Frecuentemente se nos ha presentado a Isabel la Católica como una gran estadista, que lo fue, que tuvo un difícil camino hacia el trono, tras pasar por una dura guerra civil contra su sobrina Juana la Beltraneja. En ese relato Fernando II de Aragón juega el papel de hombre de paja. Esto es algo que ha calado y que vemos en multitud de producciones históricas, literarias y cinematográficas tanto nacionales como internacionales. Sin embargo, Fernando el Católico fue rey de Aragón y de Castilla mientras Isabel en nuestra tierra solo fue reina consorte. Además, Fernando fue el monarca más admirado de toda la cristiandad y quien inspiró a Maquiavelo cuando escribió El Príncipe, esa especie de manual para aquel que quisiera ser un buen gobernante. Y si la infancia y juventud de Isabel fueron complicadas, no lo fueron menos las de Fernando. Es por eso que merece que en este artículo demos buena cuenta de ello.

Para empezar, Fernando nació en 1452 en una situación complicadísima, con un rey ausente en Nápoles disfrutando de sus múltiples amantes y teniendo hijos bastardos que no estaban legitimados para heredar. Ante esta tesitura, Juan II, el padre de la criatura y hermano del rey, era el heredero al trono y quien en teoría debería gobernar en ausencia del monarca. Pero estaba más ocupado en guerrear por el trono navarro contra su propio hijo, el príncipe Carlos de Viana, fruto de un matrimonio anterior con doña Blanca de Navarra. De hecho, el nacimiento del Católico se produjo en medio de esta guerra civil entre su padre y su hermanastro: huyendo de la guerra, Juana Enríquez (madre de nuestro protagonista y segunda esposa de Juan II) se puso de parto en la villa de Sos, situada en la frontera con Navarra, de ahí el nombre de Sos del Rey Católico.

A esto hay que añadir que Cataluña estaba dividida: por un lado estaba La Biga, formada por altos nobles, eclesiásticos y oligárquicos que se oponían a Juan, simpatizaban con el Príncipe de Viana y manejaban las instituciones catalanas que limitaban el poder del rey. Y por otro lado estaba La Busca, formada por campesinos y las clases bajas de las ciudades.

Retrato de Fernando el Católico SERVICIO ESPECIAL

Cuando Fernando todavía llevaba pañales, su hermanastro fue derrotado y encarcelado por su propio padre, además de ser declarado inhábil para la sucesión. Luego, por presiones de sus propios súbditos tuvo que liberarlo. Estando así las cosas, llegamos al fallecimiento de Alfonso en 1458 sin herederos legítimos. En su testamento nombró a Juan rey de Aragón y a su sobrino, el Príncipe de Viana, gobernador de Cataluña. Imaginad las risas que se echaría el rey Alfonso a la hora de redactar su testamento. Tras no pocos rifirrafes entre Juan II, Carlos de Viana y la Generalitat de Cataluña, llegamos así al año 1461, en que murió el Príncipe de Viana a causa de una enfermedad pulmonar, aunque las malas lenguas decían que fue envenenado por su madrastra (madre de Fernando II). Unos días después, a la edad de 9 años, en Calatayud, el rey hace jurar a Fernando como príncipe heredero.

Una vez terminado el juramento, el joven príncipe marchó con su madre a la Ciudad Condal para ser reconocido como sucesor. La estancia de madre e hijo en Barcelona no fue nada tranquila y estuvo marcada por el miedo y todo tipo de intrigas, ya que en la ciudad La Biga tenía mucho poder. Tras un complot fracasado, en febrero de 1462 Fernando y su madre abandonaron Barcelona en una marcha que más bien era una huida, refugiándose en Gerona, donde fueron muy bien recibidos. La Generalitat, controlada por La Biga, bajo el pretexto de acabar con una revuelta campesina de la zona; envío un ejército, sitiando Gerona, donde estaban refugiados la esposa y el hijo de Juan II. El rey a continuación entró en Cataluña y puso fin al sitio de la ciudad, liberando a su esposa y a su hijo. Este fue el inicio de la guerra civil en Cataluña entre La Biga que quería independizarse, y La Busca, que apoyaba a Juan II. Con solo 10 años Fernando se vio en peligro de muerte por obra de sus súbditos rebelados, algo que le marcaría de por vida.

Sos del Rey Católico, villa natal de Fernando II de Aragón. JAIME GALINDO

Al morir el Príncipe de Viana y al no aceptar la autoridad de Fernando, la Generalitat controlada por La Biga buscó un sustituto y este acabó siendo el condestable Pedro de Portugal, que fue nombrado conde de Barcelona en 1463. Poco después, en 1465, con trece años, Fernando participó en la guerra con Cataluña como jefe del ejército real, derrotando en la batalla de Calaf al condestable, que acabó muriendo como consecuencia de las heridas sufridas en el combate. Este éxito, que en realidad se debía a sus capitanes y no a Fernando por su corta edad, le encumbró para ser nombrado por su padre lugarteniente general en todos sus reinos. Al año siguiente, siendo un púber de 14 años, Juan enfermó de la vista, delegando responsabilidades de gobierno en don Fernando. No está mal para curtirse ostentar todas estas responsabilidades a tan corta edad. Mientras tanto, parecía que la guerra con Cataluña estuviera a punto de terminar cuando ocurrió un giro de los acontecimientos totalmente inesperado: la Generalitat, que había perdido a su candidato, el condestable Pedro de Portugal; nombró como sucesor a Renato de Anjou, un importante noble francés que contaba con el apoyo de Luis XI de Francia.

Gracias a la intervención de Francia, en 1467 la Generalitat derrotó a Fernando en Vilademat, quien a la edad de 15 años salvó la vida por los pelos. Muchos de sus principales capitanes no corrieron la misma suerte y fallecieron. Tras este descalabro, en 1468 fue nombrado rey de Sicilia y a su vuelta tuvo importantes victorias en el norte de Cataluña. Una vez terminada la campaña, asentó sus cuarteles de invierno en Lérida, donde mantuvo un romance con Aldonza Ruíz de Ivorra, vizcondesa de Ebol, con quien tuvo un hijo bastardo. Al año siguiente, en 1469, se casó con Isabel y, a partir de aquí, se centró en ayudar a su mujer a acceder al trono de Castilla, dejando la guerra contra La Biga a su padre. Finalmente, en 1479 ganó la guerra civil castellana el bando de Isabel y murió Juan II de Aragón, convirtiéndose Fernando en rey de Castilla por matrimonio y en rey de la Corona de Aragón por herencia. Como puede verse, las tribulaciones por las que pasó antes de ser rey y su bagaje no eran poquita cosa.