El Manifiesto Sandhurst y la vuelta de los Borbones

El 1 de diciembre de 1874, el príncipe Alfonso de Borbón, futuro rey Alfonso XII, envió un manifiesto desde el exilio mostrándose en disposición de asumir el trono de España

Caricatura sobre el golpe de Estado del general Pavía contra la Primera República.

Caricatura sobre el golpe de Estado del general Pavía contra la Primera República. / SERGIO Martínez Gil HISTORIADOR Y CO-DIRECTOR DE HISTORIA DE ARAGÓN

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Los años que van desde 1868 hasta 1875 y que han sido bautizados como el Sexenio Democrático fueron de todo menos aburridos en España. Ocurrieron tantísimas cosas que me quedaría corto aun contando con todas las páginas del presente número del periódico para poder explicarlas. Por eso me voy a quedar con algunos de esos hechos y sobre todo con uno de ellos: el Manifiesto Sandhurst.

En 1868 se creó una alianza para favorecer un golpe de Estado con el que derrocar la monarquía de Isabel II de Borbón como reina de España, el cual acabó triunfando con la llamada Revolución Gloriosa y esa famosa frase de «Viva España con honra». Pero conseguido el objetivo inicial, en ese momento había que ver cuál era el siguiente paso. Estaban los que querían proclamar la república en España con varias modalidades, unas más centralistas, otras más federalistas, etc. Mientras, otros querían seguir con una monarquía, pero ya no sólo constitucional, sino probar un sistema algo más parecido a la democracia. Se acabó abogando por esta opción, por la monarquía democrática, pero entonces tocaba buscar quién sería el nuevo rey. Se llegó a proponer al príncipe Alfonso de Borbón, hijo de la destronada Isabel II. Pero entre que en ese momento todavía era demasiado joven y que se empezó a decir que no se había hecho una revolución para volver a poner a la dinastía borbónica en el trono, se decidió al final buscar candidatos por el resto de Europa.

Hubo diferentes opciones hasta que el elegido fue, con 191 votos a favor en las Cortes, el italiano Amadeo de Saboya, hijo del rey Víctor Manuel II. Pero este careció de apoyos pues su principal valedor, el general Juan Prim, fue asesinado tan sólo unos días antes de la llegada de Amadeo a territorio español. A Macarronini I, como le bautizaron con sorna, por lo general no se le hizo mucho caso, y mientras tanto se fueron acumulando problemas graves en el país como el estallido en 1872 de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), a la que había que sumarle la Guerra de los Diez Años (1868-1878) con la que Cuba quiso independizarse. Viéndose falto de apoyo interno, el rey Amadeo decidió abdicar del trono español el 11 de febrero de 1873 y en ese mismo día las Cortes proclamaron con 258 votos a favor y 32 en contra la Primera República Española, de la cual el próximo año se cumplirá el 150 aniversario.

"Estoy hasta los co***** de nosotros"

Famoso es el discurso que dio Emilio Castelar en el que dijo: «Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de don Amadeo, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra Patria».

Pero los problemas no sólo continuaron, sino que se acrecentaron también con las insurrecciones cantonalistas, llegando a un punto en el que el presidente Estanislao Figueras llegó a gritar ante el Consejo de Ministros: «Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los co***** de nosotros!», y acto seguido se marchó del país. En esas circunstancias llegó el 3 de enero de 1874 el golpe de Estado perpetrado por el general Pavía, entrando con la Guardia Civil y el ejército en el Congreso de los Diputados la noche en la que se iba a votar si Eduardo Palanca Asensi era elegido como nuevo presidente del gobierno tras la dimisión de Emilio Castelar.

Ese fue el final de la Primera República Española, aunque oficialmente siguió existiendo durante casi otro año más bajo el gobierno de concentración liderado por el general Francisco Serrano. Mientras tanto, se fueron conformando movimientos que abogaban por la vuelta de la monarquía y de la Casa de Borbón, destacando especialmente Antonio Cánovas del Castillo. Este quería que la restauración borbónica no fuera impuesta y la desearan todas las partes, pero eso sí, en la figura del príncipe Alfonso. Este, que se encontraba en el exilio y recibiendo formación castrense en la Academia Militar británica de Sandhurst, contestó a las felicitaciones recibidas por su 17º cumpleaños a finales de noviembre de 1874 con ese Manifiesto de Sandhurst en el que se mostró dispuesto a asumir el trono español. El documento se publicó en la prensa el 27 de diciembre, y dos días después el general Martínez Campos dio un nuevo golpe de Estado iniciado en Sagunto y proclamando al príncipe como Alfonso XII de España.

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