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La Lonja de Zaragoza se inauguró el 15 de noviembre de 1551
El 15 de noviembre de 1551 se realizó la inauguración oficial de la Lonja de mercaderes de Zaragoza

Lonja de Zaragoza, diseñada por Juan de Sariñena / SERGIO Martínez Gil HISTORIADOR Y CO-DIRECTOR DE HISTORIA DE ARAGÓN
El 15 de noviembre de 1551 se realizó la inauguración oficial de la Lonja de mercaderes de Zaragoza, una joya de la arquitectura renacentista aragonesa.
Unos días antes, el 1 de noviembre, habían finalizado las obras de la Lonja zaragozana, un ejemplo arquitectónico más que llevó a que los viajeros del siglo XVI comenzaran a llamar a la capital del Reino de Aragón «la Florencia de España» o «Zaragoza la harta». Y no era para menos, en vista de los enormes palacios tanto de la nobleza como de grandes comerciantes como el de Gabriel Zaporta, del cual nos ha llegado el maravilloso Patio de la Infanta. La ciudad también contaba con la Seo, que había sido ampliada aquellos años, o la famosa Torre Nueva, una edificación civil de estilo mudéjar levantada a comienzos de aquel siglo. Todo iba dirigido a mostrar el poderío de la ciudad en uno de los momentos de mayor auge económico de su dilatada historia.
A finales de la Edad Media se fueron haciendo populares las lonjas en las diferentes capitales de los territorios de la Corona de Aragón para realizar actividades comerciales de gran importancia. Así se fueron construyendo las de Barcelona, Valencia y Palma de Mallorca, que además al ser de zonas costeras estaban muy orientadas al comercio marítimo.
En cuanto al Reino de Aragón y a su capital económica de mayor importancia, Zaragoza, esos tratos comerciales iban más vinculados al comercio agrario. Sin embargo, hasta mediados del siglo XVI no existió un espacio específico para este tipo de actividades.
Muchas veces se hacían en la calle, aunque se solían cerrar los acuerdos en lugares más solemnes, como las iglesias e incluso la Seo de la ciudad, especialmente en invierno y en días de lluvia. Algo curioso, ya que según lo relatado en la Biblia el mismo Jesucristo expulsó a los comerciantes que hacían negocios en el gran templo de Jerusalén.

Tracería del interior de la Lonja de Zaragoza / EL PERIÓDICO
Es pues en ese momento cuando Hernando de Aragón, arzobispo de Zaragoza, impulsó junto al concejo de la ciudad el proyecto de construcción de una gran edificación civil dedicada a tales menesteres. El diseño y construcción de la Lonja fue concedido al maestro de obras Juan de Sariñena, iniciándose las obras en el año 1541 y terminándose en 1551.
Es el mayor ejemplo de arquitectura renacentista plena de todo Aragón, con una gran inspiración en las edificaciones del mismo tipo de Florencia aunque con algunas de las características propias del mudéjar aragonés. Además, y dada la gran escasez de piedra de calidad para la construcción existente en el valle del Ebro y en las zonas limítrofes, el edificio fue levantado en ladrillo, como suele ser usual en las grandes edificaciones de la zona.
Al ser tan escasa, la piedra había que traerla de lejos y era muy cara, de modo que se optó por el uso del ladrillo salvo en zonas más importantes como en la base y esquinas de estos edificios para tratar de asegurar su estructura.
Almacenes de armas
La Lonja de Zaragoza muestra una planta rectangular con una división en tres alturas aunque en realidad en su interior solo tiene dos. La planta baja principal más una segunda que hacía las veces de desván y que no es visitable. Se cree que dicho espacio sirvió como uno de los almacenes de armas de la ciudad, para estar allí bien custodiadas pero que a la vez no fuera de fácil acceso para evitar que se repartieran aquellas armas entre el pueblo cuando se produjeran revueltas populares.
El misterio de las caras
En la fachada de la Lonja hay hasta 153 caras que, durante mucho tiempo, no se sabía a quiénes representaban. La catedrática de Historia del Arte, Carmen Gómez Urdánez, desvela tras una ardua investigación que algunos de ellos podrían ser miembros de la familia del emperador Carlos V.
En el año 1545 murió Juan de Sariñena, lo que provocó no solo el retraso del avance de las obras, sino también el cambio en el diseño original del edificio. En un principio, la Lonja iba a estar culminada con una torre central a manera de linterna, dándole al edificio un toque al estilo del Palazzo Vecchio de la Plaza de la Señoría de Florencia. Pero los maestros de obras que sucedieron a Juan de Sariñena no lograron encontrar las soluciones arquitectónicas para realizar aquél remate. Finalmente, en el año 1549 y para poder terminar el edificio, se decidió eliminar la torre del proyecto y cerrar la Lonja con su sencillo tejado a cuatro aguas.
Su monumentalidad no se queda en el exterior, ya que la sala interior, de estilo gótico y con unas bóvedas de crucería estrellada que quitan el aliento, sigue siendo vigilada por el escudo imperial del emperador como recuerdo de aquella Zaragoza conocida como la harta.
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