Josefa Amar y Borbón nació en Zaragoza en el año 1749 y era una aristócrata, hija de José Amar y Arguedas, médico de cámara de los reyes Fernando VI y Carlos III, catedrático, vicepresidente de la Real Academia Médica Matritense y amigo del gran médico aragonés, Andrés Piquer. En realidad, la tradición hipocrática en su familia venía de mucho antes: tanto su bisabuelo como su abuelo materno fueron brillantes doctores, profesores de universidad, autores de importantes obras de medicina y estuvieron al servicio de reyes. Por lo tanto, tanto ella como sus hermanos recibieron una educación esmerada y estuvieron toda su vida en asiduo contacto con los grandes personajes de la corte. No es casualidad que su hermano llegara a ser virrey, capitán general y presidente de la Audiencia de Nueva Granada en 1802; ni que ella se casara con Joaquín Fuertes Piquer, sobrino del afamado Andrés Piquer, miembro de la Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País y bien relacionado con el conde de Aranda (personaje que manejó los hilos de la política nacional e internacional durante décadas). No está de más señalar que en el momento de su enlace ella contaba con tan solo 23 años y él 47. Ya saben, los matrimonios por amor en las altas esferas eran un bonito sueño para los más románticos que casi nunca se cumplía.

No es casualidad que su hermano llegara a ser virrey, capitán general y presidente de la Audiencia de Nueva Granada en 1802

Son los años embrionarios de nuestras sociedades actuales. Ya no se acepta el mandato del monarca por designio divino, se tiende a establecer contratos sociales entre el gobernante y el pueblo y a desarrollar diferentes formas de representación popular en la política. Por otro lado, la Iglesia va perdiendo el discurso del poder y lo va ganando la ciencia. Todo se somete al imperio de la razón, ya no se va a aceptar ninguna idea simplemente por ser una tradición muy antigua, sino que va a ser cuestionada por la razón. Son tiempos de enciclopedistas y grandes ensayistas que pretender ilustrar y desengañar al pueblo, salvarle de la superstición y mejorar su vida. Pero esta vez no solo destacaron hombres, como Jovellanos e Iriarte y Samaniego; sino que, aunque menos, también hubo un nutrido grupo de mujeres de la talla de Margarita Hickey, Beatriz Cienfuegos, Cayetana de la Cerda y Vera, Inés Joyes y Blake, María Gertrudis de Hore, María Josefa Alfonso Pimentel y Téllez-Girón, María de Guzmán, la propia Josefa Amar y Borbón y un largo etcétera. No es que antes no hubiera mujeres intelectuales o artistas, como ocurrió en el famoso Siglo de Oro, pero digamos que en el siglo XVIII hubo una eclosión mayor.

Estabilidad económico-social

La mayor parte de las publicaciones de nuestra protagonista tuvieron lugar durante sus años de matrimonio con Joaquín Fuertes Piquer, aprovechando la estabilidad económico-social que le brindaba el matrimonio. Gozó del privilegio de ser educada por los mejores preceptores de la época que, aparte de latín y griego, le enseñaron francés, italiano e inglés; así que jugó un papel importantísimo en la traducción al castellano de una enorme cantidad de publicaciones científicas y literarias de toda Europa.

Como toda gente de letras de la época, está imbuida de las obras de autores como John Locke, Montesquieu, Rousseau y Voltaire y sus ideas van a estar entre las de los ilustrados y los liberales. En sus escritos tiene un discurso muy laico, nunca citó a autoras religiosas. De hecho, se oponía a que las niñas fueran formadas en conventos de monjas e incluso a que estos existieran. Escribió una serie de obras dedicadas a la educación sobre higiene y moral femenina, y defendió que las mujeres recibieran la misma instrucción que los hombres, ya que sus cerebros no eran inferiores y las diferencias existentes entre ambos géneros en materia intelectual se debían a la diferente formación. Es decir, fue una pionera en la defensa de una educación igualitaria entre hombres y mujeres, aunque según su clase. No entendía, por ejemplo, la necesidad de que la hija de un panadero recibiera la misma enseñanza que un noble. Esto no es más que el síntoma de que era hija de su tiempo. Si juzgamos a nuestros antepasados con nuestros ojos del presente, nos quedamos sin ningún tipo de referente.

Se oponía a que las niñas fueran formadas en conventos de monjas e incluso a que estos existieran

Uno de sus principales logros fue ingresar en 1782 en la Real Sociedad Económica Aragonesa, siendo la primera mujer en pertenecer a dicha asociación. También formó parte, desde 1787, de la Junta de Damas de Madrid, cuya fundación bajo el beneplácito real debe mucho al discurso y al feroz alegato que publicó en la revista Memorial Literario, reivindicando el talento de las mujeres y su actitud para el gobierno.

Muerte de su hijo

Sufrió el fallecimiento de su marido en 1798, tras una larga apoplejía, y la muerte de su hijo, Felipe Fuertes Amar, que fue oidor en la Real Audiencia de Quito, en el transcurso de la Guerra de la Independencia de Latinoamérica. Finalmente, feneció el 21 de febrero de 1833, cayendo en saco roto todos sus escritos, sin reconocimientos y olvidada. Y es que a veces el final trágico de aquellos que luchan por la mejora de la sociedad y por acelerar la historia no es una muerte violenta, sino que sus obras e ideas sean ocultadas y sepultadas por las de sus enemigos hasta hacer desaparecer su existencia del imaginario colectivo. Por eso, uno de los deberes de un historiador es rescatar la historia de los vencidos. Tarea en la que están inmersos en los últimos años muchos compañeros especialistas en historia de género, fundamentalmente mujeres, que nos devuelven a figuras como Josefa Amar y Borbón; que desgraciadamente durante mucho tiempo, y entono un mea culpa, no existían para nadie.

Se podría decir que, en aquella época difícil y de cambios, formó parte de aquel pequeño elenco de personas que tratan de acelerar la historia, a las que les debemos mucho, y que no acabaron de la mejor manera.

Una época de cambios

A lo largo de su vida acaecieron todos estos hitos históricos: la Guerra de la Independencia que dio origen a los EEUU, la Revolución Francesa, la guerra contra el invasor francés en nuestro país, la proclamación de nuestra primera Constitución, la emancipación de la mayor parte de nuestras colonias americanas, el retorno al absolutismo de Fernando VII, diversos pronunciamientos militares como el de Riego, el Trienio Liberal, etc.