En 1938 Alcañiz fue bombardeada por la aviación italiana que Benito Mussolini, dictador fascista de Italia, había enviado al general Francisco Franco para apoyar la rebelión de parte del ejército contra la segunda república española. El bombardeo de Alcañiz es un triste y hasta no hace mucho poco conocido episodio de la Guerra Civil, aunque afortunadamente en los últimos años se ha ido sacando a este episodio del «olvido» al que había sido sometido. Y es que en este caso no hay un 'Guernica' de Picasso que lo conmemore, recuerde y haga internacionalmente famoso y, sin embargo, fue incluso más sangriento que el bombardeo del renombrado pueblo vasco.

Columnas de milicianos

Nos vamos hasta comienzos del mes de 1938. Tras el a medias fracasado golpe de Estado de julio de 1936, Aragón quedó casi totalmente en manos de los sublevados, pero en las semanas siguientes comenzaron a organizarse varias columnas de milicianos, especialmente anarquistas de la CNT, que avanzaron desde Cataluña y consiguieron controlar el Aragón oriental. El territorio aragonés quedó literalmente partido por la mitad de norte a sur, marcando las tres capitales de provincia el frente de guerra. Desde entonces, el llamado Frente de Aragón quedó estabilizado y fue uno de los más duraderos de todo el conflicto aun a pesar de algunas ofensivas republicanas (que también incluyeron bombardeos sobre núcleos urbanos como en Huesca o Zaragoza). Por ejemplo, a finales de agosto de 1937 el ejército republicano impulsó una ofensiva para conquistar Zaragoza que tenía también como objetivo frenar el avance franquista en el frente del norte sobre Cantabria y Asturias. Aquella ofensiva que acabó fracasando provocó una de las batallas más icónicas de toda el conflicto: la Batalla de Belchite.

A finales de ese mismo año, el alto mando republicano volvió a lanzar una nueva ofensiva en el Frente de Aragón, esta vez con la ciudad de Teruel como objetivo, y que acabaron tomando aunque de forma temporal, pues a finales de febrero de 1938 la contraofensiva franquista volvió a recuperar la capital turolense.

El mando franquista comenzó a preparar ante la llegada de la primavera de 1938 una gran ofensiva sobre el frente aragonés

Tras estos fracasos republicanos y tras haber completado la conquista del norte, el mando franquista comenzó a preparar ante la llegada de la primavera de 1938 una gran ofensiva sobre el frente aragonés y que tenía como objetivo el cortar las comunicaciones del gobierno republicano de Valencia con Cataluña y partir en dos su territorio llegando hasta el Mediterráneo.

Alcañiz, por entonces, era una localidad de retaguardia. No tenía industria militar de ninguna clase ni tampoco tenía un valor estratégico extraordinario. Pero ese 3 de marzo, quince aviones italianos se dispusieron a volar en formación de ataque sobre Alcañiz. La población, civil en su inmensa mayoría, no recibió aviso del bombardeo por medio de las típicas alarmas antiaéreas. Prácticamente nadie pudo refugiarse de las bombas y en una sola pasada se calcula que fueron unas 500 personas las que murieron aquél día, aunque la falta de registros oficiales hacen difícil hablar de una cifra exacta y hay que ir a los testimonios de los que lo vivieron. En comparación, en el también terrible y sangriento bombardeo de Guernica inmortalizado por la genial obra de Pablo Picasso y ocurrido casi un año antes, las víctimas fueron alrededor de 200.

Mala prensa

Pero, ¿por qué el bombardeo de Alcañiz apenas ha trascendido? Ninguno de los dos contendientes estuvieron interesados en que el hecho se conociera. El bando sublevado había recibido enormes críticas por parte de la comunidad internacional tras darse a conocer el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor, y por lo tanto acallaron el de Alcañiz para evitar esa mala prensa.

Por su lado, el gobierno republicano se veía cada vez con menos fuerzas mientras se derrumbaba en esos meses de 1938 el Frente de Aragón tras la ofensiva franquista iniciada el 7 de marzo, apenas 4 días después del bombardeo. Por ello, los republicanos tampoco estaban interesados en que la noticia se conociera entre la población de retaguardia para que no cundiera el desánimo y bajara la moral. Así fue un triste episodio que jamás debería volver a repetirse en ninguna parte del mundo, aunque algunos dirigentes megalómanos se sigan empeñando en repetir los graves errores del pasado.