La zaragozana Ana Santos publica 'Sembrar palabras': "Leer permite a las mujeres descubrir que pueden vivir de otra manera"
El ensayo escrito por Ana Santos ha sido merecedor del Premio Espasa 2025

Ana Santos, Premio Espasa 2025, recorre el acceso de las mujeres a la educación en ‘Sembrar palabras’. / RUBEN RUIZ
Ana Santos (Zaragoza, 1957) presenta ‘Sembrar palabras. El despertar intelectual de las mujeres’ -Espasa, 2025-. Ha sido directora de la Biblioteca Nacional de España durante más de una década, entre 2013 y 2024. Licenciada en Geografía e Historia, su amor por los libros le ha llevado a desarrollar este ensayo sobre el largo camino, de más de cuatro siglos, de la igualdad intelectual para las mujeres y que ha sido merecedor del Premio Espasa 2025.
- Este libro nos pone en la pista de un largo trecho recorrido y arado por las mujeres.
- Es un recorrido de cientos de años durante los cuales las mujeres, por la consideración social que se tenía de ellas. Fueron durante muchos años discriminadas de la educación más elemental porque se les creía inferiores a los hombres; luego, poco a poco, se fueron incorporando a una educación muy básica en la que por lo menos aprendían las primeras letras. Y la lectura ha sido un factor fundamental para quedescubriesen que tenían posibilidad de vivir de otra forma y empezasen a reivindicar sus derechos. Aprender a leer o las reglas básicas de aritmética para poder desenvolverse en la vida influye de una manera directa en las niñas. ¿Por qué? porque les permite saber y descubrir que pueden vivir de otra manera, viven en un sometimiento al cual se tienen que adaptar y aceptar unas reglas que son injustas para ellas, respecto a lo que significa su libertad y su propia dignidad como seres humanos.
- ¿Cuál cree que ha sido el punto de inflexión fundamental en estos siglos que describe su obra?
- El debate sobre la necesidad de educar a las mujeres empezó en el siglo XVIII con la llegada de las ideas de la Ilustración y una aragonesa maravillosa que es Josefa Amar y Borbón, que defendía de una manera muy inteligente la necesidad de que las mujeres tuvieran una educación en igualdad con los hombres. Luego, durante todo el siglo XIX, este debate continuó con mucha fuerza y la sociedad se posicionó entre los que eran partidarios, los sectores más progresistas de la sociedad, y los que eran absolutamente contrarios, los más conservadores y la Iglesia, que veían en esto una pérdida del privilegio del acceso al conocimiento y temían que la mujer perdiera su virtud. No fue hasta el año 1909 que la educación, hasta los 12 años, fue obligatoria en España para niños y niñas. En 1910 ya se les permitió matricularse en la universidad y, a partir de ese momento, ya podían tener profesiones cualificadas con sueldos que les permitieron independizarse.
- ¿Y una autora fundamental en esta siembra?
- Hay muchas. Incluso las escrituras románticas que fueron socialmente aceptadas; hablamos de Carolina Coronado, Rosalía de Castro o Margarita Hickey. Todas estas ya defendían la necesidad de acceso a la educación de las mujeres. Pero la gran defensa la llevó, entre otras, Emilia Pardo Bazán, que defendía la necesidad de que las mujeres accediesen a toda clase de lecturas fundando su maravillosa colección de la Biblioteca de la Mujer. Hubo otras como Concepción Arenal o Rosario de Acuña; también la aragonesa, Concepción Gimeno de Flaquer, que nació en Alcañiz. En general, todas las mujeres con unas ideas un poco más avanzadas, con capacidad de manifestar su opinión fueron defensoras de esto, excepto un grupo que se las denomina las escritoras de la domesticidad, ellas pensaban que su primera misión en la vida era ser esposas y madres, antes que escritoras.
- Los derechos se pueden perder y ejemplo de ello es el periodo de la dictadura franquista en España. ¿Hubo que correr mucho para recuperar lo que se quedó por el camino?
- Hubo que correr mucho y las que vivimos la transición somos conscientes de eso. Había tal ansia de libertad y tal necesidad de democracia que las mujeres empezaron a asociarse y este asociacionismo fue muy importante para el impulso de políticas de igualdad. Se dieron cuenta los partidos políticos más progresistas que había que contar con ellas, o sea, que las mujeres podíamos tener algún tipo de poder también en política. Y también ha sido muy importante el impulso a las investigaciones de los grupos de crítica literaria feminista, gracias a su trabajo se han ido rescatando todas estas voces.
El libro va en parte destinado a estas mujeres que no pudieron ejercer su libertad porque ni siquiera sabían que podían hacerlo
- ¿Serías capaz de tasar el retraso que supusieron esos 40 años de dictadura?
- Destruyeron siglos de proceso, sobre todo al principio que a través de la Sección Femenina utilizaron la sumisión de la mujer como un arma política, tanto el Estado como la Iglesia católica. La mujer volvió al hogar, a recluirse en su papel de esposa y madre para ser transmisora de estos valores del nacionalcatolicismo a los hijos. Muy pocas mujeres trabajaban y poquísimas accedían a la universidad. Es una generación que yo admiro mucho porque son mujeres muy valientes y trabajadoras, con un alto espíritu de sacrificio, pero curiosamente cuando muchas de ellas han podido, han tenido la necesidad de aprender; es maravilloso ver cómo se han multiplicado en todas las universidades públicas las universidades de la experiencia y ver cómo ellas acceden a los clubs de lectura. Yo creo que es la necesidad de decir, ha llegado mi momento ahora que ya no tengo una responsabilidad familiar. El libro va en parte destinado a estas mujeres que no pudieron ejercer su libertad porque ni siquiera sabían que podían hacerlo.
- ¿Qué es peor, un suelo pegajoso o un techo de cristal?
- Las dos cosas son muy negativas, pero creo que quizá el suelo pegajoso tú te puedes librar de manera más individual porque depende de tu capacidad de verlo y el techo de cristal te lo pone la sociedad.
- ¿Te has cortado con muchos cristales al romper esos techos?
- Siempre tienes que demostrar un poco más que los demás y a mí al menos me cuesta aceptar mi propia capacidad para hacer las cosas, es este síndrome de la impostora que también nos ha acompañado a las mujeres profesionalmente. Esto lo he contado muchas veces, pero la primera vez que ya tuve que hacerme cargo de la Biblioteca Nacional pensé que nunca iba a ser posible hacerlo, y lo hice.
- ¿Los libros pueden despegarnos del suelo y romper los techos?
- Por supuesto. Los libros ayudan a ver que lo más importante es que el ser humano, dentro de su propia dignidad, pueda ejercer la libertad y elegir el camino. Si en tus lecturas encuentras ejemplos o, incluso, posibilidades redentoras para los malos momentos de tu vida, eso ayuda.
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