Un 28 de septiembre del año 1394 el aragonés Pedro de Luna fue elegido papa católico, aunque el cisma que afectó durante varias décadas a la Iglesia hizo que se le considere un antipapa y no esté en la lista de pontífices. Más allá de esto, ¿cuál ha sido la relación de Aragón con la Santa Sede a lo largo de la Historia?

La relación entre Aragón como entidad política y la Santa Sede es sin duda larga, de casi un milenio de existencia y cambiante en sus fases. El primer contacto de gran importancia entre Roma y Aragón nos lleva al año 1068, momento en el que el segundo monarca aragonés, Sancho Ramírez, decidió viajar hasta la misma Roma para ofrecerse tanto él como al reino en vasallaje ante el papa. Era una forma de lograr la protección de la Iglesia para lo que todavía era un incipiente y pequeño territorio en los valles pirenaicos rodeado de poderosos vecinos, además de legitimar la propia línea dinástica. No hay que olvidar que el padre del rey Sancho, Ramiro, era hijo ilegítimo de Sancho III el Mayor de Pamplona, por lo que muchos podían acusar a la nueva dinastía Jimena de Aragón de unos orígenes ilegítimos. Pero una vez que Sancho Ramírez fue coronado en Roma como rey de Aragón por el papa Alejandro II quedó totalmente legitimado.

Palos o señal real

Además, fruto del vasallaje que rindieron a Roma tanto el monarca como el propio reino surge una de las teorías sobre el posible origen de los palos o señal real que hoy en día vemos en la bandera de Aragón y en la de tantos otros territorios, tanto dentro como fuera de España. Y es que los vasallos solían coger los colores de su señor feudal y por aquel entonces los colores de la Roma papal eran el rojo y el dorado (la bandera actual amarilla y blanca es de comienzos del siglo XIX), provenientes de la antigua Roma y que todavía representan hoy en día a la ciudad. Algo que los futboleros pueden reconocer por ejemplo en los colores de la equipación de la Roma. Así pues, según esta teoría Sancho Ramírez como vasallo de Roma cogió como propios los colores de su señor feudal, que no era otro que el papado.

La relación entre Roma y Aragón continuó, y en el año 1204 Pedro II el Católico emuló a su antepasado, el rey Sancho Ramírez, y viajó a Roma para ser coronado por el papa Inocencio III, quien además acabó concediendo una bula para que a partir de entonces los monarcas aragoneses fueran coronados en la Seo de Zaragoza, una costumbre que acabó desarrollando todo un impresionante ceremonial de coronación por las calles de la capital aragonesa. Pero las relaciones no siempre fueron buenas, y más cuando la santa sede acabó siendo casi monopolizada por la monarquía francesa, ancestral enemiga de la Corona de Aragón. Francia se empleó a fondo para lograr controlar la curia papal y utilizarla según sus intereses, cosa que ocurrió cuando Pedro III el Grande invadió Sicilia en el año 1282, por entonces en manos del francés Carlos de Anjou. En respuesta a este desafío, el papa Martín IV, también de origen francés, no dudo en excomulgar a Pedro III de Aragón, cuya fama fue tan grande que hasta aparece en la famosa Divina Comedia de Dante Alighieri.

Benedicto XIII

Así llegamos hasta el año 1394, cuando Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor fue nombrado papa de la Iglesia escogiendo el nombre de Benedicto XIII. Nacido en Illueca en el año 1328 en el seno de los Luna, una de las familias nobles más poderosas del Aragón medieval, desempeñó primero la carrera de armas y luego la eclesiástica como todo hijo segundón de una gran familia nobiliaria. En 1375 llegó a ser nombrado cardenal y como tal participó en el cónclave que en 1378 eligió a Urbano VI como pontífice. Al poco de la elección, la forma poco diplomática de actuar del nuevo papa hizo que se acabara declarando su elección como nula aduciendo que muchos cardenales no habían podido estar presentes, de modo que se eligió a un nuevo pontífice, Clemente VII, produciéndose el cisma dentro de una Iglesia que ahora tenía dos pontífices que no se reconocían el uno al otro y que dividieron a la cristiandad. Pedro de Luna puso su obediencia en Clemente VII en su sede de Aviñón y a quien acabó sucediendo en 1394 como Benedicto XIII. Pero la elección del aragonés como papa hizo que Francia recelara al ser un pontífice que no se mantendría fiel a Francia, sino todo lo contrario, al tener su origen en Aragón, la gran enemiga de la monarquía gala. Por ello le retiraron el apoyo que tenía en Aviñón y comenzaron a apoyar a los papas de Roma. Benedicto XIII se vio obligado a huir de su sede pontificia en Aviñón en el año 1403 y a refugiarse en Peñíscola, donde situó su nueva sede y murió abandonado por casi todos en el año 1423. Sin embargo, en su haber queda, por ejemplo, la concesión de una bula papal de confirmación para la constitución de la Universidad de Saint Andrews, la más antigua de Escocia y en cuyo escudo sigue apareciendo hoy en día la media luna, símbolo de la familia aragonesa de los Luna.

En cuanto al paso de papas por tierras aragonesas, son varios los casos de los que se puede hablar. El 9 de enero de 1522 fue elegido en Roma como nuevo papa Adriano de Utrecht, uno de los mentores y consejeros del emperador Carlos V de Habsburgo. De hecho, al nuevo pontífice le llegó la noticia de su elección cogiéndole por sorpresa mientras estaba en Vitoria, desde donde emprendió su viaje hasta la Santa Sede para tomar posesión. Ese viaje le llevó a Aragón llegando a Zaragoza el 4 de abril de 1522 donde estuvo varios días alojado en el palacio real de la Aljafería y aprovechó para visitar tanto la basílica de Santa Engracia como la Seo zaragozana. Su corto pontificado fue con el nombre de Adriano VI, y fue por cierto el último papa no italiano hasta la elección del polaco Juan Pablo II en 1978, quien posteriormente visitó la catedral-basílica del Pilar de Zaragoza en dos ocasiones: el 6 de noviembre de 1982 y el 10 de octubre de 1984.