El 24 de marzo del año 1157 nació en la ciudad de Huesca Alfonso II de Aragón, el primer monarca de lo que se acabó llamando Corona de Aragón. En realidad esta es la fecha que se suele usar para el nacimiento de este monarca, porque no la sabemos con exactitud. Tan solo sabemos a ciencia cierta que nació en la capital oscense y que lo hizo en el mes de marzo del año 1157, unos meses antes de que falleciera su abuelo, el rey Ramiro II el Monje. El nacimiento de Alfonso fue sin duda realmente importante para su abuelo, ya no solo por temas familiares, sino porque tras muchos años vio por fin solucionada la continuación de su linaje y se disipaban así posibles problemas sobre una nueva y turbulenta sucesión al trono sin herederos como la que él mismo tuvo que afrontar más de 20 años atrás.

Recordemos que cuando en el año 1134 murió Alfonso I el Batallador en Poleñino por las heridas sufridas en su única derrota militar, acaecida intentando conquistar Fraga, el monarca aragonés no tenía hijos, ya que su único matrimonio con la reina Urraca de León no dio descendencia antes de que esta alianza fuera anulada por el mismo papa.

Alfonso dejaba tras él un testamento ilegal e irrealizable en el que legaba todos sus reinos a las órdenes militares y por tanto a la Iglesia, pero ya su misma legalidad estaba en entredicho porque un monarca sí que podía hacer lo que quisiera con las tierras que había conquistado (los acaptos), pero no así con las que había heredado, que debían permanecer en la familia.

La reina Petronila, madre de Alfonso II.

La nobleza aragonesa no quería ni oír hablar de ser gobernada por esas órdenes militares y además vieron una magnífica oportunidad para aumentar su propio poder, de modo que sacaron del monasterio al único miembro varón vivo de la familia real que quedaba y le proclamaron rey de Aragón en la catedral de Jaca. Ramiro, entre los mil problemas a los que tuvo que enfrentarse en los primeros años de un reinado que nunca habría querido asumir, uno de los más acuciantes era el dotar el reino de un nuevo heredero para que a su muerte no se volviera a repetir la historia, de modo que se casó con Inés de Poitou, dando lugar al nacimiento de la princesa Petronila. Pero los fueros aragoneses le iban a permitir reinar pero no gobernar dada su condición de mujer, y tras sopesar varias alternativas de distinta índole fue prometida en matrimonio al conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, con quien Ramiro II había trabado una importante y sincera amistad en los últimos años.

De ese matrimonio entre Petronila y Ramón nació Alfonso, el primer monarca que ostentó en una sola persona tanto la propiedad como el poder de gobernar en el reino de Aragón y en el condado de Barcelona, originando lo que con el tiempo se acabó conociendo como la Corona de Aragón.

Fue el primer rey de la Corona de Aragón, hijo de la reina Petronila de Aragón y el Conde Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona.

El reinado de Alfonso II el Casto fue especialmente importante para la Corona, no solo por terminar de afianzar la unión dinástica entre ambas entidades políticas, sino también por las estrategias que llevó a cabo y que aumentaron la proyección de poder e influencia por Europa. Siguió una política muy activa en Occitania continuando las ya tradicionales relaciones de los condes de Barcelona en la región, pero también las de los reyes de Aragón, que desde Ramiro I desarrollaron una importante política de alianzas al norte de los Pirineos. Esa continuidad en la política europea le llevó a enfrentarse a algunos señores feudales de la zona como el conde Ramón V de Tolosa, pero también contra los intereses del rey Ricardo Corazón de León de Inglaterra o los del Sacro Imperio Romano Germánico.

Esa proyección de poder en Occitania dio la oportunidad a su hijo y sucesor, Pedro II el Católico, de asentar el poder de una gran Corona de Aragón a ambos lados de los Pirineos y que se habría convertido de lograrlo en una de las entidades políticas más poderosas de la Europa del momento, pero acabó fracasando en la Batalla de Muret en el año 1213.

Valencia, que Alfonso II no pudo conquistar pero lo hizo su nieto Jaime I. Eduardo Ripoll

Por su parte, Alfonso II mantuvo una política más secundaria en al-Andalus, aunque de todas formas logró varios éxitos reseñables como la conquista de Valderrobres en el año 1169 o el dominio de buena parte de la cuenca del Matarraña. Pero sobre todo impulsó la conquista de Tirwad en el año 1171, un pequeño enclave defensivo sobre el que después ordenó fundar la ciudad de Teruel con una doble misión: asegurar la frontera sur del reino de Aragón con una gran ciudad, y que esta sirviera en el futuro como la base desde la que iniciar la conquista de una Valencia a la que Alfonso II nunca quitó el ojo. Pero su temprana muerte en el año 1196 con apenas 39 años en Perpiñán puso en pausa el proyecto de conquista valenciana que no se llevaría a cabo hasta el reinado de su nieto, el rey Jaime I el Conquistador.

Conquistó Tirwad, sobre la que fundaría Teruel para consolidar la frontera sur

¿De dónde viene su apelativo de 'el Casto'?

Al contrario de lo que era común entre los monarcas varones, que era tener multitud de amantes e hijos fuera del matrimonio, se cuenta que el rey Alfonso II le fue fiel a su esposa Sancha de Castilla, algo que era visto como raro en un hombre por las gentes de la época. ¡Pero ojo si una mujer tenía amantes…!