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Entender + con la historia

Pradilla, el genio "olvidado"

Hoy se cumple el primer centenario de la muerte del pintor que escenificó a través de su arte algunas de las escenas más míticas de la historia de Aragón y de España

Autorretrato de Pradilla, de 1917

Autorretrato de Pradilla, de 1917

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Madrid, 1 de noviembre del año 1921. España se encuentra en una grave crisis institucional tras el Desastre de Annual ocurrido durante el pasado verano en el protectorado español del norte de Marruecos. Más de 10.000 soldados han muerto en una auténtica masacre a manos de las cabilas rifeñas al mando de Abd el-Krim y, si la guerra en África ya era impopular, esto hace que la situación política sea insostenible. El gobierno presidido por Manuel Allendesalazar cae y Alfonso XIII encarga a Antonio Maura que forme un nuevo gobierno mientras se inician las pesquisas del Expediente Picasso, una investigación dirigida a buscar responsables de semejante catástrofe humana. 

Mientras tanto, y justo en una de las festividades más señaladas en España como el Día de todos los Santos, Francisco Pradilla Ortiz, el célebre pintor nacido en la localidad aragonesa de Villanueva de Gállego falleció sin demasiado boato en su estudio en Madrid. Hacía varios años que hastiado de la forma en que las autoridades españolas trataban por entonces el arte y su patrimonio cultural y tras su casi traumático paso por la dirección del Museo del Prado, decidió retirarse de los actos públicos y dedicarse solo a su pintura, que tanto bienestar personal y fama le había reportado. Por supuesto durante aquellos años siguió recibiendo a amigos en su domicilio como al gran escritor Benito Pérez Galdós, al marqués de Pidal e incluso al mismo rey Alfonso XIII. Pero ese alejamiento de la vida pública y de las grandes celebraciones hizo que no a pocos les sorprendiera la noticia de su muerte a los 73 años en aquellos agitados días que acabarían menos de dos años después con el golpe de Estado y la dictadura del general Miguel Primo de Rivera. 

'La rendición de Granada'

'La rendición de Granada'

Fue uno de los pintores más famosos de España durante el último tercio del siglo XIX y comienzos del XX y, sin duda, el pintor aragonés más famoso con el permiso del gran Francisco de Goya y quizás el inmerecidamente «olvidado» Francisco Bayeu. Esa misma «maldición» que sufrió el gran Bayeu es algo parecido a lo que sufre Pradilla, que si bien es conocido no lo es tanto como su obra realmente merece. 

Actos y exposiciones

Por fortuna, este año en el que se conmemora el 275 aniversario del nacimiento de Goya en Fuendetodos no ha ensombrecido del todo el primer centenario de la muerte de Pradilla, del cual se llevan celebrando actos y exposiciones en los últimos meses. Y es que este pintor merece un puesto notable dentro de algo a lo que podríamos llamar «Panteón de aragoneses ilustres». 

Más allá de toda su obra y vida de la cual ya se ha estado dando cuenta en la prensa durante las últimas semanas, esta vez toca hablar del contexto en la historia y en el arte en el que le tocó trabajar al genio de Villanueva. 

Si bien Pradilla trabajó diferentes géneros pictóricos, lo que sin ninguna duda le lanzó al estrellato del momento fueron sus obras de género histórico. Un género que ya se llevaba cultivando desde hacía siglos y que iba muy en boga de las campañas de propaganda de grandes victorias que tenían los Estados, como podría ser 'La Rendición de Breda' de Diego Velázquez, o quizás con temas dirigidos a la antigüedad y a la mitología clásica. 

'Náufragos'

'Náufragos'

Pero el siglo XIX lo cambió todo. Las revoluciones, las Guerras Napoleónicas, el derribo del Antiguo Régimen y del absolutismo vinieron acompañados del surgimiento de los nacionalismos como hoy en día los entendemos. De los conceptos de nación que hoy tenemos en la cabeza, de soberanía y de otras muchas cosas de las que a veces nos creemos los inventores. Ahí también surge el llamado Romanticismo, el cual afecta a la política, a la literatura y las artes junto a esa construcción de mitos fundacionales para las naciones. Para conseguir encontrar un mensaje cohesionador para las nuevas sociedades se empieza a buscar una vez más en la Historia de cada pueblo relatos que legitimen su papel, ya sea como conquistadores, como constructores de imperios, como civilizadores, evangelizadores, etc. O bien relatos de pueblos sojuzgados por otros que les han dominado, sea cierto o no. 

Para apoyar todas esas ideas nacientes se busca la legitimidad de la Historia, mitos fundacionales que tenían que ser lo más épicos y antiguos posible. Y si no lo eran lo suficiente, no importaba entonces tergiversar esa historia para amoldarla al mensaje que se quería transmitir. De ahí que en España, Francia, Gran Bretaña o regiones alemanas e italianas que buscaban la unificación se abrazaran a las historias de mitos fundacionales como el Cid, Viriato, Numancia, Vercingetorix, Arminio y tantas otras figuras, batallas o rebeliones del pasado. 

Todo esto se plasma en el arte así como en aquello que se denomina «los usos públicos de la Historia». El uso de esta disciplina para crear mensajes que legitimen un mensaje. Por eso encontramos durante el siglo XIX tantísimas obras de arte ambientadas en escenas del pasado, muchas reales y otras muchas como mínimo mitificadas. 

'Juana la loca’, primera gran obra de Pradilla

'Doña Juana la Loca', primera gran obra de Pradilla / Francisco Pradilla

La pintura del Romanticismo ya estaba en las últimas cuando Pradilla comenzó a trabajar, pero cierto poso de estas ideas quedó en todo ello y por eso se le hicieron tantos encargos de carácter histórico que dieron origen a maravillosas obras de arte, como 'Juana la loca', 'La rendición de Granada' o el mítico 'Alfonso el Batallador' en el que se fijó el escultor José Bueno para su magnífica obra que corona el parque Labordeta de Zaragoza. Todos somos hijos del tiempo que nos toca vivir y Pradilla también lo fue. Disfrutemos mientras tanto de su obra.

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