El 17 de septiembre de 1679 murió Juan José de Austria, un personaje poco conocido en la actualidad pero que estuvo muy vinculado a Aragón. Era hijo bastardo del rey Felipe III de Habsburgo (Felipe IV en el reino de Castilla), y de la famosa actriz de teatro María Calderón, conocida como la Calderona, considerada una de las mujeres más bellas de su tiempo. De hecho, todo aquél que haya leído las novelas de Arturo Pérez Reverte sobre el Capitán Alatriste o visto la adaptación cinematográfica habrá conocido al personaje que encarna la actriz Ariadna Gil y que está inspirada precisamente en esta otra actriz del siglo XVII.

Juan José de Austria nació en abril del año 1629 pero no fue reconocido públicamente como hijo por Felipe IV hasta el año 1642. Recibió una educación esmerada y poseía todas las virtudes que un noble de la época debía tener: era hábil tanto en el manejo de las armas como en el de la pluma y ducho en la diplomacia y el gobierno.

Durante la vida de su padre ejerció grandes cargos políticos y militares. Fue virrey de Nápoles y Sicilia. Puso fin a la insurrección de Cataluña iniciada en el año 1640, asediando y conquistando Barcelona e inmediatamente fue nombrado virrey de Cataluña. También fue gobernador de Flandes y tuvo un papel destacado (aunque fracasado) en la guerra contra Portugal, que también se había rebelado y, en este caso, sí que consiguieron recuperar su propia monarquía desligada de la hispánica.

Sus relaciones con el Reino de Aragón fueron más estrechas con la muerte de su padre en 1665 y la sucesión en el trono de su hermanastro, Carlos II el Hechizado, que aunque con importantes problemas de salud producto de las relaciones endogámicas de su familia (su padre y su madre eran tío y sobrina entre sí), era el hijo legítimo y por tanto quien tenía derecho a heredar sin importar sus capacidades.

El período que sigue a la muerte de Felipe IV viene marcado por la tremenda antipatía que se produce entre doña Mariana de Austria, madre y regente de Carlos II, y Juan José de Austria.

Este va a utilizar el descontento de un amplio sector de los aragoneses creado tras años de atropellos de los Austrias a sus fueros y libertades, para ganar apoyos contra la regente. Esta nombró como valido a su confesor, el austriaco Juan Everardo Nithard, pero todo fueron problemas desde el principio. Al hecho de ser extranjero se unieron los métodos cuestionables que se siguieron para su nombramiento y que la regente solo confiaba en su persona, desplazando a la alta nobleza que anteriormente había tenido mucha influencia en la corte y que consideraba que el puesto que ocupaba el austriaco debía ser suyo. Todas estas circunstancias convirtieron a Nithard en el hombre más odiado, tanto por la Iglesia como por la aristocracia, además de no ser muy favorable el contexto internacional en el que la Monarquía Hispánica se veía constantemente acosada por las guerras que sufría por parte de la Francia de Luis XIV.

En ese enrarecido clima, Juan José fue acusado de formar parte de una conspiración para acabar con la vida del valido y huyó al Reino de Aragón, donde recibió un importante apoyo por parte aragonesa. Recibió tres compañías de caballería del virrey de Cataluña y llegó a Zaragoza, donde se habían producido motines contra Nithard, haciéndose con 300 hombres más. Con este improvisado ejército Juan José marchó sobre la corte y se presentó a cuatro leguas de Madrid, donde se le unieron un gran número de partidarios. Ante esta situación, y para calmar los ánimos, la regente prescindió de los servicios de Nithard, pero en un astuto movimiento y cuando todos esperaban que Juan José asumiera el gobierno, Mariana le nombró virrey de Aragón, cargo que ostentaría desde 1667 hasta 1669, logrando alejarle de la corte.

Su virreinato en Aragón se caracterizó por buscar el afecto de la aristocracia y burguesía local y por la intermediación en un conflicto entra la ciudad de Zaragoza y Longares. Fue el único de los Austrias que respetó escrupulosamente los fueros de Aragón, que demostró especial preocupación por los asuntos de los aragoneses y que aceptó la propia idiosincrasia del reino, diferente a la de Castilla. De hecho, durante su mandato se recuperaron mucho las relaciones entre el reino y la monarquía además del sentimiento foralista, muy deteriorados desde la Rebelión de Aragón del año 1591 que acabó con la ejecución, entre otros, del Justicia Mayor del Reino, Juan de Lanuza V el Joven.

En el año 1675 y alcanzados los 14 años, Carlos II cumplió la mayoría de edad, pero su madre alegaba la delicada salud de su regio hijo para no dejar la regencia y por tanto el poder. Mientras, Juan José recibió cartas de su hermanastro el rey para que acudiera a Madrid a protegerle y a convertirse en su mano derecha. Así llegó la siguiente crisis de gobierno en 1677, siendo visto

Juan José de Austria por muchos como la última esperanza para la defensa del imperio. Sus años de buen gobierno en el Reino de Aragón dieron sus frutos y le granjearon apoyos suficientes para preparar un golpe de Estado con el que derribar la regencia de Mariana de Austria. Juan José, y tras acudir al templo del Pilar a despedirse de la Virgen (durante su gobierno impulsó el avance de las obras del edificio que vemos hoy en día), marchó con todos sus partidarios hasta Madrid logrando su objetivo y que su hermanastro Carlos II le nombrara su valido. Sin embargo, su mandato fue corto y poco destacable por la falta de tiempo y tras algo más de 31 meses en el cargo murió, tal vez por envenenamiento. Su amor por Aragón y sus moradores quedó demostrado al disponer en su testamento que su corazón fuera llevado a Zaragoza y enterrado en el templo del Pilar, lugar donde todavía hoy sigue reposando.