El pasado sábado se cumplieron 48 años de aquel recital de música en el Teatro Principal de Zaragoza que ha sido bautizado como el acta de nacimiento de la canción popular aragonesa. Y lo hizo en un momento en el que había que ser valiente para llevarlo a cabo. Los últimos años de la dictadura de Franco fueron muy movidos, con una cada vez mayor contestación social al régimen que se tradujo en el aumento de las protestas y a su vez de la represión policial. 

En los últimos años, el historiador Sergio Calvo Romero está investigando precisamente los movimientos de protesta estudiantil que hubo en la Universidad de Zaragoza y que fueron de los más activos de toda España. A esas protestas, que llegaron a provocar el cierre durante varios meses del curso académico, se juntaban las protestas y huelgas del mundo obrero, espoleadas por los partidos políticos y sindicatos en la clandestinidad y que se tradujeron en parones en el sector metalúrgico, por poner un ejemplo. 

'Andalán'

Pero a pesar de la represión, poco a poco iban despertando en Aragón los movimientos políticos, sociales y también aquellos que tenían un carácter más aragonesista. Como gran ejemplo de ello está el surgimiento en 1972 de la revista 'Andalán', que además no era precisamente proclive al régimen aun a pesar de la censura.

En España, buena parte de esos movimientos sociales cristalizaron en la llamada «canción protesta», y Aragón no fue menos. Por ello se decidió organizar aquél recital de música a finales de 1973, pero primero debía pasar el control de la censura. Para lograrlo, este encuentro musical se hizo pasar con una exaltación de la canción popular aragonesa que estaba surgiendo aquellos años y como un simple acto cultural. Pero lo que ocurrió fue mucho más allá. 

Aquél 13 de noviembre fueron dos los recitales de música que se ofrecieron, con turnos de tarde y de noche, y que se acabaron convirtiendo en ese inicio oficial de la llamada canción aragonesa. En aquél encuentro participaron por este orden José Antonio Labordeta, Pilar Garzón, Tierra Húmeda, Tomás Bosque, Renaxer, Joaquín Carbonell y La Bullonera. 

El presentador y el gran impulsor del evento, José Juan Chicón de Radio Zaragoza, los presentó como «un inventario» de los músicos populares que había en Aragón en aquél momento. Por aquél entonces solo Labordeta contaba con un disco en el mercado (aunque este acabó censurado y secuestrado por la dictadura), pero desde luego la actuación de todos ellos marcó un antes y un después en un acto que fue histórico para la música aragonesa de los años 70. 

José Antonio Labordeta en una actuación en los años 70 Jacinto Ramos

El acto no estuvo exento del peligro de que finalmente fuera cancelado al no ser concedidos los permisos de la censura, que según algunos testimonios no llegaron hasta una hora antes del comienzo de la primera sesión. Pero finalmente no hubo problema alguno para el desarrollo del festival y no se recuerda presencia policial durante el evento, al menos uniformada. 

Lo que sí que hubo fue una gran afluencia de público. Como recuerda Luis Melendo, componente de Renaxer, en una entrevista concedida a Matías Uribe, el Teatro Principal estaba repleto de asistentes y desde luego hacía varios años que este no llenaba su aforo. Todo un éxito para un acto del que ya algunos comenzaban a atisbar la enorme importancia histórica que iba a tener para esa incipiente música popular aragonesa. 

Echar un pulso a la censura

Como también dijo el gran Joaquín Carbonell en la entrevista anteriormente citada, «nadie venía a vernos por lo bien que cantábamos o por el contenido poético de unas canciones que eran prácticamente desconocidas. […]. Lo que vendíamos era el descaro de enfrentarnos al poder, el echar un pulso a la censura para colar canciones un poco tocapelotas». Y es que la importancia que realmente tuvo aquel recital musical y que atrajo a esa gran cantidad de asistentes fue en el plano ideológico de una música que no se callaba contra los desmanes dictatoriales que había por entonces en España, que denunciaba lo que estaba ocurriendo y que además hablaba también de Aragón, de su tierra, de sus gentes, de sus problemas e incluso de un incipiente ecologismo, con un toque folclórico que hasta entonces sólo existía en la jota aragonesa. Y ese toque acabó inspirando al surgimiento de otros muchos artistas y grupos que han formado en las últimas décadas el folk aragonés, sea cual sea su género musical. 

45 años después de aquel evento y en homenaje a lo que representó, Prames publicó un discolibro de unas grabaciones que encontró muchos años más tarde Luis Melendo y que se pensaba que no existían, y que supone todo un testigo de un momento en el que un puñado de personas cambiaron la historia de la música popular aragonesa.