Miguel Servet es uno de los aragoneses más universales, siempre envuelto en misterio tanto en sus orígenes como en su vida y sin duda un auténtico librepensador adelantado a su tiempo, algo que le llegó a costar la vida en Ginebra.  

En un tiempo en el que parece que algo que deberíamos tener tan asumido como el derecho a la libertad de expresión pero a la vez los límites al respeto y a los derechos de los que nos rodean llega una efeméride como el nacimiento de Miguel Servet. O más o menos, porque el misterio con el que él mismo envolvió sus orígenes para tratar de escapar de las persecuciones de los que finalmente acabarían con su vida hace que no se tenga demasiado claro la fecha y año de su nacimiento e incluso el lugar. 

La versión más reconocida es que nació un 29 de septiembre del año 1509 (quizás 1511) en la localidad oscense de Villanueva de Sijena, aunque en algunas ocasiones se ha dicho que nació en Tudela o incluso desde versiones torticeras que Servet era catalán al haber nacido en Villanueva de Sijena, una «localidad catalana de administración aragonesa» [sic]. 

Era hijo de Catalina Conesa, quien por vía materna descendía de la poderosa familia judeoconversa de los Zaporta, y de Antón Serveto, miembro de la baja nobleza y que trabajó como notario del monasterio de Sijena. Desde sus inicios mostró un carácter despierto y comenzó a dedicarse a los estudios, logrando un amplio conocimiento de lenguas como el latín, griego y hebreo. Fue alumno de fray Juan de Quintana, uno de los consejeros más influyentes del rey Fernando II el Católico y quien más tarde se convirtió también en confesor y consejero del emperador Carlos V de Habsburgo, de cuyo séquito formó parte hasta su muerte en el año 1534. 

Secretario de Juan de Quintana

Servet comenzó a aprender de Quintana y a trabajar como secretario para él, entrando así en los círculos más importantes de la corte imperial, algo que le sirvió para poder presenciar la coronación imperial celebrada en la ciudad de Bolonia en el año 1530 y que por cierto se puede observar con todo lujo de detalles en el friso de la fachada del magnífico ayuntamiento de Tarazona aunque en su momento se diseñó como lonja. 

También llegó a estudiar Derecho en Toulouse, momento que cambió para siempre su trayectoria ya no sólo por los conocimientos que adquirió, sino también porque fue la primera vez que entró en contacto con los movimientos reformistas de la Iglesia iniciados por Martín Lutero en 1517 y que provocaron un nuevo cisma en el cristianismo y las posteriores guerras de religión de los siglos XVI y XVII. 

Tras el año 1530 Miguel Servet dejó su puesto de secretario de Juan de Quintana y siguió viajando por Europa, recorriendo ciudades centroeuropeas afines al protestantismo, llegando a entablar relaciones con algunos de los líderes de las diversas Iglesias reformadas que estaban surgiendo en aquellos años. Es justo en ese momento, en el año 1531, cuando publicó su obra 'De Trinitatis Erroribus' (De los errores acerca de la Trinidad), una obra que le costó el inicio de sus persecuciones. Causó un enorme revuelo tanto entre los protestantes como entre los católicos, sobre todo cuando envió una copia al arzobispo de Zaragoza con la intención de crear un debate. Sin embargo, lo único que consiguió Servet es que el arzobispo solicitara que la Inquisición se hiciera cargo del asunto. Lo que causó tanto revuelo de esta obra fue que Servet negaba la existencia de la Santísima Trinidad aduciendo para ello que en la propia Biblia no existe base alguna para hablar de ella, y llamaba politeístas y ateos a aquellos que sí creían en ello. 

Su siguiente gran obra fue 'Diálogos sobre la Trinidad y de la Justicia', por la cual se considera a Servet un auténtico defensor de la tolerancia y la libertad de conciencia. Un adelantado a su tiempo y un librepensador, facetas que han quedado ocultas ante el gran avance para la ciencia que supuso su trabajo sobre la circulación pulmonar incluida en su libro más conocido, 'Christianismi Restitutio' (Restitución del cristianismo), aunque al contrario de lo que se suele pensar no era una obra científica sino totalmente teológica y en la que muestra su pensamiento sobre un Jesucristo solamente humano y desprovisto de su parte divina, además de mostrarse contrario al bautismo en los niños y que este sacramento debía ser solo administrado ya en la adultez en total consciencia del acto, tal y como hizo el propio Jesús. 

Todos estos trabajos hicieron que Servet pasara buena parte de su vida adulta oculto y sirviéndose de identidades falsas, viviendo en Lyón y también en París, donde llegó a estudiar Medicina, lo que le sirvió para alcanzar los conocimientos sobre el sistema sanguíneo que presentó en su obra. 

Relación con Calvino

Entabló una relación epistolar con Juan Calvino, líder de la reforma calvinista que se hizo muy fuerte en los cantones suizos. Una relación que se enturbió cuando Servet hizo duras críticas a una de las obras de Calvino, cosa que este no se tomó muy bien y amenazó a Servet de no poner el pie en Ginebra o no saldría vivó de allí. Pero años más tarde y cuando la Inquisición de Lyón acusó de hereje a Servet y le condenó a muerte (de hecho quemaron su efigie), Servet quiso probar suerte en Italia, pero en el camino hizo escala en Ginebra donde fue reconocido por seguidores de Calvino y detenido. 

Fue sometido a un juicio en el que Servet quiso abrir un debate teológico para defender sus propias tesis y en el cual Calvino se aseguró de que el aragonés fuera condenado a muerte por hereje. Servet fue quemado vivo en Ginebra un 27 de octubre del año 1553, algo que causó una gran conmoción en los círculos de intelectuales protestantes que rechazaban las ejecuciones por motivos de fe. Sin duda, Servet fue un adelantado a su tiempo que quizás pecó de cierta ingenuidad al querer precisamente abrir debates que desarrollaran mejor el acercamiento al cristianismo, siendo por ello perseguido por todos.