Centrándonos especialmente en el mundo y la cultura romana, pensamos que sabemos muchísimo sobre esta excepcional civilización de la Antigüedad. ¿Pero es esto así? La respuesta es no. Desde luego nos ha llegado una gran información sobre la historia romana a través de fuentes escritas mientras que la arqueología sigue dándonos maravillosas sorpresas como la que se ha anunciado esta semana, como es el hallazgo de más de una veintena de esculturas de bronce de época etrusca y romana en San Casciano dei Bagni, en la Toscana.

Este descubrimiento arqueológico es excepcional y de hecho a día de hoy se ha convertido en el yacimiento con mayor cantidad de esculturas de bronce de toda Italia. Y es que no es tan fácil encontrar este tipo de esculturas, pues una gran mayoría de piezas se acabaron fundiendo ya en época cristiana al considerarlas paganas y las fundían para reutilizar el metal para otros menesteres. Hay muchos ejemplos de esculturas que ha sido pura casualidad que hayan sobrevivido hasta nosotros, como la imponente escultura ecuestre del emperador Marco Aurelio, en la Piazza del Campidoglio de Roma, y que se salvó porque durante siglos pensaban que se trataba en realidad del emperador Constantino, el primero que la tradición nos dice que se convirtió a la fe cristiana.

Busto del emperador Cómodo

El caso es que durante siglos nos hemos creído casi al pie de la letra muchas de las historias que nos contaban los escritos romanos como si fueran dogmas de fe. Pero en realidad, lo que nos hemos creído son muchas Fake News y que, con el paso de los años, investigando y contrastando fuentes, hemos visto que quizás algunos romanos no nos contaron toda la verdad. Este es un tema que trata a las mil maravillas el arqueólogo Néstor Marqués de Antigua Roma al Día, a quien tuve la suerte de poder entrevistar el pasado domingo en un evento organizado por los Museos de la Ruta de Caesaraugusta de Zaragoza.

El cine, las series de televisión o las novelas históricas han contribuido muchas de ellas a generar o mantener muchas de esas Fake News, siendo contadas algunas de ellas por los propios romanos. Y es que hay que tener en cuenta que esas fuentes primarias, esos libros que escribían Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, el propio Cayo Julio César y otros, son obras escritas por o para una minoría de la sociedad que era la que gobernaba y pretendía dar una imagen que, en muchas ocasiones, era en realidad muy diferente. Hoy lo llamamos propaganda.

Vamos con algunos ejemplos. Hay fuentes que nos dicen que una mujer no podía estar en un campamento militar romano. Si nos tomáramos esto al pie de la letra nos lo creeríamos. Eso sí, hasta que en uno de los campamentos situados en el Muro de Adriano entre las actuales fronteras de Inglaterra y Escocia nos encontramos sonajeros y otros utensilios que demuestran a ciencia cierta que sí que había mujeres en los campamentos.

Leyendas

Pero vamos con los emperadores y sus locuras, porque obras como Vida de los doce césares de Suetonio nos han dejado una imagen de auténtica depravación en muchos de ellos y que luego se ha visto reflejado en libros, series y películas. Por ejemplo, está Tiberio, a quien le cayó la tarea de gobernar y de suceder nada menos que a César Augusto sin que probablemente estuviera muy interesado en ello. Finalmente se encerró a sí mismo en una maravillosa villa en la isla de Capri donde no se sabía qué ocurría y sus detractores acabaron por inventar aberrantes historias. O recordemos las historias que nos cuentan de Claudio el propio Suetonio o Robert Graves en su maravilloso Yo, Claudio, aunque probablemente era casi todo mentira.

Tampoco Nerón quemó Roma, como nos ha dicho la tradición cristiana, pero de todos ellos me quedo con Cómodo. Los autores del momento lo ponen como un emperador cruel y depravado, y desde luego películas como la gran Gladiator no ayudan. En cambio, sí que sabemos que el pueblo romano le tenía en gran estima y que su administración del imperio fue una de las mejores que se recuerdan. ¿Entonces por qué fue asesinado y tiene esa malísima reputación? Simplemente porque Cómodo no quiso jugar la ficción de hacer que gobernaba junto al Senado y la élite aristocrática, siendo un emperador más autocrático que sus predecesores, lo que le acabó costando el ser asesinado por una conjura palatina. Pero con matar al emperador de turno no era suficiente, y por eso se hicieron correr historias, muchas de ellas inventadas, de depravación, vicios y crueldad, sobre todo para intentar legitimar a los emperadores siguientes, contraponerlos al pasado y mostrar lo buenos que eran en comparación. Y no. Calígula no nombró cónsul a su caballo Incitatus, siendo seguramente una broma del estilo «sois tan chapuzas que hasta mi caballo haría mejor de cónsul que vosotros».