once astros', publicado en 1992: «Los violines lloran por un tiempo perdido que no volverá. Los violines lloran por una patria perdida que tal vez volverá».
Ausencias y nostalgias
Y mientras memorizábamos ese texto de ausencias y nostalgias, resonaban en nuestros oídos las últimas notas de 'El abismo de los pájaros', tercer movimiento, para clarinete solo, del 'Cuarteto para el fin de los tiempos', del francés Olivier Messiaen (1908-1992), obra escrita y estrenada en el campo de concentración de Görlitz, Silesia, región repartida actualmente entre Polonia, República Checa y Alemania, inspirada en el libro del 'Apocalipsis'. 'El abismo de los pájaros', interpretado por Emilio Ferrando, había sido el recibimiento, en el patio de San Martín, a los espectadores que acudimos al concierto. Un comienzo lento y triste da paso a un lento algo más vivo, pasando después a un tempo moderato para regresar a la tristeza de la lentitud y cerrar con lo que podríamos llamar modo lento rápido. Ferrando resolvió bien ese viacrucis y preparó a los presentes para el recorrido ya descrito, que tuvo su final en el pórtico sur del patio. Ahí nos esperaban el húngaro nacionalizado austriaco Giörgy Ligeti (1923-2006) y el norteamericano John Adams (1947).
De Ligeti, quien escribió 'Lux eterna' para la película '2001 Una odisea del espacio', Enigma preparó 'Concierto para violonchelo' (1996) para cello solista y ensemble. David Apellani fue el solista, el instrumentista brillante de pulso firme que inicia el primer movimiento (Viertel=40) con una nota sostenida, casi epítome del silencio, para luego encajar el cello en el conjunto y mostrar al unísono las intenciones de Ligeti: nuevos conceptos de armonía y ritmo. 'Concierto para violonchelo', un gozo, es como un cúmulo de contradicciones con sentido: silencio y ruido; quietud y movimiento. El clarinete abre el segundo movimiento ('Lo stesso tempo'), el solista continúa explorando todas las posibilidades del instrumento, las cuerdas llenan el ambiente de staccatos y pizzicatos, y los metales golpean sin piedad. Ya sabemos dónde y en qué circunstancias se escribió la pieza, pero alguien escribió que no hay que temer a las emociones de gozo que produce. Por cierto, en respuesta a los aplausos del público, David Apellani ofreció en solitario 'Fantasía para cello solo', de Gaspar Casado.

La Aljafería acogió el miércoles una nueva cita del Manlor con el Grupo Enigma. / JULIA CASTAÑO / CORTES DE ARAGÓN
Una propuesta en tres movimientos
De John Adams, el compositor que facturó en la segunda mitad de los años 80 la controvertida ópera 'Nixon en China', Enigma ofreció a comienzos de 2024 la composición 'Shaker Loops'. El miércoles eligió 'Son Of A Chamber Symphony' (2007) para ensemble, una propuesta en tres movimientos. El primero, que cita a Beethoven y tiene cierto parentesco en su arranque con 'Different Trains', de Steve Reich, es un intrigante juego de planos sonoros y de timbres. El segundo tiene inicio suave, las cuerdas marcan y el clarinete desarrolla. La pieza avanza como un vals azotado por los metales. Y el tercero, con una entrada similar a la del primer movimiento, transcurre con las cuerdas en celo (ansiosas, quiero decir), y los metales entrando a saco. Luego, cuerdas y metales intercambian los papeles para llegar a un final apoteósico, a medio camino entre el circo y cabaret modernos.
No hay excusa para no felicitar a Enigma y a su director Asier Puga, paradigma del movimiento perpetuo, del riesgo y de la fascinante 'lectura' de obras turbadoras. Y también al festival Manlor por una programación que agita la brisa de la libertad creadora.
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