Lucía Solla Sobral ('Comerás flores') en Zaragoza: "Quería enseñar el comportamiento de los maltratadores"
La escritora gallega está siendo una de las sensaciones de la temporada literaria con su primera novela

Lucía Solla Sobral en la librería Cálamo donde ha firmado ejemplares de 'Comerás flores'. / Jaime Galindo

Lucía Solla Sobral ha firmado uno de los debuts más prometedores de los últimos años con 'Coméras flores' (Libros del asteroirde), con el que este martes ha visitado Zaragoza para firmar ejemplares en la librería Cálamo y participar en el club de lectura feminista de la Universidad. Una novela que indaga en el maltrato psicológico, en los espejismos de las relaciones desiguales y en la amistad como refugio.
¿Esta novela es un remedio contra el amor romántico?
Sin quererlo, creo que sí. Mi única intención era hablar sobre algo que casi no se puede ver dentro de una relación supuestamente romántica, pero acabó haciéndose un efecto bola de nieve y acaparando más y más temas. Y yo creo que ahora, hablando de él en voz alta, es cuando me di cuenta de que hablo más del amor romántico de lo que creía, o lo critico más de lo que creía.
¿No era consciente hasta que acabaste el libro? Quiero decir, ¿esta reflexión le ha venido a posteriori?
Sí, sobre todo eso, al escuchar a otras personas. Yo estaba muy centrada en una relación de maltrato, pero no veía más allá, no veía claro que al final si hablas de maltrato no estás hablando de amor, estás hablando de lo que crees que es. Nos hacen creer que el amor es aguantar, creer que el que te hagan caso ya es suficiente, o aceptar los celos.
Otra cosa contra la que combate el libro es la frase que todos hemos escuchado y a veces hemos sentido, "¿qué hace una chica como tú con un chico como este?" Es algo que subyace en todo el libro.
Sí, sí, eso sí que lo tenía atravesado yo. Porque es algo que nos preguntan mucho cuando nos equivocamos en una relación. No nos equivocamos, nos hacen daño o cualquier violencia que exista, pero siempre ponen el foco en nosotras porque somos las víctimas. Entonces a Marina y a cualquiera de nosotras nos preguntan que qué hacíamos con un hombre así, pero a ellos no les preguntan qué haces tú con una chica como Marina, o con una chica de 20 años menor, o con una chica de la edad de tu hija. Siempre somos nosotras las responsables, las culpables, las víctimas. Esa pregunta sí que la tenía muy presente, sobre todo a la hora de reescribir, o sea, de releer y revisar toda la novela. Cuando ya sabía que sí iba a salir, me la apunté y empecé a pensar un poco más en ella por eso, porque quería cambiar un poco el foco y enseñar los comportamientos, en este caso de Jaime, pero de los maltratadores también.
La violencia psicológica no se refleja mucho en las expresiones culturales, es muchísimo más difícil. ¿Cómo ha sido la construcción de esas imágenes? Y, por otro lado, ¿ha sido muy doloroso escribir sobre esto?
Para mí el reto era hablar de algo que no se ve, de lo que no hablamos ni siquiera ni entre nosotras. La violencia clásica, física si que se ve más, pero la psicológica es difícil verbalizarla porque es difícil asumir que te está pasando. Y porque en los medios tampoco sale, siempre sale la noticia final que es ya que la han asesinado. Entonces tenía ese reto, crear imágenes a raíz de ahí, porque quería que se pudiese ver y sentir todo lo que ve y siente Marina. Con respecto a lo otro, la peor parte fue documentarme, porque fue tan fácil que me dio un poco de vértigo, porque yo sí recordaba cosas que me pasaban a mí, pero claro, me senté con amigas, con primas, con conocidas, para preguntarles por relaciones y todas habían vivido cosas bastante heavys. Y es entonces cuando me di cuenta de que se repetían patrones, de que casi todas las mujeres que yo conocía habían pasado por ahí, fue duro.

La escritora Lucía Solla Sobral este martes en la librería Cálamo de Zaragoza. / Jaime Galindo
En cuanto a lo de los patrones similares que comentaba, hay una imagen muy potente que curiosamente, también aparece en una serie y es cuando Jaime pone el coche a más de 200 kilómetros por hora para generar terror en Marina.
Nada de lo que sucede, me lo inventé, aunque no todo me pasó a mí. Y cuando escribí lo del coche, yo pensé que era algo muy puntual de una persona en concreto, y cuando vi la serie 'Querer', yo aluciné. Hay una sola cosa que sí me inventé, bueno, creí yo que me lo estaba inventando. Es la escena en la que él le hace comer carne cuando ella es vegana, porque pensé que era algo tan terrible que tenía fuerza en la trama y ahora que salió el libro me están contando que ese caso le ha pasado a otras mujeres. Por desgracia, nada le sucedió solo a una persona. Estamos comprobando que hay un manual no escrito y que casi todos se comportan de forma muy parecida.
Sientes que en ese sentido el libro hace una labor educativa, también de romper silencios.
Mi intención era escribir una novela, pero sí, ahora me doy cuenta de que cuantas más puertas abrimos, más espacios tenemos para hablar entre nosotras, para desahogarnos y poder contar sin vergüenza cosas que nos pasaron, porque al final estas cosas están muy estigmatizadas. Nos señalan a nosotras y nos avergüenzan por haberlas vivido pero es porque creemos que solo nos pasa a nosotras. Si de repente vemos que nos pasan a muchas da menos vergüenza y nos damos cuenta, lo que decía Giséle Pelicot, de que la vergüenza tiene que cambiar de bando, pero para eso hay que hablar muchísimo entre nosotras. Y luego también creo que sirve para identificar comportamientos.
A 'Comerás flores' le atraviesa una sensación de claustrofobia que hace que tengas que parar de leerlo para oxigenarte.
A mí me daba mucho miedo que el lector o la lectora no siguiesen a Marina, porque siempre va un paso por delante, el lector de Marina sabe mucho antes que ella, que Jaime no es bueno, entonces claro, así es mucho más fácil soltarle la mano, pero si va sintiendo a la vez lo que va sintiendo ella, es diferente. Yo necesitaba eso, que te atrapase hacia ahí y eso lo trabajé mucho leyendo en voz alta para yo asfixiarme leyéndolo y sintiéndolo otra vez, yo necesitaba que te ahogases con Marina.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido que le ha pasado con esta su primera novela?
La rapidez con la que el boca a boca ha empezado a funcionar, que entiendo que eso parte también de la necesidad que hay de historias así. Al final es un tema tan complicado y que genera tantos debates, porque hay que debatir también sobre el maltrato y sobre si eso no es, que a mí me daba mucho miedo. Y de repente ver como que todo el mundo la acepta y le gusta y acepta Marina y la acompaña, es muy satisfactorio. También entiendo que quien llega al libro tiene ya un caminito hecho. Y también lo están leyendo muchos hombres, que también me sorprende eso, que les guste y que incluso en algunos clubes de lectura me están diciendo que están revisando comportamientos.
Quizá otra de las claves de su éxito sea el título, 'Coméras flores'.
Está cogiendo significado también según voy hablando sobre ello. Era solo una escena en la que se hace referencia al veganismo de Marina, pero de repente, se convierte en un mensaje de esperanza por ese futuro, vas a recuperar tu identidad, todo va a volver.
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