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Mónica Randall: "Intenté nadar en Jaca, pero metí una pierna y salí pitando, soy una pobre mediterránea"

La actriz participa en un coloquio dentro del ciclo El tiempo de las mujeres en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza

Mónica Randall en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.

Mónica Randall en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. / JOSEMA MOLINA

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

ZARAGOZA

Mónica Randall no tiene pelos en la lengua, aunque cada respuesta que da tiene mucha reflexión detrás. Parece que dispara sin ton ni son pero ni nada de lo que dice es gratuito ni nada sale sin haber atravesado una reflexión profunda y serena. "Estamos mejor que estábamos en la época del difunto. Es decir, yo como tengo una edad provecta, entonces tengo muy claro el tiempo que tengo que comparar con el actual, así que sí, estamos en el tiempo de las mujeres. Es más, es ahora o nunca, o las mujeres del mundo damos un paso cada uno en su sitio...", dice con contundencia cuando se le pregunta sobre el coloquio que protagoniza este jueves en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza bajo el ciclo que se llama precisamente El tiempo de las mujeres.

La trayectoria de Mónica Randall es extensa, y no lo es más porque, según dice con sinceridad, se "cansó". ¿De la profesión? "Piensa que siempre me dan papeles de malas, qué cortos, han sido cortitos... Por eso se me empezaron a pasar las ganas hace años, no me daba la gana de hacer papeles de mujer con carácter", explica con naturalidad, y apostilla: "Siempre he ido muy elegante, muy bien vestida. Entonces me veían como muy sofisticada para el tiempo histórico que me tocó".

Unida a Aragón

La vida de Randall está unida de manera muy intensa a Aragón. Su madre era de Gavín, y ella recuerda los veranos que pasaba "con mamá en Jaca, Gavín y Escuer", señala: "Llegábamos por la mañana a Zuera y allí teníamos que esperar a otro tren que nos llevaba a Jaca. Cuando mi madre veía los Mallos de Riglos siempre decía, 'ya estoy en mi tierra'. Y entonces para mí, los Mallos de Riglos es Aragón".

De aquellos veranos, Mónica Randall recuerda muchas anécdotas, como cuando pasó la tos ferina y estuvo cinco meses y medio en el Pirineo: "Cuando vino a verme mi tía catalana, a mí se me había olvidado el catalán, y casi le da un pasmo", explica con sorna. Pero también se acuerda de las aguas del Pirineo: "¿Que si aprendí a nadar allí? Qué dices, ¡con el agua tan fría! Yo soy una pobre mediterránea, intenté nadar en Jaca, pero metí una pierna y salí pitando. No he osado jamás meterme en las aguas vuestras del Pirineo", exclama mientras recuerda también sus visitas a Ordesa.

"Ojalá se pudiera rodar siempre así"

Volviendo a sus trabajos en el cine, recuerda con emoción tanto a Carlos Saura como a José Luis Borau. El primero la contrató para 'Cría cuervos'. "Ojalá siempre se pudiera rodar así, se echa de menos a alguien así. Trabajar con Carlos, aparte del talento, es paz. Lo que había en su rodaje era paz porque era un ser absolutamente equilibrado, sabía lo que tenía que hacer. Él era muy torpe explicándole las cosas a los actores, pero tenía un oído... Si te decía que la frase que habías dicho estaba bien, estaba bien. Era un sabio".

Precisamente, trabajar con Carlos Saura supuso algo muy especial en la carrera de la actriz: "El simple hecho de que me eligiera me dio mucha confianza en mí misma. Dije, bueno, 'alguien me debe ver normal'. Fue una de las primeras veces que me daban un papel de normal. Yo toda la vida he querido hacer de señora normal y no ha habido forma. El sueño de mi vida ha sido hacer de señora normal y no ha habido forma humana", insiste.

Retirada de la profesión por voluntad propia, Randall también mira hacia sí misma: "En la profesión me tienen cariño, no es que esté muy reconocida pero me respetan como persona e intuyen que he podido hacer más cosas, lo saben", empieza su explicación antes de autoanalizarse: "Un grandísimo defecto que yo tengo es que no he sido ambiciosa. Eso es fatal en esta profesión donde hay que ser muy ambicioso y egocéntrico. Hay que pensar que tú puedes hacerlo todo y mejor que nadie, y yo eso no lo mostraba", dice antes de detenerse en la relación que tuvo con otro aragonés, José Luis Borau: "Me ponía verde, a veces me decía 'Aurorita (el nombre real de Mónica Randall es Aurora), eres muy tozuda'. Y yo le contestaba, 'si soy medio aragonesa, cómo no voy a serlo". Borau era muy tímido y un niño grande, yo le tenía mucho cariño".

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