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Tierra sin mar

¿Cuáles son las razones por las que Aragón no tiene salida al mar?

Mapa del reino de Aragón de Mercator.

Mapa del reino de Aragón de Mercator. / SERGIO Martínez Gil HISTORIADOR Y CO-DIRECTOR DE HISTORIA DE ARAGÓN

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Comienza ya a apretar poco a poco el calor, aunque cada vez demasiado pronto para los que por desgracia lo aguantamos mal o por suerte para los frioleros. Un calor que nos anuncia no sólo el avance de la primavera, sino un cada vez más inminente verano y el tradicional periodo vacacional que muchos utilizan para viajar y sobre todo para pasar, quien más, quien menos, unos días más frescos en la playa. Y aunque en Aragón, aunque eso depende del lugar donde vive cada uno, no estamos demasiado lejos de la costa y además es hasta fácil encontrarse con conocidos en ciertos lugares, en ocasiones se cuela la típica frase de «a Aragón sólo le falta tener un poquito de playa para tener ya prácticamente de todo». Y esa frase es la que me lleva a abordar esta cuestión desde un punto de vista histórico. ¿Por qué Aragón no tiene playa?

Y no será porque no se haya puesto empeño en conseguirlo. La pregunta nos lleva hasta la Edad Media e incluso casi a los mismos orígenes de Aragón como reino. Un pequeño territorio en los valles centrales del Pirineo muy alejado de cualquier costa pero que en su primer siglo de existencia progresó muchísimo territorialmente. El gobierno de Ramiro I, considerado como el primer rey de Aragón, comenzó en el año 1035 y sus dominios apenas ocupaban parte del valle del río Aragón. Casi un siglo después, a la muerte de Alfonso I el Batallador en el año 1134, el reino aragonés se extendía por todo el valle medio del Ebro, llegaba hasta un poco más de los inicios de la actual provincia de Teruel e incluso dominaba territorios en tierras que hoy pertenecen a la comunidad de Castilla y León.

Con esa rápida expansión territorial, se veía que era cuestión de tiempo que se alcanzara la costa, consiguiendo así una salida directa al mar. El propio Alfonso el Batallador murió en el empeño, pues a finales de su reinado tenía el plan de abrirse paso hasta Tortosa, que era su gran objetivo. Pero para ello primero tenía que conquistar Fraga y Lérida a los musulmanes, fracasando ante la ciudad oscense y sufriendo la única derrota importante de sus tres décadas en el trono. El monarca consiguió escapar por los pelos del desastre sufrido en Fraga, pero acabó muriendo unas semanas después, el 7 de septiembre del año 1134 en la localidad de Poleñino, y dejando al reino en una tremenda crisis ante la falta de sucesión y un testamento irrealizable que dejaba sus dominios a las órdenes militares.

Dibujo de Valencia en 1546. Jaime I decidió fundar un nuevo reino en vez de ampliar el de Aragón.

Dibujo de Valencia en 1546. Jaime I decidió fundar un nuevo reino en vez de ampliar el de Aragón. / Miguel Angel Montesinos

Al final acabó subiendo al trono su hermano menor, Ramiro II el Monje, aun a pesar de que su condición de prelado supuestamente le inhabilitaba para ser rey. Poco a poco fue dando solución a los muchos problemas que tuvo que afrontar Aragón en esos años incluyendo la sucesión al trono gracias al nacimiento de su hija Petronila, a quien prometió en matrimonio con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. Este asumió el gobierno en calidad de príncipe ya que a Ramiro, eso de gobernar, como que no le iba mucho, y prefería la vida del monasterio, aunque mantuvo su título real hasta su muerte en el año 1157.

Fue Ramón el que prosiguió con la expansión territorial conquistando Fraga, Lérida y Tortosa, aunque sólo la primera acabó adscribiéndose con el tiempo al reino aragonés. Aun así, el objetivo para los aragoneses era conseguir esa ansiada salida al mar, de modo que ya desde tiempos de Alfonso II el Casto (el hijo de Petronila y Ramón Berenguer), se miraba hacia Valencia con ojos interesados. Fue Jaime I, rey entre los años 1213 y 1276, quien acometió su conquista, pero en lugar de unir aquellas tierras al reino de Aragón decidió crear un nuevo reino, el de Valencia, en el año 1238, dejando ya al reino aragonés sin posibilidad alguna de conseguir al menos un puerto.

María Luisa de Saboya ofreció a Aragón Tortosa y Lérida, pero no se hizo realidad.

María Luisa de Saboya ofreció a Aragón Tortosa y Lérida, pero no se hizo realidad.

Sin embargo, con el tiempo hubo algunas otras oportunidades de conseguir un pedazo de costa. En el año 1677 se intentó impulsar un proyecto para crear un pasillo para Aragón hasta Benicarló, aunque finalmente no llegó a fraguar. El último intento se produjo en el año 1706 en plena Guerra de Sucesión española, cuando la reina consorte María Luisa de Saboya, esposa de Felipe V de Borbón, ofreció al reino aragonés el puerto de Tortosa y también Lérida a cambio de que apoyara a la causa borbónica en la guerra y se dejara de dar apoyo a la causa del archiduque Carlos de Habsburgo, el otro pretendiente al trono. Pero finalmente estas promesas no sólo no se cumplieron, sino que al año siguiente se impusieron los Decretos de Nueva Planta con los que desapareció el reino de Aragón, sus instituciones, sus fueros de índole política, y la última oportunidad de tener playa.

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